“Alfonsín está para gobernador bonaerense”

El ex intendente de Neuquén capital dice que Cobosva a ser presidente porque garantiza lo que la sociedad hoy le pide a la política.

entrevista:

CARLOS TORRENGO

carlostorrengo@hotmail.com

–¿Quién se queda con la candidatura a presidente por la UCR?

–Julio Cobos, sin dudas. Además, será presidente.

–Pero está Ricardo Alfonsín. ¿Entonces?

–Un gran candidato, sí, sí… un muy buen candidato.

–Pero no me dice nada en relación a la pregunta.

–Estoy convencido de que Ricardo debe ser nuestro candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.

–Me parece que incurre en una contradicción. Por un lado dice que Alfonsín es buen candidato para la Rosada; por el otro sostiene que debe ser candidato para gobernar la provincia. ¿Cómo es esto?

–No hay contradicción. ¿Acaso no dicen ustedes en el diario que la provincia de Buenos Aires es un país dentro de otro país? Siguiendo ese tipo de reflexiones, que responde a realidades concretas, hay una conclusión tajante: el radicalismo tiene que poner a un dirigente de primera como candidato a gobernador en la provincia, un hombre preparado, con personalidad, firmeza de convicciones y que tenga proyección sobre la provincia. Ricardo la tiene.

–¿Por propio mérito o por influjo de la muerte de su padre?

–A mí me parece muy mezquino pensar en esto último… No se ofenda, pero me parece mezquino. Es una mirada que no computa el todo en que se resuelve la política, en que se destaca una candidatura.

–¿Pero no le parece al menos llamativo que un partido con 120 años tenga que optar entre dos candidatos a presidente, uno que se alejó del partido porque el partido había devenido en la nada y otro que entra al ruedo por la vacancia que deja una muerte?

–Mire, la dialéctica que le es propia hace que la política defina, resuelva cuestiones en los términos a veces más inesperados. La política es química.

–¿Pero la ausencia de precisión química para resolver el trámite político implica no encontrar llamativo lo que sucede en el radicalismo en relación a estas candidaturas?

–Implica aceptar que la política suele resolver por el lado de lo no esperado; eso implica. Por otra parte, una vez que la política resolvió en esos términos, lo que importa son otras cuestiones.

–¿Cuáles?

–Que lo resuelto tenga un curso positivo. Eso importa. Y para el caso del radicalismo, lo que se fue dando con Julio y Ricardo tiene un curso muy positivo.

–¿Cuenta lo que hay?

–No, no en los términos que –permítame– intuyo que le da usted. Dicho así pareciera que el radicalismo acepta a Julio y Ricardo con resignación. “Lo que hay” es… es una construcción forjada de ahí, desde decir que se apela a lo que se puede, a la desesperada. Sin embargo ambos representan –lo dicen los sondeos incluso– una oferta de calidad. Son hombres probos, capaces, democráticos, honestos y todos los días, con hechos concretos, definen claramente su voluntad de luchar por un país mejor. Yo entiendo que en lo que hace a candidaturas… bueno, el radicalismo tiene una historia que dice que los candidatos a presidente han sido, en su mayoría, dirigentes que en esa candidatura resumían décadas de militancia, de lucha… valores que se ponían casi como excluyentes a la hora de postularse. ¿Pero por qué tiene que seguir siendo así?

–¿Política bajo dictado de posmodernidad?

–No sé. Leo mucha historia y nuestra historia rebosa de hechos que cambiaron o dirigieron a la política hacia lugares inesperados. Una vez le escuché decir a Félix Luna que las muertes en términos de un año de Marcelo de Alvear y el general Justo habían dejado a la política argentina desamparada de líderes capaces de volverla a encauzar hacia una apertura amplia; en consecuencia esas muertes liberaron el camino para el golpe del 43…

–Bueno, pero ésa es una reflexión que hace a lo contrafactual. Sucedió lo que sucedió.

–Lo que usted quiera… ¿Y Perón? Tres días antes del 17 de octubre del 45 está preso en Martín García, le escribe a Eva diciéndole que deja el Ejército y le propone irse a Chubut a manejar los campos de la familia Perón. Pero tres días después, desde el balcón, le pega un rebencazo a la historia argentina que todavía se siente… O sea: no hagamos de lo inesperado en política algo nuevo, algo por primera vez.

–¿La suerte del radicalismo en las urnas se define en la provincia de Buenos Aires?

–La del radicalismo y la del peronismo o los peronismos… es el 37% del padrón. Por eso el valor de un Ricardo Alfonsín como candidato a gober- nador.

–¿Y por qué no Cobos para ese espacio? Leopoldo Moreau le dijo a este diario que el partido debe aprovechar a fondo a Cobos y Alfonsín. Sostiene que el que no vaya de candidato a presidente tiene que ir a la provincia. Dijo incluso que Cobos, al tener domicilio en Ezeiza, está habilitado para ser candidato a gobernador.

–Sí que Julio tiene un impedimento: su tonada mendocina. Ni él se imagina haciendo campaña en la provincia con tonada mendocina… ¡Pero no, esto no lo ponga!… simple ironía…

–¿Entonces por qué no Cobos?

–Porque está para presidente y será presidente.

–¿Qué es estar para presidente? ¿Qué define ese estar? Se lo pregunto en relación a Cobos, pero definir qué es ese “estar” es un tema que genera, por caso, mucho debate hoy en Europa. En España, por ejemplo, Rajoy lo zamarrea diariamente a Zapatero con eso de que “no está” para gobernar desde el comienzo de su gestión…

–Hoy, aquí, estar para presidente es ejercer el poder con serenidad pero con firmeza. Sin gritos, sin dividir, confrontar sí, pero no haciendo de la política una guerra permanente… Y no estoy hablando de consensuar y consensuar, no. Uno llega al poder con ideas, proyectos y es legítimo que en ese camino genere colisión… la política es colisión, lo cual no implica avanzar en acuerdos y etcétera, etcétera. Pero lo que no se debe hacer es lo que hace el kirchnerismo, buscar roña y más roña –disculpe lo vulgar del término– y colocar en casillero de enemigo todo lo que le es diferente, estilo con el cual terminan reduciendo su propio espacio, su poder… como le está sucediendo hoy al kirchnerismo. Y Cobos garantiza todo lo que le está pidiendo la sociedad a la política: que la trate bien, que no le grite, que no busque meterle miedo, que no le mienta con dobles discursos, que no niegue la existencia de problemas… negativa que incluso el poder hace groseramente como lo hace cuando minimiza la inseguridad.

–Ricardo Alfonsín, a la hora de transmitir ideas, opiniones, lo hace con un estilo muy gestual, muy protagonista. Cobos, en cambio, es monocorde, ajeno a sumarles dosis de énfasis a sus reflexiones; no parece un entusiasta del “¡Aquí estoy yo!” del que hablaba Carlos Pellegrini. ¿Usted cree que estas diferencias de estilo de presentarse en sociedad pueden tener influencia en ella?

–No sé. Ricardo procura asumir la política desde prácticas que fueron propias de Raúl. Pero mire, en cuanto a Julio, tiene a su favor que no se interesa por conocer ciertas cuestiones que hacen a la política. No entiende de juegos partidarios o de la política en general. No se traga amague. Le doy un caso: no se pelea, no trata con desdén ni somete a ironía a quienes lo critican incluso desde bajezas. Él está probado en experiencias de gestión muy interesantes, con muy buenos resultados: rector de la Universidad Tecnológica de Mendoza, donde además fue ministro de Obras Públicas y gobernador. Y todas esas gestiones las manejó serenamente, con firmeza. Habla poco, define más.

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