Algo más que escasez de dinero

Por Alicia Miller

La pretendida normalidad que el gobierno ostenta al pagar los salarios más o menos al día no es tal si, en lugar de afectar a los empleados públicos evitando que éstos salgan a la calle, se perjudica a los sectores más postergados de la población.

Hoy, el Estado está cumpliendo con los estatales a costa de relegar a los estudiantes de las escuelas rurales y a las personas que, por no tener obra social ni recursos económicos solventes, concurren por asistencia médica a los hospitales de la provincia.

Claro. Ellos no queman cubiertas y su capacidad de lobby es virtualmente inexistente. Pero las consecuencias serán más graves y permanentes que un disturbio callejero.

La cuestión no es menor, sobre todo si se considera que el problema no sólo es de falta de dinero sino de capacidad para diseñar mecanismos ágiles y eficientes de gasto público.

Educación tardó meses en pagar el transporte para las escuelas rurales pero, aun con las cuentas al día, las falencias del sistema siguen dejando a los chicos sin clases. El resultado es comparable a un prolongado paro docente, con la diferencia de que se trata de un virtual «paro» oficial.

En Salud, la burocratización del gasto generó no sólo carencias en todos los hospitales, sino una verdadera tormenta política entre el titular del área -el médico arriaguista y del sector privado Pedro Mazzoleni- y su segunda -la radical y «hospitalaria» Silvia Laguardia de Luna.

Mazzoleni -con su particular estilo de priorizar su participación en un safari por sobre la misión de recibir al ministro nacional de Salud, o de autorizar viáticos a funcionarios antes de designarlos- no tiene aliados ni en el partido radical ni en el sector estatal -incluyendo al gremio UPCN-. Laguardia atesora una reconocida militancia, pero eso no la libera del reproche del gobierno ante lo que, en términos de disciplina partidaria, se considera «un exceso»: «Ella salió a los medios con acusaciones muy duras, y eso no se hace».

Mientras miles de rionegrinos esperan que se atienda su salud, el entredicho entró en un compás de espera de quince días por la licencia forzada de Laguardia, tras lo cual el propio gobernador a cargo -Bautista Mendioroz- se ocupará de ver si las heridas cerraron o se impone un cambio en el equipo.

También la Justicia tiene por delante definiciones difíciles vinculadas con la escasez de dinero y los conflictos que de ella derivan: el Superior Tribunal reglamentó el recorte de salarios de empleados judiciales dispuesto por la Legislatura, aunque lo redujo y unificó en un 15%, en lugar de aplicar una banda creciente que hubiera llegado hasta el 28%.

El detalle -nada menor, por cierto- es que la quita no alcanzará para comprimir el presupuesto judicial a la medida de la disponibilidad que fijó el Poder Legislativo y que, a su vez, es la exigida por el Banco Mundial para girar un nuevo desembolso de fondos a la provincia.

¿Qué hacer, entonces? Nadie cree que pueda prosperar el pedido del diputado Luis Falcó para que los jueces se reduzcan voluntariamente sus salarios.

La falta de alternativas pone en debate otras partidas del Poder Judicial, y ya se habla de la posibilidad de eliminar la guardería del personal, o de pasar al Ejecutivo los servicios sociales y el equipo forense, con la consiguiente reducción del salario del personal asignado a esas áreas. En resumidas cuentas: conflicto.

Sea como fuere, el Ejecutivo iniciará la semana próxima un monitoreo de las cuentas judiciales, porque -tal como el ministro Rodríguez afirmó- «el Presupuesto es ley y se cumplirá tal cual está».

Esto significa que no habrá ni un peso más para la Justicia, ninguna ampliación de partidas como la que logró el año anterior.

Casi unidos

La licencia del gobernador Pablo Verani para atender su salud ha tenido un efecto «sanador» sobre las internas en el partido gobernante.

El «vice» Mendioroz no encuentra más que gestos generosos y afables aun de quienes en el gabinete le retaceaban información un mes atrás. Sinceros o «a pedido de Verani», abrieron una virtual paz.

Pero bajar los decibeles no ha sido el criterio de todos: el ex gobernador Horacio Massaccesi dialogó afablemente con Verani y quiso congraciarse con él, aunque no todo le sonrió.

Al parecer, habría obtenido de Verani la disposición de alentar una amnistía el año próximo si la Justicia ratifica su expulsión de la UCR.

Pero la tendencia de Massaccesi a actitudes individuales le jugó una mala pasada: a Verani y a sus allegados les molestó que el ex gobernador hubiera difundido a los cuatro vientos el contenido de la charla.

«Horacio sólo piensa en perjudicar a Bautista (Mendioroz) y no se da cuenta de que, al hacerlo, está contrariando el deseo de Pablo de evitar todo internismo en su ausencia», dijo una alta fuente de gobierno, que descartó que aquella charla significara un acercamiento duradero.


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