Aprender de los conflictos

GRANDES PELEAS EN LA CIENCIA

Dice Nepote que, aunque no parezca, podemos aprender mucho de las peleas entre los científicos: “La terquedad de las convicciones, la sagacidad para mirar más allá de lo previsible, el ejercicio de la creatividad, lo que contribuye a construirnos una imagen más real de la ciencia y de los científicos. Muchas veces se nos presenta a Isaac Newton como el científico por antonomasia, sabio, infalible, venerable. Sin embargo, al conocer su comportamiento durante el combate con Gottfried Leibniz lo encontramos mezquino, casi perverso; humano”.

Otro ejemplo: “Cuando nos adentramos un poco más en la vida y obra de Marie Curie, sin los prejuicios de quien quiere encontrar en ella una mujer abnegada, casi una santa, encontramos a una mujer recia y astuta, apasionada, que a punto estuvo de no recibir su segundo premio Nobel por el hipócrita linchamiento social en el que estuvo inmersa, cuando después de quedar viuda se consiguió un novio. Y cuando miramos a esos grandes personajes de la historia de la ciencia como personas, los sentimos más cercanos, y quizás nos demos cuenta más rápidamente que la ciencia tiene mucho que ver nosotros mismos, y que nosotros tenemos mucho que ver con la ciencia”, señala.

Nepote considera que se trata de un gran malentendido, provocado por el desdén y el desinterés generalizado hacia la ciencia, la cual –a diferencia de otras formas de conocimiento- se incita la crítica y la duda como método de trabajo. Opina que “olvidarnos de la dimensión humana de los científicos nos hace creer que son seres superdotados; concebir el trabajo científico como una esfera de cristal nos conduce a alejarnos de ella, a imaginarla como una fábrica de verdades absolutas e inamovibles. Los científicos son personajes comunes y corrientes, que la mayoría de las veces se entregan con una gran pasión a su quehacer cotidiano. La naturaleza de la ciencia se construye de manera permanente, por lo que la negociación y el consenso son elementos fundamentales, así como las broncas, los pleitos y desacuerdos. La divulgación científica puede colaborar significativamente a mejorar la imagen pública de la ciencia. Porque cuando volteamos a la ciencia con una mirada más libre de prejuicios, nos topamos con historias más emotivas y atractivas, auténticas”.


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