«¡Algún día contaré que yo le barría el piso a Dayub!»

-¿Cómo fueron tus comienzos, tu formación Vando?

-Los orientales dicen que la dificultad despierta la creatividad. Yo hice un entrenamiento actoral muy fuerte, basado en la filosofía oriental. Con ese método hice dos obras con las que viajé mucho, una de Mishima y «Hombre de la esquina rosada», de Borges pero en una versión oriental, dirigida por Mónica Viñao. También hice «Visibles» y «El Torniquete».

-Si, estudié con Francklin Caicedo, Luis Castelanelli, con Cristina Moreira.

-¿Cómo se conocieron?

– Nos conocimos en un espectáculo que se llamó «El primero». Coincidió con que era la primera obra que hacía Mauricio cuando llegó de Paraná a Buenos Aires, en la yo trabajé como asistente de dirección. Era mi primer contacto con el teatro, que estrenamos un primero de septiembre, bueno, eso fue buscado. Fue como un sino. Ahí nos conocimos, después nos volvimos a encontrar. (Mauricio comienza reírse)

-¿Qué pasa?

-Hay una anécdota. En ese espectáculo Mauricio trabajaba con unas ropas muy claras, amarillas. Hacía unas cosas por el piso y como la pobreza obligaba a no pasar por una tintorería para lavar la ropa, todos días, antes de la función, yo tenía que limpiar con un lampazo la parte donde él se tiraba para que no se ensucie la ropa. Yo siempre, en esa cosa de repetir las cosas que tiene el teatro, empezaba a limpiar diciendo: «¡algún día podré contar que yo le barría el escenario a Dayub!», y ahora lo estoy contando exactamente 14 años después.

-¿Y antes de la actuación que hiciste?

-Hice un poco de todo, pero básicamente trabajaba en finanzas. Me iba muy bien, paralelamente estudiaba teatro, música. Al mismo tiempo tenía una necesidad de reafirmación económica, era parte de tener un proyecto y estar enamorado. Después quebré en un momento, participé de una estafa muy grande, del punto de vista de la víctima y me dio mucha lucidez, perdí todo el dinero que había hecho trabajando tantos años. Eso me permitió ver que nunca más iba trabajar por lo que yo quería, y si ganaba dinero sería porque lo hacía bien, como añadidura pero no como móvil.

-¿Qué dijo tu mujer?

-Me separé… No fue por eso, pero finalmente me separé. (S.Y./C.A.)


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios