Advierten que crece el turismo sexual infantil

Aun ante un conjunto muy severo de leyes, las mafias que explotan la sexualidad de los chicos están en alarmante expansión. Los países en los que el delito es más grave son los del sudeste asiático y algunos de Sudamérica, como Paraguay, Brasil y Costa Rica. Así se informó en un foro dedicado específicamente al drama, que se realizó ayer en Bariloche. Hasta el momento no existen denuncias de esa aberrante práctica en la región cordillerana.

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- A pesar de las leyes que lo castigan con severidad, el turismo sexual infantil no deja de crecer en muchos países donde abunda la pobreza, los controles son laxos y no hay suficientes campañas de concientización sobre esta sórdida práctica.

La cruda situación fue expuesta aquí por la especialista mexicana Rosa Cortina de Brown, quien advirtió que si bien esta aberrante modalidad turística se da con mayor frecuencia en el sudeste asiático, también prolifera en algunos países latinoamericanos como Brasil, México, Costa Rica, Paraguay y Cuba.

La Argentina por ahora está al margen del sexoturismo (al menos no hay casos denunciados y juzgados), pero los especialistas señalaron que el aumento de la pobreza y la desintegración social «crea las condiciones» para la prostitución infantil y su oferta a los turistas.

Brown señaló que el problema «es muy grave» y que no resulta fácil de combatir porque «por lo general la promoción de este servicio ilegal no es abierta sino subliminal».

Dijo sin embargo que en los últimos años hubo acciones más concretas y decididas de las agencias y operadores turísticos y también de las empresas aéreas como, Lufthansa y Air France, que en sus viajes pasan videos y distribuyen revistas difundiendo lo delicado del problema y la gravedad de las sanciones impuestas en los distintos países.

La experta mejicana -quien también es vicepresidenta de la Federación Internacional de Ejecutivas de Empresas en Turismo- sostuvo que para una acción más efectiva también hace falta concientizar «a los taxistas y transportistas, a los hoteleros y por supuesto a los gobernantes», para que no propicien el comercio sexual infantil y lo denuncien ante cualquier sospecha.

El Foro se realizó ayer en el hotel Nevada y reunió cerca de un centenar de empresarios y funcionarios del sector turístico. También estuvieron entre los expositores el presidente de la Cámara Argentina de Turismo, Eduardo Muñiz, y el fiscal de instrucción de la justicia local Miguel Gaimaro Pozzi.

Este útlimo reseñó la legislación vigente en el país acerca del maltrato y el abuso sexual de menores.

Acerca de la necesidad de imponer reformas judiciales, Rosa Brown dijo que lo primordial es lograr leyes «de extraterritorialidad, como ya existen en Europa, para juzgar a los turistas que abusan de menores en sus países de origen». Alertó asimismo sobre la posibilidad de que la oferta de prostitución infantil se desplace entre países fronterizos como ocurrió con Thailandia, un destino clásico que hace algunos años aprobó una legislación más dura y aplica fuertes controles, «por lo cual los operadores llevan ahora sus clientes a Camboya y a Vietnam, donde hay pobreza extrema y otras urgencias que atender».

La dirigente refirió que un proceso similar podría darse en la región, ya que Brasil «está aplicando leyes más estrictas» y ése es potencialmente un factor de mayor riesgo para Uruguay, Paraguay y también Argentina, al menos en la zona fronteriza con ese país.

Aportó también algunos datos alarmantes. Por ejemplo el que ubica en más de un millón el número de chicos que se inician cada año en la prostitución o la producción de pornografía y que un servicio sexual infantil en ciertos países de así es ofrecido apenas por 6 dólares.

Un problema relacionado con la pobreza

A juicio de la especialista mexicana Rosa Brown, «la gravedad de la situación económica que afecta a nuestro el continente» es por lógica un factor multiplicador del riesgo en cuanto al sexoturismo con menores.

Dijo que «los problemas relacionados con la pobreza y la falta de proyectos de vida» son motivos inductores de la iniciación en la prostitución de los niños. Aunque añadió también que «los padres suelen tener responsabilidad porque muchas veces son los promotores» de la oferta sexual de sus hijos.

Al caracterizar la modalidad de transacción de esta clase de servicios, subrayó que no siempre el turista llega con el propósito expreso de buscar sexo con niños, «sino que a veces simplemente acepta cuando se lo ofrecen en situaciones específicas, por ejemplo durante un congreso o una convención».

Justamente este último es un mercado en el que Bariloche aspira a tener una mayor incidencia.

Por su parte, Gaimaro Pozzi aclaró que salvo casos aislados registrados hace dos años en Santa Fe y Salta, la Argentina «no es hoy un destino turístico sexual». Aceptó no obstante que tiene «zonas de puertos y fronteras, y factores de realidad social como la marginalidad y la desocupación creciente que obligan a estar atentos y prevenir».

El jurista explicó que la legislación penal argentina prevé penas severas para el violador y abusador de menores, y también para quien «facilita la prostitución». Este último delito tiene penas que van de 3 a 10 años de prisión si el menor tiene entre 13 y 18 años de edad, y de 6 a 15 si tiene menos de 13 años.

Señaló no obstante que faltaría una ley extraterritorial para perseguir también a quienes viajen a otros países como consumidores de turismo sexual infantil.

Chicos en riesgo en Bariloche

Aunque Bariloche es un centro turístico de nivel internacional y recibe más de 600 mil visitantes anuales, cualquier referencia a la prostitución infantil suena aquí exótica y lejana.

En cambio, resulta dolorosamente familiar la insistencia de chicos y chicas de entre 6 y 14 años que mendigan en las calles del centro de la ciudad. También están incorporadas las periódicas noticias de maltrato y abuso sexual con menores en el seno de familias devastadas por la miseria y la falta de oportunidades.

Al hablar con chicos de la calle, algunos admiten con picardía que han visto a otros «subir a un auto y volver con plata» pero no pueden sostener una acusación contra alguien en especial.

El último caso de prostitución infantil juzgado en Bariloche terminó con una condena de 12 años en prisión. La pena fue impuesta a Marcelino Paniagua por hechos que se produjeron a comienzos de 1991. Los jueces comprobaron que este sujeto ofrecía a terceros los servicios de una menor de 15 años, mediante amenazas, percibiendo él la remuneración acordada.

Luego se sucedieron varios años sin nuevas denuncias, pero aún así los especialistas aconsejan no bajar la guardia.


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