Alguien, al exilio

Entré al quincho justo cuando disertaba Ludovico.

-¡Tiene razón Santiaguito Kovadloff… hay un puñado de libros que sí o sí cambiaron el mundo… «El Capital»… «La riqueza de las naciones»… no sé… «El Príncipe», «El origen de las especies»… que sé yo… Voltaire…! ¡Voltaire! Rousseau… Tommy Moro…

– «D»Artagnan»… «Rayo Rojo»… «Play Boy»… «Patoruzú»… ¡Joder si ha cambiado al mundo «Play Boy»!- acotó el gordo Boedo…

-¡Y eso que no hablamos de las reflexiones de ese delfín vernáculo de la moral kantiana que es Luisito Barrionuevo, ínclito senador!

-¿Y en qué cambió el mundo «Play Boy»?- preguntó «Parroquia»…

-¡En la forma en que uno mira a su esposa! ¡Nada es igual en esa relación a partir de «Play Boy»!- dijo Boedo.

-¿Y por qué todo este tema?- pregunté.

-Hablábamos de los libros que se llevarán al exilio los radicales que pierdan la interna…

– Por qué el exilio?- pregunté

-¡Eduardito, santo varón: esta vez la interna llega con sangre en el ojo…! ¡El que gana pasa la garlopa y el cepillo de acero…!

– El veranismo ya le notificó a Mendioroz, Sarandría y «Nano» Chironi lo que hará con ellos si pierden la interna. A Sarandría lo mandan de enfermero a la meseta de Somuncura, desde donde debe responder sobre sus funciones a Daniel Sartor…

– ¿Y a Bautista?

– A Bauti lo mandan a vivir a Roca… a Barrio Nuevo… ¡Como todos sabemos Bauti ama a Roca! ¡Y en ese barrio tiene mucho consenso!

-En Roca, Bautista no podrá conciliar el sueño- dije.

-¿Por?

-Y… porque cada vez que sienta los camiones térmicos que pasan por la calle, gritará que los de Roca se «están trayendo la capital de la provincia»…

-¿Y qué harán los veranistas con «Nano»?

-Lo mandan un tiempo a una abadía de Franciscanos. Y ya sabemos: para un Jesuita no hay nada más cruel que hacerlo vivir con los Franciscanos, a los que consideran seres menores… hermanos que sólo sirven para trabajar en la huerta de la abadía. Y si algún franciscano sale inteligente, los jesuitas dicen que a lo sumo puede llegar a jefe de la pandilla encargada de estibar toneles de vino de misa- acotó Ludovico.

-¿Y con Iván Lázzeri que harán los veranistas?- pregunté.

-¡Ah, para este caso tienen un plan concebido con sumo rigor… para ellos, el problema de Iván es que está carenciado de… de… línea política… de olfato, de estilo para explorar política y decidir en el momento oportuno sin posibilidad de reacción en contra… Iván está carente de convicciones destinadas no sólo a decidir correctamente, sino también a persuadir al conjunto y lograr que el conjunto lo siga en función de un objetivo… ¡Ese es el problema de Iván!- dijo «Parroquia».

-¿Y entonces que harán los veranistas con él?

-Lo mandarán a Bariloche a hacer un curso intensivo de «Política de calidad»…

-¿Quién dicta el curso?- preguntó Ludovico.

-Atilio Feudal…

-Pero admitamos la posibilidad de que el veranismo pierde la interna ¿Qué hacen los no veranistas con el veranista Saiz?

-Nada… ¡Nada de nada!

-¿Cómo nada de nada?

-No… no es que no tengan intenciones de hacer algo, simplemente es un problema de tiempo… es decir: ¡no tendrán tiempo de hacer algo!…

-¿Por?

-¡Porque si pierden hay suicidio masivo en el veranismo! ¡Te quedás sin materia prima para hacer algo! ¡Sí, suicidio… como aquellos japoneses que no admitían la rendición: harakiri!

Eduardo Gilimón


Entré al quincho justo cuando disertaba Ludovico.

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