Algo ha sucedido 02-11-03

Redacción

Por Redacción

¿Por cuánto ganaste, Carlos…?

-Y, algo más de 200 votos -respondió Soria con gesto de resignación.

-¡No te preocupes…! Las elecciones que se ganan hay que analizarlas no sólo desde los votos que se obtienen… hay que ponderarlas desde otras ecuaciones posibles…

-Sí, sí -dijo el rionegrino.

-Hay triunfos electorales que deben ser reflexionados desde los supuestos inamovibles que suelen provocar… Los «intangibles» que suelen tocar… ¡Eso las hace históricas…! ¿Qué importan 100, 200 ó 1.000 votos? ¡Nada…! ¿Qué nos pasó a nosotros en el '83, Carlos…? El peronismo no podía perder, pero perdimos… Alfonsín nos llevó por delante… ¡Y en esa elección yo gané Lomas de Zamora por 290 votos, ni uno más…! ¡En Lomas… peronismo puro… 290 votos… Me quería morir! -respondió Eduardo Duhalde. Luego, ambos atravesaron el jardín de la inmensa casa que el ex mandatario tiene en Lomas de Zamora. «Chiche» ya tenía servido café en sombríos y antiguos pocillos nacidos en la sucia Glasgow.

Eran las 9 de ayer.

El encuentro duró más de una hora. Soria lo dejó martillado por docenas de reflexiones y sugerencias. «Sentido común y calma, siempre calma», le dijo, por caso, Duhalde en un momento dado.

Lo primero Soria lo puede garantizar. Lo segundo, todo un desafío para su vehemencia.

Ya ingresando a Capital Federal, Soria se detuvo en un viejo y mistongo bar de Barracas. Seguramete lo miraron como pescado ajeno a un barrio tan metido en la historia, que formó parte de la única línea con que, antes de disparar, Sobremonte intentó frenar a los ingleses en 1806.

Ahí, papel en mano, armó una agenda. Dice que en los días próximos tomará contacto con varios intendentes con patente de eficientes. Soria confeccionó la lista vía aportes de un amigo personal que funge muy cerca de Ricardo López Murphy. También con datos llegados desde el gobierno nacional e incluso de Duhalde.

En ese lote, entre otros, figuran los jefes comunales de Trenque Lauquen y Tigre. El primero, Jorge Font. Radical. El segundo, Ricardo Ubieto. Vinculado con el peronismo, está al frente de un conglomerado de fuerzas que lidera una gestión municipal a la cual no es ajena incluso la inversión extranjera en materia de hotelería.

¿Qué busca Soria con estos contactos? Sabe que cada municipio es una particularidad. Pero no ignora que intercambiar información sobre problemas y soluciones forma parte de un piso mínimo de inteligencia. Parafraseando al poeta, «pinta tu aldea y pintarás el mundo».

El jueves conversó con Miguel Saiz, gobernador electo. Hablaron de la relación de poder a poder que inaugurarán en diciembre. Se prometieron vincularse sin sospechas.

Porque, claro está: en función de Roca, para el Saiz mandatario todo sería mejor con un radical en la comuna. A «Goyo» Martínez, Miguel le hubiese podido decir:

«Este mes no te envío la coparticipación… la necesito para ésta o aquella comuna… aguantame. Y 'Goyo', chito. Con un intendente peronista, es otra cosa», se señala en la periferia de Soria.

Siguiendo el axioma pellegriniano de que en política jamás hay que decir todo lo que se piensa, Saiz emerge de las urnas de Roca con saldos desiguales.

Un saldo: la derrota del radicalismo, al menos hoy, deteriora el poder de franjas enteras de la dirigencia políticamente más rústica del ala ortodoxa del veranismo. Un mundo muy inescrupuloso que, integrado por punteros y buscavidas, ve la política como negocio propio. Un espacio donde lo que importa es la acumulación de poder y su reproducción. Jamás la política como hecho creativo referenciado con el conjunto. ¿O la gente no tuvo en cuenta aquel mundo a la hora de votar?

Otro saldo: Saiz es responsable de la designación de un candidato a intendente de perfil magullado para el cargo: Jorge Martínez. Menor responsabilidad que la del gobernador Pablo Verani, Daniel Sartor y el propio ministro de Economía José Luis Rodríguez, pero Saiz estuvo en el ajo. Saiz sabía que «Goyo» no cerraba, que de motu proprio no tenía peso específico como para seducir. No le era ajeno que debía inyectársele protagonismo desde afuera para instalar su candidatura. Pero Saiz calló ante los designios del mando, Verani.

Un gobernador que por semanas orilló la irritación cuando muy pocos se aventuraron a decirle que con «Goyo» quizá se marchase a un sacrificio estéril. Así reaccionó, por caso, una tarde en una chacra de la avenida Viterbori.

-¡Bueno, mirá… si no te gusta, no sé… Pero esto es así y así! -le respondió a un radical que lo miró, cambió de tema y dejó que la realidad hablara.

El domingo 26, la realidad acreditó razón a ese radical.

Silencios y verticalidad, signos patéticos del interior del planeta veranista. Un mundo orwelliano.

Conductas que han calado tan hondo en ese espacio, que presiona y alienta lo insólito. Un caso concreto: el del gobernador electo diciendo que la investigación judicial sobre el caso coimas en casinos es una «novela mediática».

Desdén grave.

Porque mediante él Saiz se revela desde una inquietante y peligrosa naturaleza: desjerarquizar la acción de la Justicia y hablar desde el prejuicio acerca de lo investigado por este diario sobre el caso en cuestión.

Mal síntoma siembra el mandatario electo con esa declaración.

Promueve augurios poco alentadores sobre cuál será su conducta, ya en el poder, al tener que referenciarse al pasado inmediato. Y también sobre cuál será su conducta ante lo que eventualmente le suceda en su propia administración en materia de corrupción.

Mucho de forma y estilos de todo este planeta veranista fue derrotado el domingo en Roca.

Derrota que define el «supuesto inamovible» del que le habló ayer Duhalde a Soria. Supuesto forjado en un intangible: el radicalismo no puede perder. Cualquiera sea el candidato, el radicalismo no pierde.

Pero perdió.

Sólo en el imaginario de un reduccionismo muy brutal de la reflexión se puede alimentar la convicción de que el poder se reproduce por los tiempos de los tiempos.

Todo un mundo de canonjías y métodos miserables de hacer hacer política está en cuestión.

Por ahora, Soria ganó una elección muy importante. Hasta el momento, es lo único consolidado que tiene.

El resto, materia de futuro.

Carlos Torrengo

ctorrengo@rionegro.com.ar


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