Adiós a los “sudacas”
GUSTAVO CHOPITEA (*)
Hasta no hace mucho leíamos –con alguna frecuencia– cómo algunos jóvenes sudamericanos trataban de emigrar –si no quedarse, a veces, ilegalmente– a España para aprovechar las diversas oportunidades de trabajo que aportaba el aparente frenesí con que estaba creciendo la economía española. También observamos lamentablemente cómo, por esas circunstancias, ellos eran a veces objeto de verdaderos malos tratos, particularmente a manos de funcionarios policiales y de inmigración de la Madre Patria. Pero las cosas han cambiado. Mucho. España está ahora parada y en medio de una profunda crisis que por lo menos va a sacar al socialismo facilista del timón político del país. España tiene ahora su población en clara baja –al menos eso es lo que nos dice el Instituto Nacional de Estadísticas de ese país, que a diferencia de otros sólo dice la verdad–, con crecimiento vegetativo negativo y emigración. En tan sólo diez años los actuales 46,1 millones de habitantes españoles serán sólo unos 45,5 millones. Esto es obviamente perder medio millón de habitantes, de los cuales la mayoría se está yendo ya cual estampida. Por año, las proyecciones pesimistas sugieren que puede haber cifras de salida de población que podrían hasta mostrar una merma de unas 100.000 personas anuales. Los que se van, además, son mayoritariamente extranjeros jóvenes, lo que supone todo un mensaje implícito. De los que se van, por ahora sólo un 10% son españoles; los demás son, entonces, extranjeros. Los saldos migratorios hispanos son y seguirán siendo negativos en los próximos años, o sea: de España se van e irán más personas que las que llegarán. En verdad, de cada diez personas que ahora se van, como hemos dicho, la gran mayoría son extranjeros que regresan seguramente a sus respectivos lugares de origen, con sus sueños incumplidos; muchos de ellos, presumiblemente, norteafricanos. Pero hay también seguramente “sudacas” que regresan a sus países, ahora en franco crecimiento. Así son los ciclos económicos y sus reflejos en los movimientos poblacionales, en este caso apoyados por las consecuencias de la baja fecundidad hispana. La región española que más población pierde es curiosamente la industriosa Cataluña, la que hasta ayer más atraía. Económicamente una de las más dinámicas de España, hoy particularmente afectada por el “parate” de la actividad económica. Pero también pierde población el “País Vasco”, otro de los centros más importantes del trabajo febril en España. Todo sugiere que ha comenzado para España una etapa de involución poblacional, entonces. Una pena para la querida España la situación que transita. También para todos quienes compartieron el sueño de un país que parecía estar firmemente en camino de alcanzar a los líderes del Viejo Continente procurando acoplarse a él. (*) Analista del Grupo Agenda Internacional
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