Antonio Echarri dijo que los secuestradores lo trataron muy bien

Aseguró que el joven que lo cuidaba lloró cuando vio las penurias de su familia. Elogió el trabajo de la policía y criticó la labor de varios medios de prensa.

Antonio y Pablo Echarri agradecieron a los vecinos y criticaron a algunos medios de prensa.
BUENOS AIRES (DyN).- Antonio Echarri, el padre del actor Pablo Echarri que fue liberado antenoche después de estar secuestrado poco más de una semana, aseguró ayer que fue tratado bien por sus captores, que incluso uno de ellos, «un pibe», lloraba con él cuando veían por televisión la consternación de su familia, y dijo que hay que preguntarse «la raíz» de la causa por la cual hoy hay tantos delincuentes.

«Estamos en Argentina, en este lugar, porque perdimos diez años pensando qué podíamos comprar con el dólar que valía un mango, que todo era barato, y mirá: la Argentina le vendió el alma al diablo por el dólar a un peso», analizó Echarri.

El padre del actor calificó de «maravillosa, excelente y extraordinaria» la labor de la policía que lo liberó, y se quejó de «tantas gansadas» que dijo la prensa por los medios y que en muchas ocasiones le complicó la situación.

Dijo que su hijo está «hecho pelota, pero siempre mantuvo su fuerza como yo sabía que iba a hacer» y que antenoche fue «la peor y la mejor noche de mi vida».

No quiso revelar detalles de su secuestro para «no entorpecer» la investigación, pero aseguró que desde el primer momento fue medicado por sus captores, fue bien alimentado, se le permitió higienizarse cuantas veces lo deseara, y le dejaban ver televisión en un aparato «viejo, en blanco y negro». Afirmó que siempre estuvo secuestrado en el mismo lugar y que nunca fue vendado. «No tengo nada que decir en cuanto al trato de esa gente, dentro de lo que hicieron se comportaron bien conmigo», insistió la víctima.

Relató que «nunca hablé con Pablo» durante los días que permaneció cautivo, «ellos grababan mi voz en un casete y lo pasaban me imagino que por teléfono».

En ese aspecto, enfatizó que «el segundo mensaje se demoró unos días, para colmo pasaban algunas noticias idiotas, se decían gansadas que se dicen continuamente, y mi familia sufría y yo sufría».

Respecto del reencuentro con sus familiares, señaló que «eso fue lo que me abolló más. Fue la peor noche de mi vida y la mejor, fue ayer, toda en un rato… una cuando me liberó la policía, segundo cuando me encontré con mi familia otra vez», graficó. Además, dijo que «el peor momento ocurrió antes que me liberaran, ya que sufrí un poco, no sé si pánico, y después la alegría de encontrarme con los míos».

Pero el quiebre llegó en la tarde del jueves, cuando vio a Pablo reclamar a los medios de prensa «piedad y silencio» y a la Policía «liberar el camino». «Ahí me quebré y el pibe (por el secuestrador) se quebró conmigo -dijo-. No sé, no cualquiera llora (…) Cuando al pibe lo vi con lágrimas en los ojos me pareció que al final de cuentas no era mala persona, era un buen ser humano dentro de las macanas que estaba cometiendo».

Momentos después, señaló, escuchó «barullo», el «pibe» le pidió que hiciera silencio y escapó; segundos después aparecieron los efectivos que tuvieron una actitud «maravillosa, extraordinaria, excelente, de primera», porque «han venido policías a rescatarme con lágrimas en los ojos, eso a mí me conmovió muchísimo, me abrazaron». Ellos son, añadió, «la bendita policía».

«Fue la peor y la mejor noche de mi vida, toda en un rato. El peor cuando me liberó la policía porque sufrí un poco de pánico, y después la alegría cuando me liberaron y cuando me encontré con mi familia otra vez, que me apabulló», graficó.

Para sus secuestradores, Echarri pidió, «que le den el castigo que tienen que darle por lo que han hecho, y que Dios los ayude», pero entendió que hay que reflexionar sobre la verdadera raíz de la ola delictiva.

«Estamos en Argentina, en este lugar, porque perdimos diez años pensando qué podíamos comprar con el dólar que valía un mango, que todo era barato, y mirá: la Argentina le vendió el alma al diablo por el dólar a un peso», opinó. Es que, aseguró, «mientras la juventud nuestra se perdía totalmente en lugar de ir al servicio militar, no le dieron destino a los chicos, los largaron a la plaza para que se droguen, eso es malísimo».

Antonio dijo que ahora deberá pensar si vuelve a trabajar o no. «Dios dirá, pero me parece que laburo no, porque el pibe (por Pablo) sufre mucho y no tiene sentido», comentó. Y cuando quisieron saber si iba a festejar por el final feliz de su dramática historia, añadió: «Vamos a ver si tengo algún peso, (porque) no me quedó nada».

La mujer de un detenido pidió perdón

BUENOS AIRES (Télam).- La esposa de uno de los detenidos por el secuestro de Antonio Echarri pidió ayer disculpas a la familia de la víctima por la actitud de su marido, a quien calificó de «buen pibe». «Yo no justifico lo que hizo, pero el no es un mal pibe», dijo la mujer en referencia a su marido, Ezequiel, un remisero hijo de un sargento retirado de la Policía Federal detenido el jueves por la policía bonaerense.

Ezequiel fue quien estuvo hasta último momento al cuidado de Antonio Echarri en la casa del barrio Corimayo, de Burzaco, donde estuvo cautivo durante una semana.

Esa vivienda precisamente había sido alquilada por el policía retirado para que vivieran allí su hijo, su nuera y su nieto, aunque estos últimos días la familia fue llevada a otro lugar para utilizar ese lugar como centro de cautiverio.

«Me dijo que me fuera de la casa porque el barrio estaba muy peligroso. Me duele mucho lo que hizo y no sé bien qué pasó porque desde ayer no se nada de él», agregó la mujer.

Un policía denunció a su hijo

BUENOS AIRES (DyN).- El ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero, confirmó ayer que uno de los detenidos por el secuestro de Antonio Echarri es un «custodio privado» que fue denunciado por su propio padre, un suboficial de la policía federal, lo que permitió encontrar con vida al secuestrado.

Según confirmaron fuentes allegadas a las investigaciones, el custodio detenido fue identificado como José Luis Dicugna, de 51 años, quien fue la persona que alquiló la casa en la localidad bonaerense de Burzaco, donde mantenían recluido a Echarri.

Dicugna fue detenido antenoche después de que fuera liberado Antonio Echarri, durante una serie de procedimientos realizados en la zona donde se rescató a la víctima, señalaron las fuentes. «En el tramo final cuando se producía el desenlace, el suboficial de la policía federal se comunicó con los investigadores para confirmar que su hijo tenía a Echarri secuestrado en una casa en Burzaco», dijo Cafiero.

En tanto, el ministro afirmó que continúan «las órdenes de allanamiento y esperamos tener más detenciones de la banda de delincuentes». No obstante, destacó que en la investigación y negociaciones con los secuestradores, actuaron «más de 200 personas» del equipo interdisciplinario de la brigada antisecuestros que «asediaron a los secuestradores» y destacó además «la colaboración de la SIDE» y de Pablo Echarri, hijo de la víctima.

Cafiero dijo que el suboficial de la policía federal al cual no identificó, «contribuyó en parte de la información, más que nada, a confirmar los datos que la policía de la provincia ya tenía» sobre la ubicación de la casa donde estaba secuestrado Echarri. Por otra parte, descartó «totalmente» que se haga pagado un segundo rescate para liberar a Antonio Echarri y confirmó que «según la información policial, se pagaron 199 mil pesos» y ese dinero fue recuperado «en un 95 por ciento», es decir, «cerca de 190 mil pesos», tras los diversos allanamientos.

Intercambio de experiencias con el joven Federico Ariente

CORDOBA (Télam).- Federico Ariente y Antonio Echarri, recientemente liberados de sus respectivos secuestros extorsivos, mantuvieron ayer un original diálogo público luego de ser comunicados por Radio Universidad de Córdoba.

En medio de una charla distendida y no exenta de bromas, Ariente y Echarri difirieron sus criterios respecto de la pena de muerte, medida que -en casos extremos- es apoyada por el cordobés y rechazada por el padre del popular actor.

Tras la presentación, Ariente saludó: «Buenos días, Antonio».

«Hola nene, ¿cómo te va?», fue la respuesta de aquél desde Villa Domínico.

«La verdad que me puse muy contento y recé como todo el mundo rezó por mí, yo también recé por vos, igual que toda mi familia. Estoy muy contento de que estés de nuevo con Pablo, que la verdad que es un maestro», comentó Ariente.

«Federico, yo te pido que recapacites un poco porque yo te escuché, mientras estaba en cautiverio, eso de la cuestión de las armas (Federico había dicho que de ahora en más saldría armado). Seguí viviendo como hasta ahora, con tu noviecita, tu vieja, tu viejo, el mismo ritmo, laburando, y vas a ver que te va a ir mejor, hacele caso a un viejo gil», sostuvo Echarri. A la pregunta de Federico a Antonio sobre cómo lo habían tratado, éste respondió: «me trataron bien. No me presionaron psicológicamente ni nada, pero por lo que escuché, a vos no», añadió Antonio Echarri.

Sobre su experiencia, Federico había expresado que «sólo de a ratos, nomás» había sido tratado bien.

Acerca de cómo superar lo vivido, Ariente le comentó a Antonio: «Cuesta, por el tema psicológico, pero mi familia y mi novia están mucho conmigo, dándole rosca para que todo salga adelante».

Ante una pregunta del periodista sobre la pena de muerte a los captores, Echarri sostuvo: «No. Yo no quiero la pena de muerte. Si la pagan los giles. Después se la van a encajar a los bobos, como en Estados Unidos, a los latinos y a los negros».

Ariente, en cambio, replicó: «No sé, Antonio. Para mí a ciertos y determinados casos, no por los nuestros, ya que dentro de todo salimos ilesos y estamos de nuevo con nuestras familias que nos quieren y podemos contarlo, pero hay casos, como el de Diego Peralta y un par más. La verdad, yo creo que esas familias, la desean y la necesitan».

«Lo que yo quiero, es que las penas que se den, se cumplan -acotó Antonio -, que no haya corruptos, eso es lo principal».

No obstante, Federico sostuvo: «Si directamente se va a la muerte, el miedo a robar o a quitarle la vida a alguien, no es lo mismo. Ya es distinto, entonces puede disminuir a lo mejor un poco algo, porque la verdad que esto ya no tiene límite, no se puede salir a la calle». «Yo te digo a vos -replicó Echarri- que después lo pagará el perejil y el que tuvo la idea, que organizó todo, sale indemne.

Hubo una chanza, cuando Antonio le preguntó si era de Talleres. «No, soy de Belgrano», respondió Federico «pero no entremos a hablar de fútbol, porque podemos terminar mal», mientras Echarri, sonreía a través de la línea.

Sólo falta recuperar 7.000 pesos del rescate

BUENOS AIRES (Télam).- Un total de 192 mil pesos de los 199 mil que Pablo Echarri pagó por el rescate de su papá fueron recuperados por la policía en poder de los ocho detenidos por el secuestro, informaron allegados a la investigación.

La mayoría del dinero fue encontrado en poder de las dos mujeres y cuatro hombres detenidos el miércoles último en procedimientos realizados en el barrio porteño de Congreso y en el partido de La Matanza, mientras que casi 40 mil pesos fueron entregados por la madre de uno de los detenidos en la seccional Sexta.

Los voceros dijeron que al momento de los arrestos, los acusados llevaban algo de plata encima, mientras que otro tanto fue encontrado por la policía que allanó sus domicilios.

Además de dinero, los investigadores secuestraron objetos comprados con parte del rescate, entre ellos ropa que uno de los acusados adquirió por 500 pesos en un negocio del partido de La Matanza. El reparto del rescate entre los propios integrantes de la banda de secuestradores fue uno de los motivos por los cuales, según los pesquisas, se demoró la liberación de Antonio Echarri.

Análisis: Periodismo, precisión e intimidad

El secuestro del padre del actor Pablo Echarri ha puesto en cuestión aspectos éticos del accionar de medios de prensa, sobre todo de los canales de televisión. Y la circunstancia resulta propicia para plantear algunos de los dilemas con los que suele enfrentarse la actividad periodística en aspectos vinculados con la competencia entre los medios, la inmediatez como enemiga de la precisión y los límites siempre difusos entre información pública y vida privada, entre interés común y pasión morbosa por las desgracias.

Antonio Echarri fue liberado por la policía, luego de que su familia pagara el rescate en una negociación que en la cual la familia eligió no dar participación a las instituciones de seguridad y justicia. Y todo esto ocurrió en medio de una trasmisión en directo desde la vereda de la casa en cuyo interior el actor y otros familiares negociaban la supervivencia del secuestrado. Durante la semana del secuestro, algunos periodistas han formulado largas disquisiciones infiriendo conclusiones en base a nada más que un par de cabos sueltos, y hasta alguno de ellos dio por muerto a Echarri.

Es que sobraron conclusiones y faltó precisión informativa en la mayoría de las coberturas de los medios televisivos. Como si alguien hubiera levantado la barrera implícita de la responsabilidad, habilitando a ir más allá de la verdad acerca de lo efectivamente conocido. El límite entre interés público y vida privada es siempre borroso. Pero es aceptado que, en el caso de personas conocidas por su actividad política o artística, la frontera se corre un poco más allá, admitiéndose como válidas intromisiones inaceptables en caso de una persona «común». Pero esto no habilita la ley del «todo vale».

En su libro «Etica para periodistas», los colombianos María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo definen ese límite afirmando que el periodismo «debe respetar la vida privada, la dignidad y la intimidad de las personas, y sólo referirse a aquellos sucesos o circunstancias de carácter privado que adquieren claro interés público. Debe abstenerse de explotar la morbosidad del público y la curiosidad malsana». Añaden que un «especial cuidado ha de observarse en las informaciones sobre procesos judiciales en curso» por la posibilidad de influir «en la condena o absolución de los incriminados».

En el caso Echarri, la posibilidad de influir era infinitamente mayor: no sólo podía afectarse la suerte de los delincuentes sino, sobre todo, la vida de la víctima de un secuestro. Esto hacía mucho más difícil ubicar el punto entre el derecho a la información que tiene el público, la libertad de información en que deben desarrollar su labor los periodistas y el derecho a la intimidad de la familia del afectado.

Pero ¿por qué estos temas se plantean con mayor fuerza en el periodismo televisivo? En general, porque la prisa con que éstos se manejan «es uno de los enemigos del buen periodismo, tanto desde el punto de vista técnico como ético», señalan Herrán y Restrepo en la obra citada. En la Argentina de hoy, el tema se agrava ante la virtual «guerra no declarada» entre los canales de televisión informativos, que en ocasiones les hace perder de vista el «interés público» como motor de la acción, mezclándolo con intereses de tipo comercial o una competencia semejante a una lid deportiva, de la cual los protagonistas de un suceso son involuntarios partícipes.

En los hechos policiales se mezclan dos elementos clave en la atracción del público, que los tornan en los preferidos de los «obsesivos del rating»: la inmediatez que exime a los medios de contextualizar los hechos dentro de temas «macro» y la curiosidad del público, que «muestra un tropismo por la desventura», al decir del periodista y abogado norteamericano Jack Fuller en su libro «Valores periodísticos».

Pero todo esto presupone que los medios deben actuar con libertad, pero también con la responsabilidad que es inherente a su función periodística y que es el único reaseguro frente a la tentación siempre presente del poder de poner cortapisas a esa libertad.

Alicia Miller

amiller@rionegro.com.ar


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