Alegres, pero «queremos pruebas»
La vivienda de Mossul en la que murieron Uday y Qusay, los dos hijos de Saddam Hussein, continuaba vigilada por medio centenar de soldados de la 101 División aerotransportada estadounidense. Los curiosos se agrupaban en la acera de enfrente ante el alambrado de púas colocado por las fuerzas norteamericanas . Pasados los primeros momentos de regocijo, los bagdadíes quieren pruebas de la muerte de los vástagos del tirano depuesto, anunciada en Mossul (norte de Irak).
«Hubieran tenido que capturarlos vivos. Si es verdad que están bien muertos, será una buena noticia», dijo Adel Abu Salam en la entrada de un dispensario de Sadr City, barrio chiíta de la periferia de la capital «Es una patraña», afirma Abbas Chalab, empleado del dispensario, y agrega: «No es más que un complot para que ellos (los norteamericanos) se ganen la simpatía del pueblo» El 17 de julio «ya nos dijeron que habían matado a Saddam Hussein en Ramadi y eran mentiras», añadió el joven: «Queremos que paseen a Saddam Hussein y sus hijos en una jaula por las calles de Bagdad» La noticia corrió como un reguero de pólvora por ese barrio miserable y anoche cuando la televisión iraquí anunció la probable muerte de los dos «verdugos» los disparos atronaron el aire. Duraron más de una hora y en la mañana del miércoles el suelo quedó alfombrado de cartuchos vacíos En el mercado central de Sadr City, los vendedores y el público comentan lo acontecido. Haidar Alí dice que su primo recibió una bala perdida en la espalda y que tuvo que acompañarlo a las urgencias, a lo que Abbas comenta: «Ya lo ven, es un complot, los norteamericanos quieren desembarazarnos de nuestras municiones» Para Idriss Salem, «esto no es suficiente, a quien queremos es a Saddam, que es un cáncer y el cáncer hay que atacarlo de raíz». Idriss prosigue que «cuando nos veamos libres de Saddam, esperamos también vernos libres de los norteamericanos» Más lejos, en el centro de Bagdad, los moradores del barrio sunita más adinerado no manifiestan alegría alguna. En cambio, todavía se ven consignas en los muros: «Alá Akbar (Dios es el más grande) y Saddam es el gran héroe». «Sentir alegría, ¿y por qué? No veo en ello interés alguno. No fui una víctima del antiguo régimen», dice Nuredín, funcionario jubilado
Otro parroquiano joven y barbudo que quiere conservar el anonimato dice que es un ardid. «Estoy seguro de que Qusay y Uday armaron el golpe para mejor perderse en la naturaleza». Mohamed, kurdo, está contento del fin de los hijos Hussein pero quiere «pruebas». (AFP)
La vivienda de Mossul en la que murieron Uday y Qusay, los dos hijos de Saddam Hussein, continuaba vigilada por medio centenar de soldados de la 101 División aerotransportada estadounidense. Los curiosos se agrupaban en la acera de enfrente ante el alambrado de púas colocado por las fuerzas norteamericanas . Pasados los primeros momentos de regocijo, los bagdadíes quieren pruebas de la muerte de los vástagos del tirano depuesto, anunciada en Mossul (norte de Irak).
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