Arturo Ripstein, un cine personal, íntimo y pequeño

El director mexicano aconseja a su pares "persistir sin esperanza"

BUENOS AIRES (Télam).- El cineasta mexicano Arturo Ripstein, de visita en Buenos Aires junto con su esposa, la guionista Paz Alicia Garcíadiego, para dictar un seminario sobre el proceso creativo en sus películas, afirmó que él hace «un cine cada vez más personal, íntimo y pequeño» y que prefiere renunciar al éxito porque eso le permite trabajar con más libertad.

El autor de «La mujer del puerto», «Profundo carmesí» y «La reina de la noche», entre otras oscuras y trágicas visiones sobre el ser humano y la existencia, llegó el jueves pasado al país para el seminario y para asistir a una muestra homenaje que incluye obras suyas que permanecían inéditas y que se desarrolló en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).

«Como miembro de un cine periférico, lo que hago es cada vez más pequeño. Me asusta mucho la posibilidad de que nadie lo vea, pero seguiré filmando de ese modo porque las películas pequeñas y baratas me eximen de la obligación de responder al éxito y me permiten tomar riesgos narrativos, experimentar y volver a jugar con el cine», dijo Ripstein en diálogo con los medios de prensa en el Malba.

Este año, el cineasta presidió el jurado de la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, donde tuvo oportunidad de ver numerosas películas argentinas, entre las cuales destacó a «Extraño», ópera prima de Santiago Loza que, según admitió, le pareció «asombrosa».

Ripstein se quejó de la escasa difusión que el cine argentino tiene en México y viceversa, y señaló además que «la falta de difusión y distribución de nuestras películas es, junto a la corrección política, una de las más grandes formas de censura que padece el cine en la actualidad».

Hijo del productor Alfredo Ripstein («El crimen del padre Amaro»), Arturo tuvo a los 15 años su primer contacto con el cine, y en el camino del aprendizaje se topó con el cineasta español Luis Buñuel, de quien fue asistente de dirección.

«Yo no entendía nada de lo que Buñuel hacía», confesó, pero sí rescató una enseñanza ética encerrada en una frase: «Si quieres hacer películas, ten respeto por el oficio que elegiste».

«Buñuel me enseñó que hay que tratar de hacer películas sin por ello traicionarse a uno mismo. El aprendizaje ético era ese: el respeto y la reflexión que hay que tener frente a cada obra», recordó el cineasta, quien ofreció un consejo un tanto cínico a los que -como él hace muchos años- quieren iniciarse en el cine: «Persistir sin esperanza».


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