Al que miente, se le calienta la nariz

Fue descubiertoen la Universidad de Granada.

Si se realiza un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura de la nariz; en caso de ansiedad se calienta la cara.

En el cuento del italiano Carlo Collodi, al muñeco de madera le crecía la nariz cada vez que le decía una mentira a su padre, Yepetto. Pues parece que la ficción no está tan lejos de la realidad. Eso es lo que sostiene un grupo de investigadores de la Universidad de Granada. Y tanto les recordó el cuento que lo llamaron “efecto Pinocho”.

Para llegar a esa conclusión, dos expertos aplicaron la termografía –una técnica para detectar la temperatura de los cuerpos– al ámbito de la psicología, según publicó ayer la BBC.

“Si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial”, explicaron los científicos en el informe.

Por otro lado, los científicos Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López también encontraron que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, situado en la esquina interna del ojo.

La Universidad de Granada explicó que la termografía se utiliza normalmente en áreas tales como la construcción, la medicina y las investigaciones militares.

Pero Gómez y Salazar decidieron utilizar esta técnica en asuntos relacionados con la psicología y concluyeron en su informe que “ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales”.

Así, explican, “cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz”.

Pero Salazar cuenta que, además del cambio de temperatura, también hay un efecto cerebral. “La ínsula, que es un área cerebral vinculada a nuestro ‘yo’ más auténtico, se activa cuando estamos hablando de manera cierta sobre nuestros sentimientos”.

Sin embargo, cuando no hay sentimientos reales, ésta no se activa. “A más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa”, dice el estudio. (Agencias)


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