Así se hizo La Pasión del Maruchito

Unos 11 días de rodaje, más de 65 personas y mucho entusiasmo rodeó desde el inicio la filmación de la Serie y Documental del Maruchito. Toda la energía puesta para contar la historia de Pedro Farías y la construcción de su mito tan reconocido en la Línea Sur.

Por Denise Gonzalez Eguilior

Cuenta la leyenda que cada viajero que transita por la ruta provincial 74 hace una parada obligatoria, una parada que lo obliga a desviarse -apenas- de este camino que une el Alto Valle con la Línea Sur.

Este parate es para ingresar a la ermita del Maruchito y dejar alguna ofrenda, costumbre que ha hecho carne en este mito, ese que nace de la historia de Pedro Farías, el niño que murió trágicamente por tocar una guitarra.

El Maruchito hace milagros, dicen los devotos. Y algo raro, malo o desgraciado sucede al viajero inconsciente que no hace su “visita” a la ermita.

Esta leyenda, que llama la atención de creyentes como de escépticos, transmite una energía especial que estuvo presente desde el minuto uno para el equipo de producción del Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA), que gestó las dos piezas audiovisuales de La Pasión del Maruchito, un gran proyecto transmedia inédito que tomó forma gracias a la coproducción entre el IUPA y el Diario Río Negro.

Así, el equipo se trasladó a Aguada Guzmán, un poblado de 200 habitantes al sudoeste de General Roca, un paisaje en el que el viento es un asiduo partícipe.

El primer día de rodaje en la ermita del Maruchito, ubicada a 9 kilómetros de Aguada, se sintió esa energía: era una tarde diáfana, de cielo azul y sin viento. Sin embargo, el mástil de la entrada de la ermita se movía -vibraba- sin cesar. Tal fue la sorpresa para el equipo que nadie atinó a registrar con la cámara semejante movimiento. El Maruchito estaba allí.

Anécdotas, resoluciones milagrosas, santuarios, relatos y fervor popular circulan sobre el nacimiento de este mito. Todo forma parte del documental y de la web serie, producciones que insumieron más de 11 jornadas de rodaje y contaron con la participación de más de 65 personas.

El documental y la web serie

El documental de 12 minutos hace foco en la historia del Maruchito y que dio nacimiento a la leyenda popular. Para este documental se rastrearon y consiguieron testimonios de historiadores reconocidos como Elías Chucair y Jorge Castañeda. También, de referentes de la zona de Aguada Guzmán.

La segunda producción es una web serie de cinco capítulos, en el que hay matices de realidad y ficción, donde se mezclan la historia trágica de Pedro Farías con el sentir popular y su amor por la música.

Para estas producciones el equipo se conformó con estudiantes y egresados de Artes Audiovisuales del IUPA, pero también estudiantes de las carreras de Artes del Movimiento y de Arte Dramático.  Además, trabajaron técnicos, administrativos y el equipo de Centro de Producción del IUPA .

Para ambas piezas, se filmó en Cervantes (Chacras de las Bodegas San Sebastián, de la Familia Tello) y en distintas locaciones de Aguada Guzmán, como la ermita del Maruchito, la Escuela Maruchito, la Capilla, la casa de Delia Guachaqueo.

“Lo primero que hizo el equipo de rodaje en los viajes de búsquedas de locaciones (se llama scouting) es pedirle permiso al Maruchito y que acompañe todo el proyecto. Una vez más, el Maruchito cumplió. Laura Rojas y Federico Laffitte (productora y director) creen que sin ese acompañamiento muchas cosas del proyecto que no hubieran funcionado”, señala Lara Decuzzi, productora general de las piezas.

Hubo grandes necesidades para filmar como, por ejemplo, hacer una afinada reconstrucción histórica para la serie de ficción. La puesta en marcha de la carreta es un buen ejemplo. El primer desafío fue poner en movimiento carros y carretas que, según el guion, debían moverse en cámara. Para esto había que encontrar ejemplares que resistieran pasajeros, que las ruedas pudieran rodar y que los caballos pudieran andar.

Apareció una carreta de -Mario Cerutti- que era perfecta, pero que requería un tratamiento de restauración para que las ruedas pudieran rodar. El artista Lucas Severini restauró con detalle la pieza.  Faltaban los caballos para tirar la carreta.

La búsqueda fue extensa. De regreso de Chimpay, adonde el equipo viajó para hacer entrevistas sobre la investigación del Maruchito, apareció Don Leal, con su sulky su caballo. Los productores le contaron del proyecto, y decidió sumarse.

A una semana del inicio del rodaje, todavía no se sabía si los caballos iban a poder tirar o no de este carro restaurado. El equipo ya estaba pensando en falsear el movimiento de la carreta -tirándola con un tractor-. Don Leal llamó para avisar que entre varios amigos pudieron poner en marcha los caballos.

Casualidad o no (influencia del Maruchito, ¿tal vez?) es que casi todo este grupo de amigos habían sido compañeros de la Asociación de Nietos y Bisnietos de Pioneros, un grupo que desde tiempo atrás no se encontraba. La situación los reunió nuevamente.

Un trabajo y el regalo del vestido de novia

Laura Rojas, productora de la serie, relató a su familia sobre el proyecto en el que estaba trabajando. Así descubrió que sus abuelos eran devotos y que habían viajado varias veces a rendir homenaje a Pedro Farías; la última vez, para pedir trabajo para el abuelo. El Maruchito cumplió:  al año siguiente, el abuelo de Laura dejó una placa de agradecimiento y la abuela ofrendó su vestido de novia, uno de sus objetos más preciados. El fuego, en uno de los varios incendios que sufrió la ermita, se llevó ese vestido.

Hay más historias y anécdotas que sucedieron durante La Pasión del Maruchito. Pedro Farías dejó su marca, y su energía aún subsiste.


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