Volver al FMI: ¿última carta de Macri para salvar el gradualismo?

El gobierno busca una garantía del Fondo Monetario para evitar un ajuste profundo. Pero se desconocen las condiciones que impondrá el organismo. Las claves.

Curiosamente, más allá de los pronósticos más catastróficos y resquemores por los condicionamientos que el FMI pueda imponer, hay consenso de diagnóstico en el mundo económico: en Washington, el gobierno se juega la última carta para sostener el “gradualismo”. Las diferencias surgen cuando se evalúa si el Ejecutivo se adelantó al pedir un crédito al Fondo y quemó esa carta anticipadamente, o si no le quedaba otra salida. Pero el mismo oficialismo ubica al FMI abiertamente como “garante” para mantener el plan económico y evitar el ajuste salvaje. La negociación sigue mañana entre los equipos técnicos, una discusión que a pesar de la decisión del Fondo de hacerlo de manera expeditiva, demoraría varias semanas.

No hay certezas por ahora. Según el Ministerio de Hacienda, que encabeza Nicolás Dujovne, y el FMI, el gobierno negocia un crédito “stand-by” de “alto acceso”, un préstamo de duración flexible entre 1 y 3 años, sujeto al cumplimiento de “las políticas del FMI”. La cifra oscila, dependiendo de las fuentes, entre los u$s 20.000 y 30.000 millones, pero no hubo aún confirmación oficial, tampoco sobre la tasa, aunque se habla del 4%.

Mientras negocia, el gobierno busca calmar las aguas en el frente interno. Aunque no logra controlar la suba del dólar –que el viernes se fue a 23,70–, el Ejecutivo recibió respaldo político, aunque tibio, de los gobernadores del PJ dialoguista: San Juan, Entre Ríos, Chaco, Tucumán y Córdoba.

En el plano internacional, sí ha recibido el apoyo que buscaba. En los últimos días confirmaron su respaldo Estados Unidos, China, Japón, Brasil y Chile. El Tesoro de EE. UU. –miembro más importante del Fondo– transmitió su “fuerte apoyo al programa de reformas” del gobierno y “le dio la bienvenida” a las conversaciones de la Argentina con el FMI. Japón también está entre los socios de mayor peso del organismo. La misma directora del FMI, Christine Lagarde, expresó la intención del organismo de arribar a un acuerdo de forma “expeditiva” y reiteró, también, el “firme apoyo a las reformas”.

Las dudas pasan sobretodo por cuáles serán las condiciones. Un pronóstico puede hacerse revisando la relación del FMI con la gestión Macri. En noviembre del 2016, luego de tres años, el Fondo levantó la moción de censura sobre Indec por manipulación de datos durante el gobierno kirchnerista. Al año siguiente, llegó la primera misión FMI desde el 2006, para realizar la auditoría y el informe económico al que se someten todos los miembros. El resultado fue elogioso: “regreso a los mercados”, “desequilibrios macroeconómicos corregidos”, “recuperación sostenida de la recesión”.

Pero no faltaron advertencias, que se convirtieron ahora en profecías cumplidas. El Fondo consideró que el plan fiscal estaba bien orientado, pero una aceleración de las reformas mitigaría vulnerabilidades, entre las que se consideró un posible “endurecimiento de las condiciones de financiamiento externas”, tal como sucedió. También observaban una caída de la inflación más lenta de lo previsto y el tipo de cambio real presionado. Celebró la reforma tributaria, pero planteó la necesidad de una reforma laboral. El gobierno trabaja una en el Congreso. No mencionó la necesidad de una reforma del sistema previsional, tremendamente deficitario, pero es una discusión pendiente. Hasta ahora sólo ha modificado el cálculo de reajuste jubilatorio.

El Ejecutivo considera que la única manera de sostener el gradualismo es, hoy, el financiamiento externo. No hay otro ajuste posible sin desmadre social: el 70% del Presupuesto nacional lo consumen jubilaciones, planes sociales y sueldos. La obra pública, que ya sufrirá un recorte de $ 30.000 millones, no incide tanto. Pero la suba de tasas en EE. UU. oscureció el panorama para la colocación de bonos. El crédito del FMI –más barato económicamente, pero mucho más caro políticamente– se perfila como la última carta del gobierno.

“El gobierno no ataca el déficit fiscal de manera frontal y brutalmente, lo hace con el transcurso del tiempo y la capacidad de la sociedad argentina”.

“No vine a negociar ningún tipo de programa, porque la Argentina no necesita eso y tampoco lo pidió”.

Christine Lagarde en Buenos Aires, 16 de marzo de 2018

archivo

Lagarde, Dujovne y sus equipos, el jueves, en la sede del Fondo Monetario Internacional.

Datos

“El gobierno no ataca el déficit fiscal de manera frontal y brutalmente, lo hace con el transcurso del tiempo y la capacidad de la sociedad argentina”.
“No vine a negociar ningún tipo de programa, porque la Argentina no necesita eso y tampoco lo pidió”.

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