Análisis: la tierra, condicionante del desarrollo familiar
INFORME TOMAS
La gente habita, es decir vive, son dos actividades inseparables. Como sea pero habita,: en una mansión, alquilando, compartiendo una vivienda o en una cantonera levantada en una toma de tierras, pero habita, porque habitar significa arraigarse, echar raíces, apropiarse de un territorio, establecerse como individuo, familia, grupo, comunidad.
Sin tierra no hay vivienda y si no hay vivienda no hay seguridad familiar, ni educativa, ni de salud, en definitiva la falta de tierra y vivienda atenta contra la continuidad familiar y finalmente sobre el desarrollo como personas y como sociedad.
La problemática de suelo urbano es similar en todas las regiones del país, donde la especulación inmobiliaria, la ausencia del Estado (como regulador y como planificador del crecimiento de nuestras ciudades) hace que miles de familias se vean excluidas del acceso a la tierra donde asentarse y desarrollar su vida en plenitud.
Aunque lo que sucede en región no puede compararse por masividad con las grandes ciudades, sí podemos decir que en casi todo nuestro territorio existen necesidades de tierra y vivienda y que estas necesidades están mayormente vinculadas con las realidades productivas del lugar.
Producir en un territorio implica la existencia de familias que viven, trabajan y generan riqueza y que necesitan determinadas condiciones para desarrollar su vida, y para ello es fundamental el acceso a la tierra y a la vivienda adecuada.
Por todo esto, es necesario insistir en la planificación de nuestros territorios, considerándolos no sólo un espacio geográfico, sino como un escenario donde se construyen identidades.
Para no tener que buscar soluciones cuando el conflicto se expresa en violencia, es necesario partir del diálogo, la planificación y la decisión política que los diferentes niveles del Estado deben demostrar ante esta problemática. Decisión política que debería ser trabajada desde el nivel local como parte del concepto de desarrollo y desde allí buscar la articulación necesaria para generar políticas alternativas de tierra y vivienda que generen soluciones de hábitat concretas y definitivas, que incluyan la provisión de servicios de infraestructura básicos y el acceso al transporte, salud, educación y cultura, que respeten la diversidad cultural y estén destinadas a todos los sectores sociales y económicos que desarrollan su vida en esta región del país.
La sociedad, en su conjunto, deberá entender que las soluciones individuales no son posibles en un sistema repleto de desigualdades, que la solidaridad social no es un tema menor y hay que entenderla como una herramienta fundamental para vivir en armonía entre “no iguales”, por otro lado la solución al tema del hábitat (suelo, vivienda, servicios, etc.) es además, responsabilidad de un Estado regulador, interviniendo y arbitrando frente al mercado inmobiliario, a que poco le importa un territorio incluyente y accesible.
Adriana Hipperdinger
Arquitecta. Un Techo para Mi Hermano
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