Asociativismo, el nuevo rumbo en la producción porcina

Pequeños productores del Valle de Conesa obtienen buenos resultados con la cría y comercializando capones en forma agrupada. Utilizan la técnica de engorde en tuneles de cama profunda y capacitan a los actores de la cadena comercial local.

Redacción

Por Redacción

Por Vet. Mariana Dacal – Ing. Agr. Maite Alder (AER Inta Conesa / EEAVI)

Reducir los costos, tiempos productivos y aumentar la escala son claves para mantenerse hoy en la cadena de producción porcina. El contexto económico actual, en el cual la relación de precios kg maíz/ kg de carne se ha desbalanceado, exige ser cada vez más eficientes a la hora de producir.
En ese marco, los pequeños productores encuentran en el “asociativismo” una forma de alcanzar estas premisas y mantenerse en actividad.
Hace varios años que la Asociación Civil Productores Patagónicos Unidos (ACPPU) trabaja en este sentido. En el año 2014 comenzaron como grupo del programa Cambio Rural, y en 2016 adquirieron forma jurídica con el objeto de aunar ideas y fuerza, superando a las individuales.
En conjunto con técnicos de INTA y ProHuerta, los productores iniciaron un proceso de co-innovación que consistió en construir conocimiento a partir de la experiencia práctica de producción colectiva de capones en túnel de cama profunda con comercialización local.
Explicaron los técnicos que este tipo de sistema productivo se adapta a nuestra zona, logra buenos índices productivos, colabora en el cuidado del medio ambiente y el bienestar animal, y resulta rentable y de bajo costo de inversión.

“La única posibilidad del productor chico es unirse, solos se hace imposible. Agrupados bajamos costos y estamos en el mercado”

Cristián Fernández (Presidente ACPPU)


El engorde se llevó a cabo con sistema “todo adentro, todo afuera” minimizando riesgos sanitarios. El ingreso de lechones de único origen se realizó a edad de destete (28 días). La alimentación fue a base de balanceados y los animales estuvieron listos para faena a los 4,5 meses con un peso vivo promedio de 105 kg. La comercialización se concretó en carnicerías de la localidad, previa faena en el matadero local.
La obtención de resultados exitosos estimuló la continuidad del trabajo en equipo y puso en marcha un “plan organizativo”. Se consiguió aumentar la cantidad de capones por lote y la frecuencia de ciclos de engorde, aunque “el ojo estaba puesto” principalmente en aspectos comerciales y de promoción del consumo de carne porcina.
Se trabajó en la modificación de dietas que permitió bajar los costos productivos y reducir el engrasamiento de la res, obteniendo un producto más competitivo en menor tiempo.
Paralelamente, se capacitó a carniceros y productores en la estandarización de los cortes porcinos, siguiendo la denominación comercial utilizada de los mismos. Asimismo, junto a la tecnicatura Profesional Gastronómico del Instituto Terciario de General Conesa, se puso en agenda una jornada de elaboración de recetas y degustación de carne porcina.
Un capítulo aparte merece la comercialización colectiva, que apuntala la sostenibilidad de la actividad. En sus inicios, un lote único era vendido en diferentes momentos y solo en carnicerías de la localidad. Con el avance, el armado de una agenda de clientes concretó vínculos comerciales con entrega de capones en el Alto Valle, y hoy la ACPPU coordina la comercialización de distintos lotes de productores que no pertenecen al grupo. Estas capacidades organizativas les permiten aumentar la escala, diluir costos de transporte y mantenerse vigentes en el mercado.

En números

20%
La reducción alcanzada en los costos del transporte mediante el trabajo y la comercialización colectiva.

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