Algo «muy específico»

Una realidad muy «específica».

Esto es el PJ rionegrino cuando se lo reflexiona en el contexto de la historia nacional del partido. Y lo es por una razón muy sencilla: en la provincia jamás se pudo sentir hacedor esencial, casi excluyente, de la definición política. O -como dicen los politólogos- este PJ tampoco es un bloque de sentidos y acciones que transpire poder y reproduzca poder.

Desde la perspectiva del poder, este PJ se emparenta en mucho con su vecino, el PJ neuquino. Comparten el destino de la «especificidad».

Esta realidad puede ser explicada desde la más variada gama de planos. Pero por donde se la mire, la conformación de ese proceso siempre encontrará como una causa esencial la naturaleza del desarrollo económico social que signó largamente a la provincia. Un devenir hoy plagado de condicionamientos. Pero que por años alentó imaginarios y realidades de evolución social que encontraron en la UCR su síntesis de expresión política.

Llegó la transición. Y la hegemonía excluyente que en lo que va de ella ejerce el radicalismo en el manejo del aparato de Estado le facilitó ayudar a que el peronismo se mantenga en condición de realidad muy «específica».

Hegemonismo que no es ajeno a prácticas deleznables para la salud de la política.

Pero un espacio desde el cual se palpan las debilidades de tramos de la dirigencia peronista. Y de ahí en más permite torcer voluntades. Traerlas al molino radical. Hacerlo vía seducir la mentada víscera más sencilla de la que hablaba Juan Perón.

Para este tipo de operaciones, el radicalismo siempre contó con otro valor agregado: el duro internismo que define un largo tramo de la vida del peronismo provincial. Los consecuentes rencores y heridas han hecho las delicias del oficialismo para seducir justicialistas. O sea, un terreno abonado para generarle dimes y diretes al peronismo.

Seducción que en términos electorales germinó en el '87. Fue cuando el océano que siempre separó a Remo Costanzo -ese año candidato a gobernador- de Mario Franco llevó a éste a crear un partido para esas urnas. Lo vertebró alrededor de la entonces lista Celeste del PJ, poderosa en aquel tiempo. Sacó no más de 5.000 votos. Todos peronistas. Monto casi exacto por el cual se frustraron los sueños de Costanzo ante un entonces pletórico Horacio Massaccesi.

Y en el '95, a modo de devolución de gentilezas recibidas de parte de Pablo Verani, Franco alineó los suyos detrás del radicalismo. Ganó Verani por 640 sufragios. Pero el caso Franco es sólo un dato en la dinámica de transferencias de peronistas al radicalismo.

¿Qué harán en las próximas urnas los peronistas jugados ahora en favor del radicalismo?

Seguramente los radicales tienen el dibujo hecho.

Y el PJ imagina qué perfiles tiene ese dibujo.

Carlos Torrengo


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