Apuestas de riesgo

RÍO NEGRO

La desesperación es mala consejera. Debería saberlo el radicalismo rionegrino, que durante tantos años explotó en su provecho la desesperanza de sus opositores. La perspectiva de que suceda en Río Negro algo tan natural como el recambio político –propio de la periodicidad de los cargos públicos, esencial en una república– lo ha sumido en una convulsión que no hace más que agravar sus dolencias. Desde que el gobernador Miguel Saiz definió las reglas de juego y las fechas electorales en la provincia, el radicalismo ha buscado adecuarlas una y otra vez. Y lo ha hecho en detrimento de las normas, de sus aliados y –peor aún– de sus propios dirigentes. Los acuerdos sellados después de la interna ya son pasado varias veces pisado. A su antojo Saiz ubicó nuevos precandidatos a intendentes, forzó internas donde no las habría, subió y bajó aspiraciones, prometió y se desdijo. Si los acuerdos previos –y la conveniencia misma– preveían dar prioridad para la reelección a los intendentes que quisieran repetir, luego las cosas cambiaron. Y desde el propio gobierno provincial se alentó la creación de alternativas internas, colectoras ajenas y el aval de partidos vecinales nuevos. Más que el sentido de pertenencia a un colectivo, en Saiz y en su candidato a sucederlo –César Barbeito– prevalece el intento de salvarse, aunque ello implique arrojar a varios de la barca y contribuir a que la nave se escore. Las víctimas probables son, principalmente, los intendentes, aunque también los candidatos a legisladores en las listas de la Concertación. Viedma –la única ciudad que el radicalismo contaba como segura y en la que esperaba un fuerte efecto arrastre en favor de la fórmula gubernamental– es ahora la mejor metáfora del caos interno del oficialismo. El intendente Jorge Ferreira ya había soportado que le garantizaran a Mario De Rege la posibilidad de competir por la conducción del municipio. Pero resultó que De Rege no sólo irá en la boleta del PPR sino también en la de Nuevo Encuentro y en la del flamante partido vecinal Unión de Ciudadanos por Viedma. Tanto fue el cántaro a la fuente que Ferreira se hartó: ahora amenaza con postergar la elección municipal para el 30 de octubre, con lo cual no habría el esperado efecto arrastre. Pero el golpe más duro que sufrió la estrategia de Saiz y Barbeito fue asestado por el Tribunal Electoral, que rechazó el esquema de colectoras y de multiplicidad de listas de los integrantes de la Alianza Concertación por entenderlo “una seria probabilidad y causa suficiente de confusión” del electorado. Así, los peronistas que en los últimos años fueron seducidos por el radicalismo con cargos en el Poder Ejecutivo o en bancas parlamentarias –y que vaya a saber por qué han elegido llamarse “Unidos por Río Negro”– llevarán su propia lista de candidatos a legisladores tanto por la sábana como por los circuitos. Si lo mismo hacen otros aliados –como pretende Nuevo Encuentro– la dispersión en el cuarto oscuro el 25 de septiembre podría generar no sólo confusión sino resultados sorprendentes. Y no necesariamente en favor de la UCR. En su resolución de ayer, el Tribunal Electoral consolidó el esquema de la Concertación y complicó en cambio al Frente para la Victoria, al obligarlo a promover boletas separadas para cargos locales y provinciales en cinco localidades, entre las que se cuentan Allen, Cinco Saltos y Catriel. El radicalismo debe todavía exorcizar la amenaza de Julio Arriaga, su candidato a vicegobernador, de volverse a Cipolletti –a competir por la intendencia– porque no se atendió su advertencia sobre la proliferación de listas colectoras. Si en la UCR la dirigencia busca sumar sin que importe cómo ni a quién, en el Frente para la Victoria se vive un proceso bien diferente. Mide los apoyos y los acepta o rechaza con criterio selectivo. Tal vez animado por las encuestas que lo señalan en ventaja, Carlos Soria ha realizado otras dos apuestas de riesgo, después de los resultados que le dio avalar al empresario Carlos Pilotti como candidato en Río Colorado. • Días atrás, en Bariloche, abrazó al candidato a intendente surgido de la interna –Omar Goye– pero le dijo que no quiere saber nada con los sindicalistas Walter Cortés y Ovidio Zúñiga, a quienes calificó de “personajes nefastos”. Es probable que al hacerlo haya privilegiado al electorado independiente, descontando que el efecto será positivo. Hay antecedentes que respaldan esa impresión: Daniel Cortés –hermano de Walter– fue elegido legislador por el Partido Justicialista y, antes de asumir, anunció su adhesión al oficialismo, que mantiene hasta hoy. Pero resulta difícil prever si la decisión de Soria tendrá efectos negativos en las urnas. • La otra apuesta de riesgo del FpV es sumar en el primer lugar de la lista de candidatos a legisladores a Ana Piccinini, la radical que denunció innumerables hechos de corrupción del actual gobierno de Saiz desde la Defensoría del Pueblo provincial. Es indudable que Piccinini y el equipo de profesionales de la Defensoría del Pueblo realizaron un trabajo notable en favor de la eficiencia de los servicios públicos, la adecuada atención de los contribuyentes y la transparencia en el manejo de los fondos públicos. Recorrió cada rincón de la provincia y con valentía arremetió contra las violaciones a los derechos humanos concretadas desde el Estado, sobre todo a través de miembros abusivos o violentos de la Policía provincial. Desde ese lugar construyó reconocimiento de la ciudadanía y rencor del gobierno liderado por el partido al que pertenece y del cual fue –en anteriores períodos– enfática defensora. Pero la política no es matemática. Y resulta difícil saber si lo que sembró desde un organismo de control se transferirá a una candidatura como extrapartidaria en las listas del Frente para la Victoria o si, en cambio, su mutación política le jugará en contra. Casi tres décadas de gobierno radical han generado una atrofia notable de los mecanismos de recambio institucional que deberían ser habituales y normales. Por eso el radicalismo apuesta a sembrar el temor. Aun cuando el desgaste de su dirigencia y de su propuesta política hacia el electorado es evidente. Hay una generación de ciudadanos rionegrinos ya adultos que no han conocido otro modelo político en la provincia. Queda por saber si los partidos políticos que se muestran como alternativa están a la altura del desafío, no sólo para ganar sino –sobre todo– para generar una verdadera renovación y construir un modo de gestión que no repita los vicios y abusos que han trabado el crecimiento provincial y el desarrollo de una ciudadanía activa.

ALICIA MILLER amiller@rionegro.com.ar

DE DOMINGO A domingo


La desesperación es mala consejera. Debería saberlo el radicalismo rionegrino, que durante tantos años explotó en su provecho la desesperanza de sus opositores. La perspectiva de que suceda en Río Negro algo tan natural como el recambio político –propio de la periodicidad de los cargos públicos, esencial en una república– lo ha sumido en una convulsión que no hace más que agravar sus dolencias. Desde que el gobernador Miguel Saiz definió las reglas de juego y las fechas electorales en la provincia, el radicalismo ha buscado adecuarlas una y otra vez. Y lo ha hecho en detrimento de las normas, de sus aliados y –peor aún– de sus propios dirigentes. Los acuerdos sellados después de la interna ya son pasado varias veces pisado. A su antojo Saiz ubicó nuevos precandidatos a intendentes, forzó internas donde no las habría, subió y bajó aspiraciones, prometió y se desdijo. Si los acuerdos previos –y la conveniencia misma– preveían dar prioridad para la reelección a los intendentes que quisieran repetir, luego las cosas cambiaron. Y desde el propio gobierno provincial se alentó la creación de alternativas internas, colectoras ajenas y el aval de partidos vecinales nuevos. Más que el sentido de pertenencia a un colectivo, en Saiz y en su candidato a sucederlo –César Barbeito– prevalece el intento de salvarse, aunque ello implique arrojar a varios de la barca y contribuir a que la nave se escore. Las víctimas probables son, principalmente, los intendentes, aunque también los candidatos a legisladores en las listas de la Concertación. Viedma –la única ciudad que el radicalismo contaba como segura y en la que esperaba un fuerte efecto arrastre en favor de la fórmula gubernamental– es ahora la mejor metáfora del caos interno del oficialismo. El intendente Jorge Ferreira ya había soportado que le garantizaran a Mario De Rege la posibilidad de competir por la conducción del municipio. Pero resultó que De Rege no sólo irá en la boleta del PPR sino también en la de Nuevo Encuentro y en la del flamante partido vecinal Unión de Ciudadanos por Viedma. Tanto fue el cántaro a la fuente que Ferreira se hartó: ahora amenaza con postergar la elección municipal para el 30 de octubre, con lo cual no habría el esperado efecto arrastre. Pero el golpe más duro que sufrió la estrategia de Saiz y Barbeito fue asestado por el Tribunal Electoral, que rechazó el esquema de colectoras y de multiplicidad de listas de los integrantes de la Alianza Concertación por entenderlo “una seria probabilidad y causa suficiente de confusión” del electorado. Así, los peronistas que en los últimos años fueron seducidos por el radicalismo con cargos en el Poder Ejecutivo o en bancas parlamentarias –y que vaya a saber por qué han elegido llamarse “Unidos por Río Negro”– llevarán su propia lista de candidatos a legisladores tanto por la sábana como por los circuitos. Si lo mismo hacen otros aliados –como pretende Nuevo Encuentro– la dispersión en el cuarto oscuro el 25 de septiembre podría generar no sólo confusión sino resultados sorprendentes. Y no necesariamente en favor de la UCR. En su resolución de ayer, el Tribunal Electoral consolidó el esquema de la Concertación y complicó en cambio al Frente para la Victoria, al obligarlo a promover boletas separadas para cargos locales y provinciales en cinco localidades, entre las que se cuentan Allen, Cinco Saltos y Catriel. El radicalismo debe todavía exorcizar la amenaza de Julio Arriaga, su candidato a vicegobernador, de volverse a Cipolletti –a competir por la intendencia– porque no se atendió su advertencia sobre la proliferación de listas colectoras. Si en la UCR la dirigencia busca sumar sin que importe cómo ni a quién, en el Frente para la Victoria se vive un proceso bien diferente. Mide los apoyos y los acepta o rechaza con criterio selectivo. Tal vez animado por las encuestas que lo señalan en ventaja, Carlos Soria ha realizado otras dos apuestas de riesgo, después de los resultados que le dio avalar al empresario Carlos Pilotti como candidato en Río Colorado. • Días atrás, en Bariloche, abrazó al candidato a intendente surgido de la interna –Omar Goye– pero le dijo que no quiere saber nada con los sindicalistas Walter Cortés y Ovidio Zúñiga, a quienes calificó de “personajes nefastos”. Es probable que al hacerlo haya privilegiado al electorado independiente, descontando que el efecto será positivo. Hay antecedentes que respaldan esa impresión: Daniel Cortés –hermano de Walter– fue elegido legislador por el Partido Justicialista y, antes de asumir, anunció su adhesión al oficialismo, que mantiene hasta hoy. Pero resulta difícil prever si la decisión de Soria tendrá efectos negativos en las urnas. • La otra apuesta de riesgo del FpV es sumar en el primer lugar de la lista de candidatos a legisladores a Ana Piccinini, la radical que denunció innumerables hechos de corrupción del actual gobierno de Saiz desde la Defensoría del Pueblo provincial. Es indudable que Piccinini y el equipo de profesionales de la Defensoría del Pueblo realizaron un trabajo notable en favor de la eficiencia de los servicios públicos, la adecuada atención de los contribuyentes y la transparencia en el manejo de los fondos públicos. Recorrió cada rincón de la provincia y con valentía arremetió contra las violaciones a los derechos humanos concretadas desde el Estado, sobre todo a través de miembros abusivos o violentos de la Policía provincial. Desde ese lugar construyó reconocimiento de la ciudadanía y rencor del gobierno liderado por el partido al que pertenece y del cual fue –en anteriores períodos– enfática defensora. Pero la política no es matemática. Y resulta difícil saber si lo que sembró desde un organismo de control se transferirá a una candidatura como extrapartidaria en las listas del Frente para la Victoria o si, en cambio, su mutación política le jugará en contra. Casi tres décadas de gobierno radical han generado una atrofia notable de los mecanismos de recambio institucional que deberían ser habituales y normales. Por eso el radicalismo apuesta a sembrar el temor. Aun cuando el desgaste de su dirigencia y de su propuesta política hacia el electorado es evidente. Hay una generación de ciudadanos rionegrinos ya adultos que no han conocido otro modelo político en la provincia. Queda por saber si los partidos políticos que se muestran como alternativa están a la altura del desafío, no sólo para ganar sino –sobre todo– para generar una verdadera renovación y construir un modo de gestión que no repita los vicios y abusos que han trabado el crecimiento provincial y el desarrollo de una ciudadanía activa.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios