Angelina Jolie junta las piezas de su rompecabezas.

La actriz estadounidense pasó detrás de las cámaras para dirigir y contar la guerra de Bosnia con “En la tierra de sangre y miel”.

Hasta la fecha ha gozado de un gran éxito como actriz, pero la estrella de Hollywood Angelina Jolie busca también un reconocimiento como directora.

Su debut con “En la tierra de sangre y miel” narra una historia de amor en plena guerra de los Balcanes, donde víctima y victimario se encuentran cara a cara.

Este drama, que estuvo nominado a los Globo de Oro, fue uno de los platos fuertes de la 62ª edición de la Berlinale.

En entrevista con un reducido grupo de medios, la actriz comentó relajada y de buen humor cómo se atrevió a dar el salto detrás de la cámara. Madre de seis hijos y pareja de Brad Pitt, la actriz habla además de esas cosas que le faltan en su vida.

–“En la tierra de sangre y miel” es su primera película como directora y en ella trata un tema muy duro. ¿Cómo y por qué se decidió por este proyecto?

–En realidad nunca tuve en mente dirigir o escribir un guión. Pero me decidí a sentarme y escribir un par de cosas y como si de un experimento se tratase elegí la forma del guión. Desde hace diez años visito zonas en conflicto en todo el mundo y siempre me frustraba inmensamente sobre todo la violencia contra las mujeres y la falta de acción externa. Elegí el conflicto en Bosnia porque visité con frecuencia la región pero sencillamente no podía entender lo que pasó entonces. Es un conflicto donde no podía juntar las piezas del rompecabezas. Creo que no se ha hablado lo suficiente de esa guerra.

–¿Y cómo decidió seguir?

–Sencillamente me puse algo así como deberes: “Escribe un guión”, me dije. Y para hacerlo tenía que leer libros, ver documentales, hablar con personas. Eso me pareció una buena oportunidad para aprender yo también algo, pero sin la intención de enseñárselo jamás a nadie. Sin embargo, cuantas más personas conocía más me tocaba el tema y más quería que la historia fuese contada.

–¿Cuán difícil fue convertir esa historia en película de verdad?

–Nunca creí que conseguiría el dinero para financiarla, que podría contar con actores desconocidos y que podría rodar en un idioma extranjero (que no es el inglés). Pero todo se pudo hacer. Durante mucho tiempo no pensé en todo esto. Amo hacer cine y ha sido una época maravillosa en mi vida. Pero una semana antes del estreno de la película se me vino todo abajo. Comencé a sentir el peso de mi responsabilidad, el que tenía de cara a las víctimas de la guerra y con las personas que habían participado en la película. Me pregunté: “¿Estoy siendo justa con todos?”. Es por ello que me vine abajo de alguna forma. Fue una cosa extraña. Estás llorando bajo la ducha, entra tu pareja y le dices: “¡Estoy bien! ¿No puedes ayu- darme?”.

–Usted es embajadora del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur. ¿Fue eso una ayuda para la película o más bien un lastre?

–Casualmente, decidí rodar una película en la que la ONU no desempeña en el conflicto un papel precisamente brillante. Pero debo decir que me han apoyado y me han ayudado.

–En la actualidad hay en todo el mundo varios conflictos y disturbios. ¿Qué piensa usted, por ejemplo, de la situación en Siria?

–Realmente me decepcionó mucho la decisión de Rusia y China. Creo que hay que hacer algo. No sé ni qué ni cómo hay que hacer algo ni quién debería intervenir haciendo qué. No tengo las respuestas, pero también tengo claro que no sólo un país puede decidir hacer algo sino que tiene que ser una decisión en conjunto. No obstante, es muy frustrante que en el Consejo de Seguridad de la ONU un país tenga la posibilidad de veto cuando justo se trata de intervenir por razones humanitarias. Sobre todo cuando hay intereses económicos detrás. Creo que habría que pensar si no se debería retirar esa posibilidad de veto en ese caso especial.

–Desde hace muchos años usted está delante de la cámara. ¿Cómo fue trabajar detrás?

–Ha sido fantástico. Estaba encantada con colocar la cámara para los demás (ríe). Fue muy bonito trabajar con todo el equipo. A menudo uno no se da cuenta de que el actor vive en una especie de burbuja, en una especie de película dentro de otra película. El equipo tiene otra vida. Llegan antes al set y lo viven todo. Es por ello que fue bonito ser parte del equipo. Y también tener la posibilidad de colocar el foco sobre otros. Eso fue estupendo.

–¿Está pensando en dirigir más películas?

–Todo es tan nuevo para mí que todavía tengo que entrar de lleno en todo y dejar de llorar en la ducha (ríe). Tengo que estar tan emocionada y conmovida de nuevo para volver a repetirlo. No creo que pudiera hacer una película sobre cualquier cosa.

–¿Qué es lo que le gusta y qué le disgusta en su vida como estrella?

–Estoy muy agradecida de haber tenido la oportunidad de hacer muchas cosas, de trabajar en muchas películas y de haber desarrollado una carrera. Lo que no me gusta: soy una persona muy reservada, pero me gusta vivir en el mundo. No me gusta no poder vivir en el mundo. Sencillamente quiero ir a los sitios y ver lo que ocurre, un poco de vida normal. Y eso es también lo que deseo para mis hijos. Pero eso es algo raro, pues tus hijos salen al mundo sin ti. No quieres que tus hijos vivan cosas sin ti, pero a la vez sabes también que no deberías estar ahí, pues quieres que tus hijos tengan una vida normal.

–¿Realmente sus hijos tienen la posibilidad de hacer una vida normal?

–Oh, sí. Van a casa de amigos, salen y hacen cosas que hacen otros niños. Cambia si estamos nosotros, pero funciona. Son fantásticos.

(DPA)
Eduardo Rouillet


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