Alicia González: «La cuchara y la mezcla no mellan lo femenino»

En el marco de la vigorización de los estudios sobre el rol de la mujer en la contemporaneidad de Río Negro y Neuquén, González ha publicado dos sólidos ensayos sobre las albañiles y el Movimiento de Mujeres en Lucha.

entrevista a la investigadora de género

-¿Qué le va dejando como experiencia profesional el investigar durante años a la mujer rionegrina y neuquina y su pasos adelante en materia de inserción pública, en el asumir la dirección de sus propias existencias?

-La pregunta es muy amplia. Dos de mis investigaciones tienen que ver con cuestiones muy contemporáneas, cuestiones que están en desarrollo. Uno: el estudio sobre las mujeres albañiles de Río Colorado, cuya tarea sigue hoy a través de diez cooperativas. Otro: la investigación sobre el Movimiento de Mujeres en Lucha (MML) de Neuquén y Roca, que tuvieron sello muy significativo a partir de finales de los 90. En ambas investigaciones trabajé, en términos de fuentes, con los relatos directos de las protagonistas. Sus mundos, sus imaginarios, sus objetivos… sus luchas concretamente. Y ésa fue, es, una experiencia muy rica, fuerte. Se está ahí, de cara a actores sociales que protagonizan nuevos procesos en la vida de nuestras provincias…

-En clave a un mirada rápida, ¿qué diferencia sustancial existe entre uno y otro espacio?

-No sustancial en términos, expresiones contradictorias, sino diferencias desde donde germinan sus luchas…

-¿De puntos de partidas?

-Sí. El MML surge en oposición a los remates de chacras por parte del sistema financiero ante deudas propias de lo que fue deviniendo la actividad en los 90, con todo el proceso de concentración que lo definió. Esas mujeres expresan, en tanto mujeres de chacareros, propiedades a lo sumo de 20 hectáreas. Quieren frenar los remates… Se trata de lucha por la tierra, el ámbito en el que han nacido… un espacio que es símbolo de sus vidas, de génesis muy fuerte que las marcan. Desde ahí saltan a la vida pública…

-¿Expresan el conservadurismo que es propio de quienes la tierra les dio mucho sentido a sus vidas?

-Sí. Y protagonizan desde tiempos largos, historias muy sentidas, vividas en esa tierra. Y son, ellas o su maridos, sus familias, propietarios bajo acecho de desaparecer como propietarios. Distinto es el caso de las mujeres albañiles.

-¿Otra idea de futuro?

-No en términos de futuro como progreso. Simplemente vivir en un lugar más digno del que parten a construir sus propias casas. Un avance desde sus propias realidades de condicionamientos, carencias, etc. Y manteniendo lo femenino, producen un hecho, en el marco cooperativo, que es de ellas, muy de ellas. Demuestran que la cuchara y la mezcla e, incluso, como señalo en mi investigación, las cooperativas que crean ajustadas a legislación, tienen nombre de mujeres…

-¿De ahí lo de las uñas pintadas?

-Hace a eso, claro. La construcción es un trabajo duro. Y ellas, incluso, en general son domésticas, un trabajo que junto con la construcción está en rangos muy bajos en materia salarial, desconsideración, etc. Pero sí, muchas de las mujeres albañiles de Río Colorado, ponen ladrillos, hacen mezcla, maquilladas, con las uñas pintadas… No se permiten que la historia dura en la que están les quite lo femenino. Nada les ha sido fácil ni lo es… los hombres se van y ellas con los chicos siguen y siguen. Dignidad. Aunque no todas están solas, siguen en pareja.

-En dirección a esto último, ¿qué les suma, familia hacia adentro, el asumir la cuchara y la mezcla?

-Autoestima, autonomía en relación a los roles tradicionales de la familia, donde el marido prima en las decisiones. Hay pérdida de subordinación y, por supuesto, se modifican ciertos roles con los que funcionaba el grupo… el marido ya no puede esperar que la mujer le haga de comer.

-El andamio como nuevo sujeto de la historia…

-Pero no hay un diagnóstico uniforme sobre esto. Hay casos y casos…

-De las fuentes con que avanzó en la investigación, ¿hay algún plano de la construcción en la que ellas parecen tener mayor predilección?

-Aprenden bien, todo. Lo dicen los coordinadores de las obras, de los grupos que construyen, cada uno, cuatro casas. Pero sí, aunque lo definiría como predilección. Pero asumen muy bien la instalación eléctrica…

-En relación a su investigación sobre el MML, ¿pensó en el inicio en encontrarse con la sinceridad con que asumían las mujeres chacareras las deudas, en relación a la vergüenza con que ese tema era abordado por los hombres?

-La diferencia fue surgiendo en el andar de la investigación. Incluso yo recupero algunos relatos de ellas formulados a la prensa nacional. Lo habrá leído: «Veo que mi marido no se defiende… está callado, fuma, llora». Los intereses -como escribí- son los mismos, pero ellas protagonizan, como mujeres, una nominación de género. Ellas colocan en el espacio público algo -la deuda, claro- que, en todo caso, el hombre preferiría mantener en lo privado. La imposibilidad de pagar es callada por los hombres. En cambio ellas salen a la calle, ponen incluso mucho ingenio para reclamar, socializan en tema, lo clavan en lo público… lo trasladan más allá de lo económico-financiero. Tema social, de todos… y, bueno, lograron sus frutos.

carlos torrengo

carlostorrengo@hotmail.com


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