Antonio Elio Brailovsky: «La política siente urticaria ante la ciencia»

Es uno de los pensadores más rigurosos en materia de medioambiente. Considera que la dirigencia entabla una relación demagógica con el saber científico.

Entrevista al especialista en medioambiente

-¿Por qué el discurso de la política, ya en tren de campaña electoral, no habla del medioambiente, de los problemas que lo desafían? Sólo lo hace ante preguntas o visitas puntuales a lugares con problemas de esa naturaleza.

-Y con la gravedad que los problemas tienen, que en algunos casos vienen del fondo de la historia e incluso se sabe qué soluciones tienen, y seguirán y seguirán vigentes…

-¿El divorcio entre discurso y realidad es entonces un tema de déficit de racionalidad?

-¡Y de intereses económicos! A la política le molesta la ciencia, lo que fundado en estudio, investigación, ensayo, error, especulación, certidumbre, señala el pensamiento científico. La ciencia le da urticaria… No estoy diciendo que a la política no le interese el desarrollo científico. No. Digo que, por ejemplo, para el caso de aquello que la ciencia dice en relación al medioambiente y sus problemas no hay oído por parte de la política. Oído en el sentido de computar lo que dice de la ciencia y actuar en dirección a eso… a las advertencias que planta, a las soluciones que se proponen… Y cuando se está en campaña electoral, tiempo que se presta a todo por parte de la política…

-¿Qué es todo para el caso?

-Le doy un caso. Me sucede a mí. Hace muchos años que trabajo sobre medioambiente, defensa de la vida, publico, tarea académica, etc. Bueno, no hay campaña electoral que no vengan dirigentes de distintos partidos políticos a invitarme para que firme esto o aquello a favor de éste o aquel candidato o del partido en sí mismo… ¿Se imagina cómo sigue la historia?

-No.

-Y les digo que antes de firmar quisiera ser escuchado por el partido, sus candidatos, razonar junto a ellos los temas de medioambiente, de calidad de vida… Exponerles problemas, caminos de solución… ¿Se imagina cómo sigue la historia?

-No.

-«¡Ah, muy bueno Antonio!… ¡Claro que sí, sí! ¡Muy buena idea!… ¡Claro, claro!… ¡Nos llevamos tu número Antonio, te llamamos, te llamamos!»… Entonces vienen las palmadas de rigor en la espalda, otro «¡Te llamamos!»… Chau, chau y jamás vuelven ni llaman.

-En todo ese estilo, en el hecho de que aparezcan en las campañas o de tanto en tanto, ¿se expresa un problema de manejos de tiempo por parte de la política?

-La política, al menos en este país aunque creo que es una cuestión más universal, busca soluciones ya… Si la solución responde o no a racionalidad, es otra cuestión.

-Bueno, un signo de la política de las última década y media es que está bajo presión, no tiene tiempo…

-Pero eso no significa que no haya tenido tiempo y suministro de ideas, pero ahora, en materia de defensa del medioambiente, está presionada. Y de intereses que apuran. Un ejemplo: los arroyos, desagües de cloacales y pluviales por definición en sus tramos urbanos o suburbanos, desde hace décadas. Se los entubó al margen de todo planeamiento en vínculo con el futuro y se los tapó. Ergo, los espacios antes bajo malos olores y etc., etc., se valorizaron significativamente. Pero hoy esas obras están saturadas, no son suficientes y se vuelve a deteriorar la calidad de vida de quienes allí viven. Si aceptamos que los problemas de medioambiente requieren decisiones políticas para superarlos, hay que reconocer que en esta materia la política argentina tiene larga historia de privilegiar el dinero antes que las condiciones de vida. Hoy pasa con los loteos en zonas bajas, de suelos con napas freáticas casi en la superficie, se autorizan a lo largo y ancho del país, los municipios… Las viviendas se inundan, se quiebran, se hunden… Mandan los intereses inmobiliarios.

-¿Ése es el caso de las más de 700 viviendas en barrios cerrados de Tigre, Pilar, Pacheco, etc., donde viviendas de 500.000 dólares como piso, en general todas cuadradas, una suma de cubos, se quiebran y quiebran?

-Respuesta muy corta: de lo que ahí sucede desde los 90, habla una serie de fotos aéreas sacadas por la Provincia de Buenos Aires en todas esas zonas durante las inundaciones del 2004… Terrenos bajos, rellenados que, con casa encima, ceden y se quiebran. Yo suelo decir, al reflexionar sobre los temas de subsuelo, que bien vale el encuadre de síndrome de Estocolmo, porque de hecho la víctima, al comprar esos lotes caros, termina asociada con el victimario… Pero hay mucho en todo esto. ¿Cómo es posible, si no es porque la política da la luz verde, que se sigan construyendo en todo el país garajes por debajo de las veredas, subterráneos, fácilmente inundables o que se sigan poniendo cámaras eléctricas bajo las veredas?

-Puede concluirse que nada es neutro en el encadenamiento de desafíos que tiene el medioambiente, ¿no?

-Nada es neutro. Y también hay que luchar contra la idea, que tanto se blande desde la política, de la «obra salvadora»… Toda obra no debe ser el producto de cabezas iluminadas. Debe ser la consecuencia de una reflexión técnica, social, económica que, debate por medio, nos lleve a la solución o parte de una solución que reclama también otras decisiones. En Argentina, además, hay desde el poder político una sobreactuación muy elaborada de ciertas obras. El Metrobús, por ejemplo. Se pudo lograr lo mismo simplemente con reordenar el tránsito y sin arrancar toda la naturaleza que se arrancó… Y así avanzamos sin debatir la construcción de nuevas centrales nucleares, el acuerdo con Chevron por Vaca Muerta… E importa más a la política la construcción que se ve, autos por ejemplo, que aquello que no se ve. Por ejemplo: red de agua potable para los millones de seres que carecen de ella, por dar un solo ejemplo, en el Gran Buenos Aires. En fin…

carlos torrengo

carlostorrengo@hotmail.com


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