Algo más que un lazo de sangre
Regresó a Viedma Rocío, la pequeña que recibió el hígado de su padre.
VIEDMA (AV).- Luego de tres meses, un trasplante y dos operaciones regresó a Viedma la pequeña Julieta Rocío Becerra.
Sus escasos dos añitos no le permiten dimensionar la increíble experiencia de vida que le tocó en suerte. Sus jóvenes padres apenas si alcanzan a contar lo sucedido tan rápidamente pero todavía no tuvieron tiempo de sentarse tranquilos para reflexionar en profundidad lo vivido. Sólo concluyen en la felicidad de haber regresado a Viedma con la pequeña Rocío sana que «es al fin lo único que importa».
Todo empezó el tres de abril con un llanto poco frecuente de la beba que por su intensidad los padres no dudaron en que «algo raro le pasaba». En horas le diagnosticaron una hepatitis fulminante. Ese día fue trasladada al Garraham a Buenos Aires y al siguiente encabezó la lista de espera nacional para un trasplante hepático. Y a los tres días ingresó al quirófano infantil al mismo tiempo que su papá Carlos lo hacía en el Argerich con la esperanza de transformarse en donante para salvar a su hija, la más chiquita de los cuatro: Adriana (10), Carina (8) y Andrés (4).
Las 12 horas del trasplante de la nena se duplicaron para Alicia, la joven madre. La interminable espera terminó en un fugaz beso «que le pude dar cuando la sacaron» envuelta en tubos, sondas, respirador artificial y vendas. Al día siguiente Rocío abrió los ojos sin emitir sonido alguno, ni siquiera llanto. Pero la expresión de su mirada era suficiente para sus padres. «Nos miraba con bronca. Estaba enojada y seguro que nos culpaba por todo lo que estaba pasando», aseguró su mamá. Pero la fortaleza de Rocío aún tenía reservas para aguantar una neumonía y dos operaciones más por pérdida biliar.
Por suerte las cicatrices llegaron y desde este fin de semana su carita cambió aún más. Ya está en casa junto con sus hermanitos con quienes se quedaba todas las mañanas cuando papá se subía al taxi y mamá ayudaba en la limpieza de otras casas. Ahora «mi señora no podrá trabajar y yo espero tener el puesto en el taxi. No serán fáciles las cosas con un solo ingreso pero lo peor ya pasó. Y estamos agradecidos de tener nuestra hija nuevamente en casa», dijo Carlos sin evitar la emoción. No se olvidó de agradecer a los vecinos de Viedma y Patagones por la ayuda recibida y de destacar la importancia de la donación de órganos. «No hay que olvidarse que a todos nos puede pasar», reflexionó mientras le pedía un beso a su hija.
VIEDMA (AV).- Luego de tres meses, un trasplante y dos operaciones regresó a Viedma la pequeña Julieta Rocío Becerra.
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