Aquines hizo de «viuda negra» y lo condenaron 

NEUQUEN (AN)- Julio Enrique Aquines, el triple homicida de Valentina Sur, recibió ayer otra condena en su contra, esta vez por un robo que cometió en setiembre del 97.

Lo hizo utilizando el método de las «viudas negras»: disolvió un somnífero en el café que estaba tomando un amigo para dormirlo y poder despojarlo de un revólver.

La condena que le aplicaron ayer fue a tres meses de prisión en suspenso.

De todos modos, se la unificó con la prisión perpetua que le aplicaron en noviembre pasado, por los asesinatos de tres chicos que cometió en Valentina Sur.

Aquines, de 25 años, fue sometido a un juicio abreviado. Esta metodología se aplica cuando fiscal y defensor coinciden en que el delito existió, que lo cometió el imputado, y acuerdan el monto de la pena a imponer.

Durante diez minutos, el autor de la masacre del Limay volvió a sentarse frente a los jueces que lo condenaron a perpetua: Jorge Sommariva, Alberto Fernández y Cecilia Luzuriaga.

Como fiscal se desempeñó Ricardo Mendaña y el defensor fue Eduardo Goncevatt. Fue ayer a las 9.30 y a condena se conoció, tal como anticipó Sommariva, al mediodía.

El tiempo que Aquines estuvo en la sala se lo notó tranquilo y con su habitual aire ausente, desinteresado de lo que sucedía a su alrededor. En un breve diálogo con «Río Negro», dijo: «estoy bien, en la cárcel me tratan bien, no hay problema». Cuando se le preguntó si recibía visitas contestó que su última pareja, Nancy, concurría habitualmente a la Unidad 12 donde está alojado. «Y va con mi hijo, que el mes que viene cumple un año». El pequeño nació el 20 de marzo pasado, cuando su padre ya estaba preso por los asesinatos.

El hecho fue cometido en el 97

El robo por el cual se lo juzgó ayer lo cometió el 5 de setiembre del 97, en la vivienda de Encinas 1.955. Allí se reunió a tomar un café con Jorge Benítez, a quien conocía «de vista, de la calle».

En determinado momento Benítez se levantó para ir al baño, regresó y siguió tomando su café. En seguida sintió sonmolencia, quiso vestirse porque tenía que salir pero no pudo, y antes de darse cuenta quedó profundamente dormido.

Aquines aprovechó esa ocasión para robarle un revólver marca Doberman calibre 32 largo, propiedad de un primo de Benítez llamado Edmundo Marenales Sainz.Al rato, Marenales llegó a la vivienda.

Encontró a su primo completamente dormido y sobre una mesita, dos tazas con café a medio tomar y varias cápsulas vacías de un medicamento llamado Vitrovil Roche.

Aquines, quien fue obligado a consumir Valium al año y 8 meses de vida, siempre tenía medicamentos a mano y por eso no extrañó que utilizara para robar ese método al que suelen apelar las mujeres conocidas como «viudas negras».

Marenales también descubrió que le faltaba el revólver, por lo que hizo la denuncia. Los datos aportados por Benítez orientaron la búsqueda hacia Aquines, quien ya por entonces era conocido en el ambiente delictivo.

Allanaron la casa de sus padres, en barrio La Sirena, pero allí su madre dijo a los investigadores que lo había echado porque estaba cansada de los problemas que le traía. Sobre este punto se debatió mucho en el juicio oral de noviembre pasado.

La condena de ayer es la tercera que recae sobre Aquines. Además de la perpetua por el triple crimen, también le habían aplicado dos años de prisión por golpear a un vecino y amenazarlo de muerte.