Adiós a Fogwill, el último irreverente
En la Sala Cortázar de la Biblioteca Nacional sus colegas despidieron los restos del escritor.
La irreverencia, la pluma mordaz y una intuición al margen de modas efímeras, son las marcas de identidad que deja como legado el escritor Rodolfo Fogwill, que falleció a los 69 años como consecuencia de un problema pulmonar. Un grupo de escritores y allegados se acercaron anteanoche hasta la Biblioteca Nacional para despedirlo. Con un fondo musical que reproducía la música que solía escuchar en su iPod, la sala Cortázar de la Biblioteca Nacional se convirtió en el escenario elegido para ofrecer el último adiós al autor de “Muchacha punk” y “Los pichiciegos”. Los escritores Alan Pauls, Daniel Link, Fabián Casas, Juan Terranova y Horacio González –también director de la Biblioteca Nacional– fueron algunas de las personalidades que se acercaron hasta el lugar. El autor de “Restos diurnos” murió en la madrugada del sábado en el Hospital Italiano, donde se encontraba internado a raíz de un enfisema pulmonar derivado de su conocida compulsión al cigarrillo. A tono con su fama diletante, a lo largo de su vida Fogwill ejerció múltiples oficios, entre ellos sociólogo, empresario, publicista, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires, ensayista y editor de una legendaria colección de libros de poesía. También trabajó como agente de la Bolsa y fue columnista de temas políticos y culturales. Fuera de su agitada actividad pública, estuvo preso, fue adicto a la cocaína y confesó alguna vez que tuvo un revólver Smith & Wesson a los 10 años, un barco a los 15 y su primera novia a los 17. Fue el cuento “Muchacha punk” –con el que obtuvo el primer premio en un importante certamen literario en 1980– el disparador que lo impulsó a abandonar su carrera empresaria para comenzar, según sus palabras, “una trama de malentendidos y desgracias” que lo llevaron a su “oficio” de escritor. Con el dinero de ese galardón fundó una editorial -Tierra Baldía- con la que publicó “Poemas”, de Osvaldo Lamborghini, y “Austria-Hungría” de Néstor Perlongher, entre otros. Fogwill a secas –le gustaba firmar prescindiendo de su nombre de pila– se caracterizó por su personalidad explosiva y su pluma irreverente: de hecho, su permanente uso de la provocación le facilitó contadas enemistadas que incluso minaron la continuidad editorial de su obra. El escritor, nacido en Buenos Aires en 1941, deja como legado una veintena de títulos que atraviesan todos los géneros pero que mantienen como marca distintiva el sentido del humor y una prosa vertiginosa cargada de referentes que funcionan para enriquecer lo que se narra y al mismo tiempo reflejar la época en que fueron escritas. Entre sus obras más conocidas se encuentran “Los pichiciegos” –considerada la mejor novela sobre la Guerra de las Malvinas–, “Urbana” y “La experiencia sensible”, entre otros.
La irreverencia, la pluma mordaz y una intuición al margen de modas efímeras, son las marcas de identidad que deja como legado el escritor Rodolfo Fogwill, que falleció a los 69 años como consecuencia de un problema pulmonar. Un grupo de escritores y allegados se acercaron anteanoche hasta la Biblioteca Nacional para despedirlo. Con un fondo musical que reproducía la música que solía escuchar en su iPod, la sala Cortázar de la Biblioteca Nacional se convirtió en el escenario elegido para ofrecer el último adiós al autor de “Muchacha punk” y “Los pichiciegos”. Los escritores Alan Pauls, Daniel Link, Fabián Casas, Juan Terranova y Horacio González –también director de la Biblioteca Nacional– fueron algunas de las personalidades que se acercaron hasta el lugar. El autor de “Restos diurnos” murió en la madrugada del sábado en el Hospital Italiano, donde se encontraba internado a raíz de un enfisema pulmonar derivado de su conocida compulsión al cigarrillo. A tono con su fama diletante, a lo largo de su vida Fogwill ejerció múltiples oficios, entre ellos sociólogo, empresario, publicista, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires, ensayista y editor de una legendaria colección de libros de poesía. También trabajó como agente de la Bolsa y fue columnista de temas políticos y culturales. Fuera de su agitada actividad pública, estuvo preso, fue adicto a la cocaína y confesó alguna vez que tuvo un revólver Smith & Wesson a los 10 años, un barco a los 15 y su primera novia a los 17. Fue el cuento “Muchacha punk” –con el que obtuvo el primer premio en un importante certamen literario en 1980– el disparador que lo impulsó a abandonar su carrera empresaria para comenzar, según sus palabras, “una trama de malentendidos y desgracias” que lo llevaron a su “oficio” de escritor. Con el dinero de ese galardón fundó una editorial -Tierra Baldía- con la que publicó “Poemas”, de Osvaldo Lamborghini, y “Austria-Hungría” de Néstor Perlongher, entre otros. Fogwill a secas –le gustaba firmar prescindiendo de su nombre de pila– se caracterizó por su personalidad explosiva y su pluma irreverente: de hecho, su permanente uso de la provocación le facilitó contadas enemistadas que incluso minaron la continuidad editorial de su obra. El escritor, nacido en Buenos Aires en 1941, deja como legado una veintena de títulos que atraviesan todos los géneros pero que mantienen como marca distintiva el sentido del humor y una prosa vertiginosa cargada de referentes que funcionan para enriquecer lo que se narra y al mismo tiempo reflejar la época en que fueron escritas. Entre sus obras más conocidas se encuentran “Los pichiciegos” –considerada la mejor novela sobre la Guerra de las Malvinas–, “Urbana” y “La experiencia sensible”, entre otros.
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