Astiz se desligó del secuestro y desaparición de Rodolfo Walsh

El detenido ex capitán naval Alfredo Astiz aseguró ayer ser ajeno al secuestro del periodista Rodolfo Walsh, responsabilizó por el hecho a la Policía Federal y amenazó con denunciar a los investigadores de la causa por la desaparición del autor de «Operación Masacre».

Astiz, que integró el cuerpo represivo de la ESMA y cumple prisión preventiva por delitos de lesa humanidad, amplió su declaración indagatoria ante el juez federal Sergio Torres y, en la audiencia, reprochó al magistrado y al fiscal Eduardo Taiano la imputación que afronta por el secuestro de Walsh, que fue baleado en la vía pública el 25 de marzo de 1977.

Fuentes judiciales informaron que Astiz propuso convocar como testigo a la juez federal María Servini de Cubría, quien habría certificado la muerte de Walsh en el marco de un proceso judicial.

La intención del abogado Juan Aberg Cobo, defensor de Astiz y del también detenido ex marino Antonio Pernías, es atacar la investigación de Torres por entender que Walsh no figura en calidad de desaparecido sino que estaría probado su asesinato a manos de la Policía Federal. Sin embargo, los investigadores presumen que Walsh fue atacado por un grupo de represores de distintas fuerzas, que actuaron en forma conjunta y entre quienes se encontraban Astiz y Pernías.

La defensa pidió ayer copias de sumario y advirtió que analiza la presentación de una denuncia contra Torres y el fiscal por «incumplimiento de los deberes de funcionario público, abuso de poder, prevaricato, y privación ilegítima de la libertad», explicaron las fuentes.

Al retrucar la acusación de Taiano, Astiz señaló que una de las equivocaciones que a su entender cometió el fiscal, «consistió en comparar a personas de religión judía con terroristas montoneros. Es «ofensivo para el culto judío que se compare el accionar ilegal de bandas terroristas con el holocausto del pueblo judío ocurrido entre 1939 y 1945», afirmó Astiz, que en 1990 fue condenado en ausencia por un tribunal de Francia como responsable de la desaparición de dos monjas galas.