A la hora señalada, una banda aparece. Tres jóvenes entusiastas y un veterano. Los entusiastas toman posición y el veterano se acerca al borde del escenario y saluda como Perón desde el balcón. Lanza besos a una multitud que no es tal: apenas unos cientos de entusiastas que esperan ansiosos por los temas de su banda favorita, que no es la banda que se acomoda en el escenario
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