Análisis: un alivio y varios compromisos para el FpV
El triunfo de ayer del Frente para la Victoria ofrece un bálsamo para el sorismo después de la derrota provincial del 7 de abril.
Buenos reflejos y una correcta lectura del mensaje que dejaron aquellas urnas permitieron llegar al resultado de la víspera, que garantiza otros cuatro años de poder local y evita que se apague por completo la llama que alimenta el proyecto provincial de este sector del PJ.
Ahora bien, el brusco giro discursivo que hizo María Emilia Soria en la campaña con respecto al estilo que imprimió su hermano Martín a la gestión ubica al nuevo gobierno roquense ante un dilema.
La diputada nacional garantizó un nivel de diálogo, de apertura, de descentralización de la gestión que si llega a hacerse realidad, el contraste con lo visto durante los ocho años será notable. Y las comparaciones serán odiosas.
La inauguración de una etapa de bajos decibeles sería incluso un cambio de marcha para la propia parlamentaria, que desde hace seis años mantiene un perfil enérgico y combativo ante la oposición provincial y nacional.
Pero no cumplir con esas promesas la arriesgaría a consumir rápidamente el crédito que logró ayer con el voto mayoritario de los roquenses.
Lo que también surge del tamiz electoral es que no sólo el FpV tiene compromisos por cumplir.
El gobierno provincial tiene la misma obligación de insistir en un cambio de relación con el gobierno roquense, dejando atrás más de una década de frustraciones colectivas por culpa de disputas partidarias y personales.
La falta de viviendas, la ausencia de un proyecto definitivo para tener una Ruta 22 segura y sustentable, la imposibilidad de reactivar el aeropuerto, la parálisis del Parque Industrial II son suficientes razones para inaugurar una nueva etapa de sinergia.
Las primeras señales de esa convivencia se verán en el Concejo Deliberante, donde habrá mayoría del FpV pero también una presencia opositora inédita en la última década.
Desde el 2007 no había un partido con tres integrantes en el Concejo y un representante en el Tribunal de Cuentas.
Un nuevo mapa, saludable para el control y la transparencia, pero que no admite enconos absurdos como los vistos durante los últimos años.
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