Alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades, el mayor desafío

Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer.

A diez años de la Convención Mundial sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer -realizada en Beijing en 1995- la conclusión es que se ha avanzado bastante en la toma de conciencia de género, pero escasamente en la implementación y rendición de cuentas de los compromisos asumidos por los países para mejorar la situación de igualdad entre los géneros. Es por eso que los esfuerzos por alcanzar la igualdad de género ocuparán un lugar central en las celebraciones de la Organización de las Naciones Unidas, donde unas 6.000 delegadas femeninas de organizaciones gubernamentales y ONGs de todo el mundo han estado debatiendo sobre el progreso y los fracasos registrados desde el último encuentro de este tipo en Beijing. En ese marco, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, dijo: «Diez años después, las mujeres no sólo son más conscientes de sus derechos, sino que están más capacitadas para ejercerlos. Pero cuando miramos hacia atrás en la última década, hay algo que se destaca entre todo lo demás: hemos aprendido que los desafíos que enfrentan las mujeres no son problemas sin soluciones. Hemos aprendido qué funciona y qué no».

Por su parte, Marta Gorski, odontóloga roquense y militante política con una Especialización en Violencia Familiar del Posgrado de Psicología de la UBA, dijo que la tarea pendiente es sobre todo que «la intersección de pobreza y género aumenta la vulnerabilidad de las mujeres a la explotación, la discriminación y el abuso». Esto forma parte de la «feminización de la pobreza», que se advierte en que la inmensa mayoría de las 500.000 mujeres que mueren cada año por abortos sépticos clandestinos son pobres. También se advierte al evaluar que son mujeres el 60% de los 550 millones de personas que viven con menos de un dólar diario en el mundo.

No obstante, Gorsky cita que la experiencia de los últimos años en la Argentina permite ver que la mujer jefa de familia «hace rendir» la mejora de su ingreso aún más que el hombre.

No obstante, hay mucho que hacer aún para que la Argentina trate de un modo verdaderamente igualitario a las mujeres respecto de los hombres. Y esto se debe a «la idea de que la mujer 'debe ser' madre, abnegada y delicada, en obediencia del paradigma que ha regido en 2.000 años de civilización, y tiene que ver con la distribución del poder en una sociedad patriarcal que la ubicó siempre en el rol de la sumisión, el servicio y la dependencia».

Planteó Gorsky que es necesario «cambiar ese paradigma por otro que plantee la equidad del hombre y la mujer, pero hasta el momento ha sido más fácil incorporar legislación que cambiar los estereotipos y los 'usos' sociales». Para cambiar ese paradigma, se inclina en favor de evitar «masculinizar» a la mujer sino, en cambio, a aceptar que la mujer es diferente del hombre, aunque no inferior. «Es necesario que convivan la diversidad con la igualdad de oportunidades», expresa.

Como ejemplo de los prejuicios sociales vigentes, señaló el tratamiento que habitualmente dan los medios de comunicación a temas como la violencia familiar y los homicidios que son mal llamados «crímenes pasionales», cuando «la pasión no mata, sólo los homicidas lo hacen».

Citó también que una mirada «hacia adentro» de la televisión española permitió detectar que entre las personas mencionadas con nombre propio en toda la programación, sólo un 15% son mujeres. En cuanto al tiempo asignado a uno y otro género, sólo el 9% es tiempo «hablado» por mujeres y el 91% restante por hombres. Esto, con el añadido de que a las mujeres generalmente se les pregunta sobre temas de la casa, el cuidado de los niños, el arte y la educación, mientras se busca la opinión de los hombres sobre los temas que gozan de más prestigio, como la política, la economía, la filosofía y la ciencia.

 

Ligadura y aborto

 

Respecto de la situación en Río Negro, lamentó que «todavía es letra muerta» en la mayoría de la provincia la ley de Salud Reproductiva, que autoriza a efectuar ligaduras de trompas en hospitales públicos a las mujeres que, por tener ya muchos hijos o por riesgo para su salud deseen hacerlo.

«En la práctica, sólo en Regina se aplica esa ley, porque los médicos de los hospitales públicos son 'objetores de conciencia', y yo me pregunto cuántos de ellos se niegan a este tipo de prácticas habituales en consultorios o clínicas privadas. Con esto, las «castigadas» siguen siendo las mujeres pobres, que no pueden decidir siquiera cuando no quieren tener más embarazos». Ponderó la franqueza de las opiniones del ministro de Salud de la Nación, Ginés González García respecto del aborto. «Es la primera vez que un ministro se juega así», dijo. «Negar que se mueren 500.000 mujeres al año por abortos sépticos clandestinos tiene que ver con la desigualdad de la pobreza. Porque nadie dice que los abortos no se hacen, como nadie puede considerarlos deseables. Pero en la práctica, quienes pueden pagar lo hacen en condiciones seguras, y las mujeres pobres deben acudir a una curandera o a una enfermera y muchas veces llegan a los hospitales al borde de la muerte». (AR)

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