Arbol elige la magia antes que el estallido
No cambia su forma de actuar por la popularidad.
BUENOS AIRES, (Télam).- Arbol, una de las bandas más convocantes de la escena local, que lleva más de 12 años de trayectoria, guarda, según el cantante Eduardo Schmidth, un secreto que la define: «Cuando la gente dice que estamos a punto de estallar, nos escapamos a tiempo de la explosión».
Con un presente activo e intenso, y tras el fuerte impacto de su último disco «Guau!» –que los terminó de ubicar entre los grupos consagrados del rock argentino–, y luego de llenar dos estadios Obras, Arbol podría haber terminado el 2005 de una manera gloriosamente previsible: debutar en el Luna Park.
Pero este combo oriundo de Haedo funciona «escapando de lo que la gente espera de nosotros, y por eso decidimos cerrar el año con dos shows solidarios: '2 kilómetros por el Sida' y otro a beneficio en Castelar, ambos, ante 30 mil personas», expresó Eduardo Schmidth, quien también toca el violín, el charango, la flauta y la trompeta. «Para nosotros era muy emocionante, mucho más que hacer un Luna Park, porque hacía tiempo que no podíamos hacer algo solidario para tanta gente -agregó-. Siempre cuando se es
pera que Arbol esté en un lugar, te saluda desde el otro costado».
Arbol, que ahora se encuentra en medio de una gira por la costa atlántica y otros puntos de interior del país, y que sobresalió en los festivales de Gesell y Cosquín, lanzará en marzo un DVD que registrará sus shows en el «Templo del rock» y que cuenta con producción de la empresa Cuatro Cabezas.
–¿Cómo viven este momento de masividad y en qué modificó su forma de trabajo en el grupo?
–Lo vivimos con la alegría de saber que no nos estamos desviando del camino recto: no transamos con cosas con las que no estamos de acuerdo desde el punto de vista ético, que incluye formas de pensar a nivel social y político. Aparecemos cuando queremos e intentamos mantener nuestra vida personal al margen del trabajo. Son cosas que cuanto más grande te hacés como grupo, cuestan más, pero que por suerte las seguimos manejando.
–Tanto en los festivales como en sus shows, es evidente la buena comunicación que tiene el grupo con el público, ¿dónde pensás que reside esa magia?
–Hay una relación en la cual nos perdonan muchas cosas, nos permiten ser como somos, es una vínculo que nace hace muchos años y eso hace que podamos estar relajados para ser como somos. La gente sabe que la banda toca por gusto y que hay un compromiso con lo que hacemos.
–¿Pensaron que podían llegar a este nivel de popularidad?
–Algunas cosas las logramos conscientemente y otras se fueron dando por suerte. Hacemos mú
sica, sacamos discos y videos. Podemos adaptarnos a ámbitos muy diferentes: hoy tocamos en un festival de rock, mañana en uno de música electrónica y pasado en uno de folclore. La banda le gusta a un chico de dos años y a una señora de 70 fanatizada.
El quinteto, que completan Hernán Bruckner (guitarra), Martín Millán (batería), Pablo Romero (percusión, guitarra y voz) y Sebastián Bianchini (bajo), entrará a grabar en abril un disco nuevo, siempre bajo la dirección de Gustavo Santaolalla.
–¿Cómo tienen pensado encarar este nuevo álbum?
–Cada uno está demeando por su lado y después nos vamos a juntar para ver qué hizo cada uno. En otros discos había más tiempo para ensayar juntos, pero en abril tal vez nos vayamos a una quinta.
–¿Y en relación con lo musical?
–Arbol siempre está en el cambio y la permanencia, nos gusta que algunas cosas persistan y que otras cambien todo el tiempo. Una de las que persisten es que haya cambio. Seguramente van a haber estilos que no hayamos trabajado y otros que hace un par de discos no hacemos. Yo me lo imagino con una vuelta al pasado con algunas cosas que quedaron afuera de «Guau!». Algo hardcore y machaque, con la veta que nos gusta que son las canciones.
Además, comentó el músico, «estamos pensando en una serie de shows raros que tal vez se llame «Chau Guau!». Aunque no está descartado hacer un Luna Park, la idea es despedir «Guau!» de una manera diferente».
BUENOS AIRES, (Télam).- Arbol, una de las bandas más convocantes de la escena local, que lleva más de 12 años de trayectoria, guarda, según el cantante Eduardo Schmidth, un secreto que la define: "Cuando la gente dice que estamos a punto de estallar, nos escapamos a tiempo de la explosión".
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