AMIA: Quedan arrinconados ex policías

Tras testimonios de la esposa de Telleldín, ex de la bonaerense quedan comprometidos.

BUENOS AIRES (ABA) – La declaración de Ana Boragni (esposa de Carlos Telleldín) en el juicio oral por el atentado a la AMIA, dejó a los policías acusados -especialmente al ex comisario Juan José Ribelli y a Raúl Ibarra-, al borde del precipicio.

Así al menos lo evalúan tanto la parte acusadora (AMIA y DAIA), como los fiscales de la causa.

Contrariando todas sus manifestaciones anteriores, Boragni afirmó ante los camaristas que su marido no le vendió la Trafic (con la que se habría cometido la masacre) a los ex bonaerenses, sino que se las entregó porque fue «extorsionado» por estos.

«Es más -aseveró a «Río Negro» la abogada de la DAIA, Marta Nercellas-, la testigo reconoció que quien ingresó a retirar la camioneta fue un representante de la policía, e identificó al ex subcomisario Ibarra (mano derecha de Ribelli) como uno de los hombres que estaba esperando afuera».

Por su parte, para el fiscal Alberto Nisman el testimonio de Boragni «aunque no concluyente -porque hay más pruebas-, es determinante para acreditar la responsabilidad de los efectivos».

– ¿Porqué se quebró la mujer de Telleldín, cuando siempre había sostenido (igual que su marido en la última indagatoria) que la Trafic se había vendido?

– Fueron muchas horas de preguntas -interpreta Nercellas-, y cuando se empezaron a notar sus contradicciones no pudo persistir en la mentira y confesó entre sollozos que su marido entregó la camioneta en concepto de una deuda con la brigada de Lanús.

En tanto, Nisman coincidió en que arrinconada por las preguntas la testigo no pudo persistir en su postura anterior.

«Suicidio jurídico»

Nercellas sostuvo que la declaración de Boragni impactará en la situación de los acusados «no es un cambio de óptica para nosotros que siempre pensamos lo mismo sobre los responsables del episodio ocurrido hace más de ocho años», y agregó que a partir de ahora la defensa va a tener que cambiar de estrategia «si no van a un suicidio jurídico».

Aunque aparentemente la «nueva versión» de Boragni dejó en mejor posición a Telleldín (quien pasaría a ser de vendedor de la Trafic a extorsionado), la representante de la DAIA y el del Estado, no piensan así.

«En realidad, creemos que Telleldín tenía una sociedad con los policías a quienes les pagaba para delinquir», sostuvo Nercellas.

La misma agregó que tras el atentado, Telleldín «fue preparando prueba para desviar la investigación lo que demuestra que sabía para que se armó la camioneta, y cuando mencionó a los policías es porque no le quedaba más remedio, pero intentó cubrirlos todo lo que pudo».

En la misma línea, el fiscal Nisman destacó que «existen más pruebas sobre la responsabilidad de Telleldín que jurídicamente no puede valerse de la declaración de su propia mujer».

Para las partes, también estaría acreditado el carácter de «testaferro» de los policías en el que actuó Ramón Martínez, mencionado en principio por Boragni como el adquirente de la camioneta.

Boragni contradijo ayer a Telleldín

La mujer de Carlos Telleldín negó ayer haber cobrado a cambio de la confesión en que su marido incriminó a policías bonaerenses en el atentado a la AMIA, con lo que contradijo a su marido, quien sí confirmó que le pagaron 400 mil dólares en su declaración indagatoria, durante el juicio oral en su contra.

Además, los jueces se dedicaron ayer a remarcar contradicciones que parece haberles dejado la versión que Ana Boragni dio sobre el 10 de julio de 1994, día en que según dijo policías se llevaron la Trafic usada en el ataque como parte de una extorsión.

«Yo no recibí ningún dinero, él habrá mandado a otra persona», aseguró Ana Boragni en su tercer y último día de declaración como testigo, aunque no pudo explicar por qué el 5 de julio de 1994 abrió una caja de seguridad en un banco, fecha en la que su marido involucró en el atentado a policías bonaerenses.

Esta noche, Boragni quedó demorada a la espera de la declaración sorpresiva de una testigo de identidad reservada, «K» -Miriam Salinas- quien perjudicó a su marido en la causa. Ambas podrían ser sometidas a un careo. Sobre el cobro de los 400 mil dólares la mujer admitió que el 5 de julio de 1996 se encontró en un banco de Ramos Mejía con dos supuestos «editores» que tenían que pagarle a cambio de un libro de Telleldín, operación que según ella no se concretó.(Télam)


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