Asesina descubierta

¿Quién me quiere matar?, se preguntó una mujer que a principios de los ‘90 recibió una impecable torta de crema y frutillas envenenada con Parathión en su casa de la tranquila localidad de Colonia Juliá y Echarren. La responsable era la esposa de su amante, quien había soportado 14 años de infidelidad y había decidido poner fin a la situación de la manera más drástica. El juicio terminó con la repostera, de 60 años, condenada a 10 años de prisión efectiva por “tentativa de homicidio calificado por envenenamiento” y fue una pericia caligráfica la que selló su suerte ante la Cámara Criminal Tercera de Roca, que en octubre de 1992 emitió su fallo. Había muchas sospechas sobre la esposa engañada pero ninguna prueba concreta. Sólo había un testigo (el taxista al cual una mujer misteriosa le entregó una caja, le dio la una dirección y le indicó que debía entregarla “de parte de un club de madres”, como regalo), pero eso no bastaba para una condena penal. Y fue entonces que una pericia caligráfica sacó la verdad a la luz, porque la autora del intento de asesinato había escrito sobre la caja de la torta los nombres de los destinatarios del manjar envenenado: la amante y sus tres hijos.


¿Quién me quiere matar?, se preguntó una mujer que a principios de los ‘90 recibió una impecable torta de crema y frutillas envenenada con Parathión en su casa de la tranquila localidad de Colonia Juliá y Echarren. La responsable era la esposa de su amante, quien había soportado 14 años de infidelidad y había decidido poner fin a la situación de la manera más drástica. El juicio terminó con la repostera, de 60 años, condenada a 10 años de prisión efectiva por “tentativa de homicidio calificado por envenenamiento” y fue una pericia caligráfica la que selló su suerte ante la Cámara Criminal Tercera de Roca, que en octubre de 1992 emitió su fallo. Había muchas sospechas sobre la esposa engañada pero ninguna prueba concreta. Sólo había un testigo (el taxista al cual una mujer misteriosa le entregó una caja, le dio la una dirección y le indicó que debía entregarla “de parte de un club de madres”, como regalo), pero eso no bastaba para una condena penal. Y fue entonces que una pericia caligráfica sacó la verdad a la luz, porque la autora del intento de asesinato había escrito sobre la caja de la torta los nombres de los destinatarios del manjar envenenado: la amante y sus tres hijos.

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