Adiós a la dolce vita
opinión
Una mujer pedía ayuda ayer en las calles de Roma.
MILÁN.- Los italianos disfrutaron mucho tiempo de la dolce vita… hasta que se tropezaron con la dura realidad. La prosperidad de posguerra permitió que cientos de miles de trabajadores se jubilasen con todos los beneficios antes de cumplir los 50 años. Hubo excesos en el gasto público, que dieron lugar a una enorme burocracia y a una clase política que consume la mitad de la riqueza generada por el país todos los años. Los italianos no esperan mucho del Estado y no dudan en evadir los impuestos a la hora de hacer arreglos en la casa, ir al dentista o pagar un cappuccino. Pero llegó la hora de pagar décadas de excesos y el precio para salir de la crisis derivada del endeudamiento descontrolado es mucho más de lo que se esperaba. Silvio Berlusconi, el tenaz primer ministro que ha sobrevivido a numerosos escándalos sexuales y juicios por corrupción para encabezar tres gobiernos desde 1994, está perdiendo las riendas del poder y no parece tener la fuerza necesaria para llevar adelante las reformas necesarias. Durante la reciente cumbre de Francia pidió al Fondo Monetario Internacional que supervisase las reformas, una actitud humillante para un país con la séptima economía más grande del mundo. La crisis regional ya hace que se tambaleen tres gobiernos –los de Irlanda, Portugal y España, donde en dos semanas habrá elecciones anticipadas– y tiene a Grecia luchando por formar un gobierno de unidad. Muchos creen que Italia es el próximo. “La era de Berlusconi se acerca a su fin’’, proclamó a principios de noviembre Ferruccio de Bortoli, editor del diario Corriere della Sera. “Se arriesga a arrastrar a su partido, que debería empujarlo a renunciar, y, sobre todo, al país entero’’. Los conflictos del gobierno reflejan el creciente malestar en torno a la incertidumbre financiera que agobia al país. Los italianos no se repusieron de la crisis financiera del 2008, que hizo perder el trabajo a mucha gente, y toman medidas de austeridad que afectan la confianza del consumidor. El gran temor es que si Italia, que tiene una deuda de 1,9 billones de euros (2,62 billones de dólares) entra en mora, arrastre en su desgracia a la eurozona, si no al mundo entero. “Los jóvenes somos los que pagamos el precio más caro, los que pagamos los palos rotos de la crisis’’, declaró el sábado Giuseppe Muscanera, un maestro de Bologna, durante una manifestación opositora en Roma en la que se pidió el relevo de Berlusconi. El gran temor es que Italia se vea obligada a pedir ayuda para saldar su cuantiosa deuda. La eurozona probablemente no esté en condiciones de hacerlo e Italia podría entrar en mora, con consecuencias imprevisibles para la eurozona y el mundo. A lo largo de la última década, Italia salió adelante con un gran endeudamiento público y un limitado crecimiento, sin que sonasen señales de alarma. A diferencia de su gobierno, los italianos ahorran bastante y la mayoría son propietarios de sus viviendas. Eso evitó que sufriese la crisis inmobiliaria que golpeó a otras economías, incluida la de España. A diferencia de muchos países de la eurozona, Italia no tuvo que salir al rescate de sus bancos durante la crisis mundial del 2008, porque no habían corrido excesivos riesgos con sus políticas de préstamos. Pero la deuda soberana contraída en los dos últimos años cambió todo.
COLLEEN BARRY AP
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