«Años de postergación»

Una ciudad no es bella por el cemento que se pone en determinado lugar, en obras que se declaman fastuosas, sino por los hombres y las mujeres que dan sentido a ese material en el diario vivir, generando identidad, sentido de pertenencia y compromiso social.

En este sentido, los espacios públicos son espacios sociales. Las calles, las veredas, las plazas, canteros, plantas, flores y bancos. Las instituciones establecidas, monumentos, los nombres de una calle, los lugares de paseo y recreación, etc., son en realidad oportunidades de intercambio y crecimiento. De diálogo y fortalecimiento de la identidad de los ciudadanos. Son en definitiva parte de la salud de cada ciudadano, del pueblo todo.

Por esto, la postura personal y política de quienes determinan, por acción u omisión, las formas y los tiempos de conformación y ejecución de los espacios públicos, estarán también hablando de su visión social, de su ideología y por ende de su manera de entender la justicia social.

¿Cuál es el criterio que se aplica al priorizar y optimizar urbanisticamente un área determinada, retardando y menoscabando de esta manera las demás?

¿No hay acaso de esta manera una situación de inequidad e injusticia social y peor todavía, de centralismo sectorial y clasista?

La evidencia nos apabulla con datos que revelan la existencia de áreas, dentro de nuestras ciudades, con años y años de postergación.

Inexistencia de veredas, asfalto, cordón, parquización, planes de vivienda, servicios, etc.

En contraposición los recursos fluyen sin cesar hacia la «cara feliz de la comarca», que vende al turismo un casco histórico rancio, complaciente.

De una historia de la que no se cuentan todos sus capítulos, la historia de los marginados.

 

Carlos E. García,

DNI 5.214.873

Carmen de Patagones


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