Asistir a los refugiados, un desafío para el 2004, Por Flor Rojas Rodríguez  21-01-04

En el 2004, encontrar soluciones a la situación de millones de refugiados en el mundo continúa siendo uno de los grandes temas de la humanidad. La capacidad de la comunidad internacional de prevenir las flagrantes violaciones de los derechos humanos que generan flujos de refugiados, y de brindar protección a quienes tienen que huir de su país por causa de persecuciones relacionadas con su raza, religión, nacionalidad, grupo social u opiniones políticas, será uno de los indicadores más fidedignos del estado de respeto por los derechos humanos y de nuestra colectiva salud política y moral.

Ha habido importantes avances en el 2003. Un gran número de personas logró el deseado retorno a su país de origen, con la ayuda del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Entre estos refugiados se cuentan 340.000 afganos, principalmente desde Irán y Pakistán, 50.000 angoleños, desde la República Democrática del Congo, Zambia y Namibia, y otros retornos a Sierra Leona, Somalia y Eritrea. Otros avances, menos publicitados, incluyen la ratificación, por parte de dos nuevos países, Timor Leste, y San Vicente y las Granadinas, de la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados y/o su Protocolo Adicional, llevando a 145 el número de países que forman parte de estos instrumentos.

El Cono Sur también ha sido testigo de avances, entre ellos, un novedoso proyecto en la Argentina, entre ACNUR y el Comité de Elegibilidad para los Refugiados (CEPARE), redujo en más de un 50% el número de solicitudes de asilo que se habían acumulado a lo largo de los últimos años sin resolver. Uruguay, por medio de un nuevo decreto presidencial, se sumó a la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay en poseer mecanismos y herramientas nacionales para la implementación de la Convención de 1951.

Desafortunadamente, en el 2003, la labor humanitaria también se ha visto perjudicada por las crecientes amenazas a la seguridad de los trabajadores humanitarios, lo cual fue trágicamente demostrado en Irak y en Afganistán. Las graves consecuencias de estos ataques incluyeron necesarias restricciones al trabajo de agencias de la ONU, entre ellas ACNUR, así como de otras organizaciones internacionales.

Junto con el desafío de proteger a su personal en contextos operativos cada vez más conflictivos, las organizaciones humanitarias compartirán la continua necesidad de identificar las vías de ayuda internacional para solventar sus operaciones. En el 2004, ACNUR necesitará mil millones de dólares para financiar actividades en beneficio de la protección y asistencia a más de 20 millones de personas en el mundo, principalmente refugiados, solicitantes de asilo y repatriados.

En América, donde la Agencia destinará aproximadamente 25 millones de dólares, la situación humanitaria de las personas desplazadas en Colombia será todavía un importante foco de su labor. Además de trabajar junto con instituciones gubernamentales y no-gubernamentales, a fin de apoyar el cumplimiento de la existente legislación nacional en la materia, ACNUR prestará atención especial a las necesidades de las mujeres, los jóvenes y niños, y las minorías étnicas, que son los más afectados por el desplazamiento. En el Cono Sur continuará alentando a los gobiernos en el proceso de fortalecimiento de legislación dirigida a la protección de refugiados, y trabajará para ampliar las redes públicas y privadas de apoyo, a fin de que los refugiados tengan acceso a una amplia gama de servicios en los rubros de salud, educación, vivienda, capacitación e inserción laboral.

ACNUR destinará más de un tercio de su presupuesto a actividades en Africa, donde la agencia asiste a más de tres millones de personas. Además de asistir en la repatriación voluntaria de refugiados a varios países, la Agencia tendrá que responder a nuevas emergencias, incluyendo la huida de decenas de miles de refugiados desde la zona oeste de Sudán a Chad.

La Agencia destinará cerca de 180 millones de dólares a su trabajo en Asia, entre ellos 132 millones de dólares a Afganistán, donde se encuentra actualmente su mayor operación a nivel mundial. Allí, asistirá el retorno de personas y brindará servicios en los sectores de vivienda y agua potable, entre otros. Mientras que en Irak la situación permanece frágil, permitiendo el retorno de tan sólo un pequeño número de refugiados, cuando las condiciones de seguridad así lo permitan, la Agencia asistirá a quienes igualmente desean regresar. Ayudará a unas 600.000 personas desplazadas dentro del propio país y a los refugiados de otros países (palestinos, iraníes y turcos) que se encuentran allí. Asistirá a medio millón de personas de Sri Lanka e intentará encontrar una solución al largo exilio de los refugiados de Bután en Nepal. En el sudeste de Europa, ACNUR continuará participando de los esfuerzos hacia la reconciliación y la estabilidad en los Balcanes.

Todo aporte a la protección y asistencia de las víctimas de la persecución y de la violencia relacionada con los conflictos armados contribuye a fortalecer el marco de respeto por los derechos humanos y refuerza el espíritu de apertura y diversidad de los pueblos. Frente a los continuos y nuevos desafíos, ACNUR renueva su llamamiento a las sociedades y los gobiernos a fin de que avancen en esta dirección. Asimismo, trabajará para persuadir a quienes aún requieren de esfuerzos adicionales para asumir tales compromisos.

 

Representante regional para el Sur de Sudamérica del

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)


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