Aróstegui: «El siglo XX ha cambiado al mundo»

NEUQUEN – Historiador y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, Julio Aróstegui recrea las nociones de «estado» y de «nación», opina que la Historia necesita de nuevas teorías que expliquen los profundos cambios recientes y propone «un poco de misericordia» para juzgar al siglo que termina, negándose a «criminalizarlo».

Al contrario, sostiene que este siglo «heredó y tuvo que resolver los problemas del XIX y ha abierto un mundo enteramente distinto. Por ejemplo, la guerra nuclear abrió otro mundo. Las guerras no serán como antes; nadie piensa en una guerra mundial nuclear porque eso significa la destrucción de ambos bandos. Hoy las guerras son locales y de baja intensidad».

Profesor de Historia Contemporánea, Aróstegui dice que éste es un siglo «de transición, hacia no sabemos qué a escala estratégica mundial», en el que la regionalización es clave. «Me opongo a condenar el siglo, a criminalizarlo. Muchos intelectuales dicen que ha sido genocida y bárbaro. Esto es cierto pero no excepcional. El siglo XX nos ha llevado de una revolución industrial que se basaba en los recursos de la naturaleza, como si fueran inagotables, a problemas muy serios que la humanidad deberá resolver en 25 ó 30 años. Ha aportado una modificación histórica brutal, que ha costado mucha sangre, sin duda, y hoy estamos convencidos de que no tienen nada que ver el progreso tecnológico con el progreso moral».

«La desaparición del mundo bipolar no nos ha llevado a un mundo mejor. Ahora está hegemonizado y con peligro de que esa hegemonía se acentúe. Por eso la solución es la regionalización, que piden los propios hegemonistas. Estados Unidos sabe que necesita tener en Rusia un guardián fuerte y que China también tiene que jugar un papel de región», agrega.

Entre las grandes transformaciones de esta centuria, incluye también a la tecnología, el trabajo y la producción, la información de masas y los problemas ecológicos.

Aróstegui es autor de un texto (La investigación histórica, 1995) muy difundido en el país, en el que postula la falta de análisis crítico de los historiadores, europeos en particular. Advierte que la idea posmodernista de la crisis de las ciencias sociales «es potente, pero ha destruido los viejos presupuestos teóricos sin que se hayan sustituido por otros. De los 70 para acá, la sociedad mundial ha sufrido tales modificaciones que casi podría decirse que es imposible dar cuenta de este tremendo cambio».

Cree, no obstante, que habrá nuevos instrumentos de análisis y nuevas claves explicativas: «Las ciencias sociales han progresado siempre a través de grandes teorías. Hay que volver a las teorías».

Sobre la idea de nación, admite una crisis que no afecta a la de estado nacional, aunque sí a la del Estado Benefactor. Dice que las organizaciones regionales como la Unión Europea o el Mercosur «no van a acabar con el Estado. Por el momento -argumenta- las sociedades no tienen más remedio que ser dirigidas por organismos como el Estado, aunque sólo para administrar recursos».