«Al salir de La Escuelita no pesaba ni 50 kilos»
Bohoslavsky hizo un crudo relato de su cautiverio en el centro clandestino. Lo "engordaron" antes de someterlo a juicio, todo por una panfleteada.
NEUQUÉN.- Cuando el grupo de tareas lo abandonó en el campo militar Pablo Bohoslavsky había perdido más de 20 kilos, tenía las heridas y las marcas de las torturas sufridas en La Escuelita de Bahía Blanca. Para «blanquear» su detención luego de una brutal captura y desaparición de más de un mes, los militares fraguaron cargos en un Consejo de Guerra, que fue montado en un escenario público dos meses después del secuestro, porque antes era necesario «engordar» a los que se iba a enjuiciar y esperar que las huellas de los salvajes tormentos dejaran de ser visibles en los cuerpos lacerados.
Fue el único consejo de Guerra que se hizo en el V Cuerpo para justificar la detención ilegal y desaparición de cuatro militantes del «peronismo de base», que el 17 de octubre habían realizado una panfleteada en la que llamaban a la resistencia de «brazos caídos» al golpe militar.
Ni el fin de una condena de casi cinco años en Rawson, ni el regreso de la democracia impidieron que el ministerio de Defensa de la Nación continuara soslayando la condena por la panfleteada de 1976.
En 1990 la asesoría legal de la UNC tuvo que responder que las inhabilitaciones resueltas por los consejos de guerra de la dictadura habían sido derogados. El ministerio había advertido que el entonces rector, Bohoslavsky, estaba «inhabilitado de por vida» para comerciar, contratar, vender o ejercer cualquier cargo público.
«Aquello no tenía ningún sentido, pero de alguna manera muestra la asincronía de algunas instituciones», dijo Bohoslavsky, quien actualmente sigue ejerciendo la docencia con un cargo simple de profesor en la UNC y a su vez es secretario Académico, de Extensión y Bienestar Social en la Universidad de Río Negro.
«Lo más denigrante, lo más gravoso, tal vez no son las torturas, sino la incertidumbre de que hora a hora son los dueños de tu vida. Es lo más grave», señaló cuando se le preguntó qué había sido lo más difícil luego de casi dos meses en el centro clandestino «La Escuelita» de Bahía y los años sumados en la terrible cárcel de Rawson.
Cuando una patota del Ejército entró a las patadas en su casa, Bohoslavsky recibió picana frente a su familia; querían saber quién más estaba en la panfleteada del 17 de octubre.
De allí se lo llevaron al centro clandestino «La Escuelita», donde entre otros, reconoció al temible Santiago «el tío» Cruciani y a Julián «el Laucha» Corres entre sus torturadores. Hasta el 22 de noviembre permaneció siempre con los ojos vendados, esposado, atado a un poste o a los camastros de hierro del Ejército.
«Antes del juicio (de guerra) nos hicieron engordar, porque cuando llegué al V Cuerpo, a los 25 años y con 1,82 de altura no alcanzaba a pesar 50 kilos. Estábamos golpeados, teníamos toda la piel morada… teníamos todas las huellas de la tortura», dijo.
Bohoslavsky prefirió no ahondar en los tormentos que padeció cuando estuvo desaparecido en el centro clandestino que funcionó en los terrenos del V Cuerpo.
El Consejo de Guerra contra Bohoslavsky, Rubén Ruiz y Julio Ruiz los condenó en diciembre de 1976 a un año y medio de cárcel más la inhabilitación perpetua para comerciar o ejercer cargos.
Pero luego el comandante Osvaldo Catuzzi se quejó por la simpleza de la condena, y la cifra se elevó a cuatro años y medio; además de una causa penal que se le inició en el juzgado federal.
Cuando el juez Guillermo Madueño lo fue a ver a la cárcel le ofreció sobreseerlo (de la causa federal, la condena del consejo la debía cumplir toda) si no denunciaba que las torturas las había padecido en un centro clandestino que estaba a cargo del Ejército y en terrenos militares.
«Madueño era un hombre joven; la mayoría de los jueces del proceso era gente con tan poca moral como antigüedad en el trabajo», recordó.
Bohoslavsky está convencido de que en la UNC pudo concursar para ser profesor titular y llegar a un decanato o rectorado por sus condición docente sin que se lo juzgue por haber estado detenido durante la dictadura.
SHIRLEY HERREROS
CENTENARIO@RIONEGRO.COM.AR
NÉSTOR MATHUS
nmathus@rionegro.com.ar
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