Apuntes al “Libro Rojo” de Carl Jung
En “La voz de Filemón”, un grupo de investigadores en la obra de Carl Gustav Jung, explora la figura del arquetipo del sabio guía que según la hipótesis del psiquiatra suizo, es una representación del inconsciente colectivo. El libro es una suerte de apéndice del “Libro Rojo”, editado por el sello El Hilo de Ariadna junto con la Fundación Costantini; cuenta con trabajos de Francisco García Bazán, Bernardo Nante, Leandro Pinkler, Enrique Galán Santamaría, Victoria Cirlot, Luigi Zoja y Valentín Romero. La figura de Filemón representa un conocimiento superior que se comunica a través de imágenes arquetípicas, y que atraviesa transversalmente todas las civilizaciones; productos del inconsciente colectivo, esas imágenes aparecieron en la antigüedad egipcia y griega. “La voz de Filemón” puede entenderse como una sabiduría que trasciende las personas y es escuchada por quienes anulan al ego y son capaces de abrirse al misterio, es decir, al espacio común que enlaza el cielo y la tierra mediante la cadena áurea, la cadena de oro de la antigua tradición mística. El “Libro Rojo” de Jung -que se mantuvo inédito hasta el 2009, y sólo fue publicado en ediciones de lujo, es la culminación de la obra de quien fuera discípulo de Sigmund Freud (se alejó de él, entre otras cosas, por los argumentos del vienés a favor de sexualidad). El psiquiatra compuso el volumen entre 1914 y 1930, y la recopilación de dibujos y visiones, recuerda a las epifanías que solían asaltar al poeta británico William Blake. El “Libro Rojo” (o Liber Novus), según el comentario de Nante, “es el testimonio de una supervivencia. Se trata de un mito que intenta transitar el mundo simbólico, una suerte de ‘recuerdo’ de eso que sólo puede despertar merced a una transmutación del tiempo”. A Jung, hombre de curiosidad extrema -de vocación protestante- lo habitaban las dudas y la pulsión del argonauta, el buscador de verdades. Así, no vaciló en estudiar los misterios egipcios y la gnosis, hasta llegar al dios Abraxas. García Bazán explica que “se encuentra dentro del ‘Libro Rojo’ una referencia al dios Abraxas, pero en los Siete Sermones a los muertos, que es la tercera parte bajo el título de ‘Escrutinios’ (…) invade el discurso con la mayor naturalidad y lo hace asimismo bajo la voz del gnóstico Basílides, maestro sobresaliente, más antiguo que Valentín”. (Télam).
En “La voz de Filemón”, un grupo de investigadores en la obra de Carl Gustav Jung, explora la figura del arquetipo del sabio guía que según la hipótesis del psiquiatra suizo, es una representación del inconsciente colectivo. El libro es una suerte de apéndice del “Libro Rojo”, editado por el sello El Hilo de Ariadna junto con la Fundación Costantini; cuenta con trabajos de Francisco García Bazán, Bernardo Nante, Leandro Pinkler, Enrique Galán Santamaría, Victoria Cirlot, Luigi Zoja y Valentín Romero. La figura de Filemón representa un conocimiento superior que se comunica a través de imágenes arquetípicas, y que atraviesa transversalmente todas las civilizaciones; productos del inconsciente colectivo, esas imágenes aparecieron en la antigüedad egipcia y griega. “La voz de Filemón” puede entenderse como una sabiduría que trasciende las personas y es escuchada por quienes anulan al ego y son capaces de abrirse al misterio, es decir, al espacio común que enlaza el cielo y la tierra mediante la cadena áurea, la cadena de oro de la antigua tradición mística. El “Libro Rojo” de Jung -que se mantuvo inédito hasta el 2009, y sólo fue publicado en ediciones de lujo, es la culminación de la obra de quien fuera discípulo de Sigmund Freud (se alejó de él, entre otras cosas, por los argumentos del vienés a favor de sexualidad). El psiquiatra compuso el volumen entre 1914 y 1930, y la recopilación de dibujos y visiones, recuerda a las epifanías que solían asaltar al poeta británico William Blake. El “Libro Rojo” (o Liber Novus), según el comentario de Nante, “es el testimonio de una supervivencia. Se trata de un mito que intenta transitar el mundo simbólico, una suerte de ‘recuerdo’ de eso que sólo puede despertar merced a una transmutación del tiempo”. A Jung, hombre de curiosidad extrema -de vocación protestante- lo habitaban las dudas y la pulsión del argonauta, el buscador de verdades. Así, no vaciló en estudiar los misterios egipcios y la gnosis, hasta llegar al dios Abraxas. García Bazán explica que “se encuentra dentro del ‘Libro Rojo’ una referencia al dios Abraxas, pero en los Siete Sermones a los muertos, que es la tercera parte bajo el título de ‘Escrutinios’ (...) invade el discurso con la mayor naturalidad y lo hace asimismo bajo la voz del gnóstico Basílides, maestro sobresaliente, más antiguo que Valentín”. (Télam).
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