ANALISIS: Teléfonos que no estallaron le dieron giro macabro a la pesquisa
La presunta implicación de doctores y empleados sanitarios en los atentados fallidos llevados a cabo en Londres y Glasgow alarmó al público y sorprendió a los investigadores, y plantea la cuestión de cuántos miembros de una profesión como ésta -que prometieron asistir y no dañar- podrían ser asesinos en masa.
«Es difícil pensar que entre nosotros puede haber gente preparada para matar», decía un médico británico en el hospital Royal Alexandra en Paisley, cerca de Glasgow, foco de la investigación policial. El personal del hospital rompió a llorar al enterarse de que uno de los conductores del vehículo en llamas que se estrelló contra el aeropuerto de Glasgow el sábado pasado era Bilal Abdullah, un doctor iraquí de 27 años que trabajaba junto a ellos.
En la estancia de Abdullah en el hospital se encontraron varios artefactos sospechosos. Uno de sus compañeros, que no quiso que se revelara su nombre, declaró hoy al diario «Evening Standard»: «Bilal pasaba mucho tiempo en páginas de Internet islámicas y árabes. Solía preguntarle por esa actitud, porque me parecía un tanto extraña». Abdullah decía que no tenía mujer o niños con los que pasar el tiempo.
Según los informes, Abdullah, que llegó a Gran Bretaña en agosto de 2006, podría estar relacionado también con el coche bomba que estaba estacionado el viernes frente a un club nocturno. Otro Mercedes, también repleto de garrafas de gas y clavos, fue descubierto cerca.
En ambos casos, los artefactos debían ser activados por un teléfono móvil, pero fallaron debido a un error técnico. La investigación demostró que los terroristas intentaron detonar el primer vehículo con cuatro llamadas, y el segundo con dos. Las tarjetas de los teléfonos, que los terroristas preveían destruidas en las explosiones, aportaron a Scotland Yard un «tesoro oculto increíble» de evidencias, que finalmente condujeron a los posteriores arrestos.
Pocas horas después del ataque en Glasgow, Mohammed Asha, neurólogo formado en Jordania de 26 años nacido en Arabia Saudí y de origen palestino, fue detenido tras una dramática redada en Cheshire, en el noroeste de Inglaterra. Su presunta mujer, también arrestada, trabajaba como asistente en el sistema sanitario.
Cerca del 40% de los 240.000 médicos que trabajan en Gran Bretaña hicieron al menos parte de su formación fuera de la Unión Europea, de los cuales unos 2.000 lo hicieron en Irak, 500 en Irán y 200 en Jordania. De acuerdo a fuentes oficiales, los médicos activos en Gran Bretaña provienen de hasta 150 países, lo que incluye unos 30.000 de la India, 8.200 de Sudáfrica, 5.500 de Irlanda y 2.300 de Sri Lanka.
Que Al Qaeda use a los hospitales para encubrir sus actividades o hallan llegado quipos extranjeros y que sus identidades fuesen ignoradas por las agencias de inteligencia británicas agregan una «dimensión macabra» a la amenaza terrorista, dicen expertos. (DPA)
ANNA TOMFORDE
La presunta implicación de doctores y empleados sanitarios en los atentados fallidos llevados a cabo en Londres y Glasgow alarmó al público y sorprendió a los investigadores, y plantea la cuestión de cuántos miembros de una profesión como ésta -que prometieron asistir y no dañar- podrían ser asesinos en masa.
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