ANALISIS: El riesgo de jugar al desgaste

Nuevamente ocurrió lo peor. Como hace 10 años, la represión a una protesta docente se llevó una vida. El 12 de abril de 1997 cayó muerta en Plaza Huincul la empleada doméstica Teresa Rodríguez, y esta vez le tocó al joven profesor Carlos Fuentealba.

Entonces gobernaba Sapag y ahora Sobisch, pero el común denominador parece haber sido el dejar que las cosas fueran demasiado lejos. Esta vez el gobernador asumió que fue él quien dio la orden de despejar la ruta en Arroyito, aunque dejó claro que no se haría cargo de los «excesos» (un argumento de muy mala memoria), sobre cuyos responsables haría caer «todo el peso de la ley».

Lo que Sobisch no dijo y toda la sociedad tiene derecho a sospechar conociendo su sesgo autoritario, es que si la policía no actuó antes, a pesar de los reiterados cortes de rutas, fue muy probablemente porque él dio la orden de que no lo hiciera.

La presunción no es aventurada porque hace un año, admitió que había dado la orden a la policía de no actuar. Fue cuando un grupo de irregulares disfrazados de obreros de la UOCRA se dedicó a aporrear a un puñado de maestras en una virtual zona liberada.

Como en numerosas oportunidades durante sus sucesivos gobiernos, Jorge Sobisch ha jugado al desgaste de la protesta gremial y al cansancio de la sociedad con la medida extrema de los cortes de ruta, para actuar luego con la policía. Sólo que esta vez hay un muerto.

(AN)


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