Aquel coronel…

– No voy a caer en la remanida pregunta sobre cuál de sus novelas le gusta más, porque como dijo Margarite Yourcenar, cuando un escritor confiesa ese gusto, le crea problemas al lector que tiene otro gusto. Pero cuando usted mira su obra, ¿cómo gravita “La cruz invertida”?

– Me coloco en lo masivo. Imagínese que la primera edición tuvo más de 50 mil ejemplares y se vendieron todos, y generó mucho interés cuando, con ese libro, gané el Premio Planeta. Hay que tener en cuenta también que se publicó en el año en que se iniciaba una década grave para la vida de los argentinos, 1970, un tiempo desde lo político y social muy agitado que devendría en suma de tragedias… ese ambiente, esa dialéctica ayudó, vamos a decirlo así, a instalar el libro.

– Seguramente hay opiniones encontradas sobre si, desde lo técnico, “La cruz invertida” es su mejor creación. Pareciera que su valor tiene más que ver con lo premonitorio sobre lo que sucedería en materia de lo revulsiva que se pondría Argentina. ¿Cómo reflexiona este tema?

– Me parece que asumir que uno se anticipó y advirtió, no se corresponde con la realidad desde la que escribí, porque a finales de los ´60, un espíritu inquieto cerraba los ojos y aun equivocándose desde lo puntual, bueno… podía percibir por dónde iría la historia de los días por llegar. Yo escribí ese libro desde la libertad que genera a la ficción el tener los materiales, la realidad en todo su alcance, muy a mi mano… A partir del golpe del ´66, en Argentina había que estar muy distraído, muy ausente de reflejos para no percibir que la historia se aceleraba. Mi tarea fue tomar de esa realidad los datos que me expresaba, inyectarles ficción. Es una novela rápida, agitada como el tiempo que me la sugirió…

– “Yo soy el coronel Pérez de “La cruz invertida”, me dijo Ramón Camps en el ´84, mientras acariciaba armas que tenía sobre su escritorio de la calle, creo, Posadas. ¿El coronel Pérez es el personaje mejor tallado de su novela?

– No sé si el mejor perfilado, pero es sí un personaje muy descarnado en lo que hace a su personalidad… como Camps… sí, sí… Cuando uno mira los ´70 desde lo sucedido en el ejercicio del poder por parte de la dictadura, encuentra muchos coroneles como Donato Francisco Pérez al que el poder le encomienda las tareas más miserables a la hora de reprimir, hombres con carta franca para todo en función de la “paz”. Pero en determinado momento, cuando el poder siente que en algo se han “excedido”, los deja de lado…

Esa es la historia de Camps, de Vilas: cuando Videla percibió que eran sólo sangre y más sangre, se los sacó de encima. A Camps lo mandó a cuidar caballos a Remonta y Veterinaria; a Vilas lo pasó a retiro…

– Bueno, usted recordará la reflexión del coronel Pérez cuando siente que lo van a relevar… “Dicen que padezco reacciones sádicas…”


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