Amores y broncas en el BPN

QUé QUIERE QUE LE DIGA

JORGE GADANO jagadano@yahoo.com.ar

Con el presidente Omar Gutiérrez en el puente de mando y la asistencia de unas 1.500 personas –contando a poco más de la mitad de los funcionarios y empleados de toda la provincia y de la provincia de Río Negro, más las esposas o esposos de los matrimoniados y la presencia estelar de invitados tan especiales como el jefe del Estado dueño del banco Jorge Sapag– se realizó en el estadio Ruca Che la gran fiesta conmemorativa de los 50 años de la entidad. Es justa la conmemoración, porque se trata de uno de los pocos bancos de provincia en los que no se ha privatizado, tal cual fue prometido por Jorge Sobisch, ni una baldosa, y que ha logrado acabar con el molesto obstáculo de la licitación pública para realizar sus compras y contrataciones. Ofrecemos, por lo tanto, la crónica, a pesar de que el acontecimiento fue secreto para la prensa, porque no se podía entrar sin invitación, según dijeron los guardianes de la empresa de seguridad Sacatuc. Incluyendo gastos directos e indirectos, la fiesta costó unos tres millones de pesos, justamente la mitad de un aporte no reintegrable de seis millones otorgado recientemente por el gobierno provincial al banco para “el sostenimiento de la banca pública”. El catering fue de Franco Servicios de Río Negro. Hubo mesas de quesos, frutos de mar, fiambres, frutos secos. Las servilletas hicieron de platos, y para apoyar las copas se distribuyeron unos posa-copas que tenían el logo del cincuentenario en dorado. La pista principal del estadio sirvió de pista de baile. A un costado se emplazó una globa donde había otras mesas de bocaditos y y mesas y sillas para “adultos mayores” (los jubilados). Alrededor de la pista se colocaron sofás, taburetes y mesas ratonas para los especiales como el gobernador, la vice Ana Pechen, el ex presidente del banco Carlos Chiáppori, ministros y secretarios. Por separado hubo variadas barras de bebidas en las cuales se podían elegir tragos a gusto de cada uno y sin límites. Se sirvió una paella algo insípida según algunos confidentes, ravioles y unas rodajas de pernil que escasearon. Todo regado con vinos y champán a discreción. Y cuando el sol del día siguiente venía asomando llegaron pizzetas, panchos y cerveza. Hubo animadores contratados, pero el principal fue Gutiérrez, quien se ocupó con entusiasmo de organizar bailes en grupo y “trencitos”. No podían faltar, y no faltaron, los discursos que enteraran al público de lo bien que le va al banco. El primero fue de Gutiérrez, quien se refirió al propósito de expandir la actividad del banco hacia Río Negro, convirtiéndolo en regional. Luego habló el gobernador, en la misma sintonía optimista y restando importancia a las críticas. A ambos se les pasó por alto el caso Temux, en el cual el juez Marcelo Muñoz ha ordenado nuevas medidas instructorias, pero ninguna que toque a Jorge Sobisch. A fines de diciembre del 2004, hace casi seis años, el ex gobernador se reunió con el directorio del banco y aprobó las medidas que le propusieron –participación en un fideicomiso, alquiler de Lebacs– para financiarle a Temux el resarcimiento del daño causado por el fraude. Si fuera del caso imputarlo, queda poco tiempo, porque el plazo de prescripción, de seis años, vence dentro de dos meses. Obviamente, no hace falta decírselo al juez, porque él lo sabe. Seguramente, el funcionariado del banco bailó sobre la pista del Ruca Che como si fuera algo propio. Es comprensible, porque importantes contratos de construcción del estadio se hicieron sin licitación pública. Pero ni eso, ni otros detalles de la fiesta que las revistas del espectáculo no dejarían pasar, oscurecieron el acto de mayor brillo, cual fue el otorgamiento de un premio a Omar Rivera, subgerente de sucursales, por sus 30 años de servicios al banco. La trascendencia de la premiación deriva de que el premio se otorga por primera vez (hasta ahora se venían dando por los 25 años) y, más aún, de que Rivera es el delegado general del personal, lo que evidencia la armoniosa relación entre empleados y patrones que existe en esa gran familia. O, mejor dicho, existiría. Porque la emoción que se esparció por el estadio con la entrega de la distinción y el abrazo entre el sindicalista y el patrón se disipó con el paro en el BPN decretado por la seccional Neuquén de la Asociación Bancaria para el lunes pasado, en demanda del pago del adicional por zona desfavorable. En medio del conflicto se alzó una enconada polémica entre la seccional y la comisión interna. En vísperas del paro, los delegados Rivera y Mario Bustos pidieron calma a sus representados, dijeron que “éste no es el momento de medidas de fuerza” y comunicaron que habían resuelto no adherir al paro. La seccional contestó en un comunicado titulado “bajo y vergonzoso”, en el que repudiaron la conducta de ambos delegados, a quienes acusaron de “fabricar un supuesto acuerdo confuso no escrito” y de pedir a la gerencia de recursos humanos del banco que informara a los empleados que el paro se había suspendido.


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