Aún en pandemia, Bariloche garantiza la interrupción legal del embarazo

La cantidad de procedimientos no ha disminuido a pesar de la pandemia. Para descongestionar el hospital público, por donde más circula el coronavirus, se deriva a las pacientes a los centros médicos y en una semana se concretan las prácticas.

Aún en tiempos de pandemia, el hospital Ramón Carrillo sigue garantizando el procedimiento ILE (Interrupción Legal del Embarazo). A fin de descongestionar la circulación en el hospital -por donde más circula el virus-, la práctica se descentralizó mucho más aun hacia los centros de salud.

“El ILE, así como la anticoncepción de emergencia, no es diferible. Son consideradas urgencias. Por lo tanto, la respuesta se da igual”, sintetizó Carolina Pasquali, tocoginecóloga del hospital y miembro del Comité ILE en Bariloche.

En promedio, se realizan unos 13 ILE por mes en Bariloche. La cantidad de prácticas es la misma que antes de la cuarentena. Y la respuesta sigue siendo inmediata.

“En el momento en que una paciente nos dice que desea interrumpir, se hace una ecografía para ver que el embarazo sea normal, se concreta una entrevista con un trabajador social y psicólogo y a continuación, se hace el procedimiento con pastillas. Los tres pasos no llevan más de una semana”, contó Pasqualia, al tiempo que destacó que se intenta que “en ningún caso, se superen los 10 días sin respuesta”.

Al inicio del aislamiento obligatorio por la pandemia, hubo demoras en la entrega de Misoprostol al hospital Ramón Carrillo pero se usó el stock que había.

Desde el Comité ILE en Bariloche, aseguran que el sector privado no suele dar respuestas ante un pedido para interrumpir un embarazo. Tampoco se conformaron los equipos interdisciplinarios, ni se adhirió al protocolo.

La interrupción del embarazo se acompaña con los anticonceptivos. Las pacientes se van con un Diu colocado o pastillas”.

Carolina Pasquali, tocoginecóloga.

“Están en falta al cumplimiento de una ley provincial. Si una mujer con cobertura social va al privado y solicita una interrupción, la mandan al hospital sin derivación. O le cambian el diagnóstico, argumentan un aborto incompleto y la hacen pasar por quirófano”, admitió Pasquali.

Reconoció que la mujer que llega al hospital, con obra social porque no tuvo respuestas de los centros privados, “debe transitar un camino difícil para conseguir la medicación que no le puede aportar el hospital”.

“Muchas veces, las farmacias no les quieren vender o le piden doble receta. Incluso, con descuento tienen que pagar 8.000 pesos y más aun con esta situación, no pueden pagarlo”, relató Pasquali y añadió: “El hospital termina dando una respuesta que no le corresponde. Pero tiene una situación en frente que no debe dilatarse porque el embarazo sigue gestándose mientras la mujer mete trámite y trámite”.

Datos

163
Prácticas se realizaron en 2019. Unas 25 a menores de 19 años y otras 117 a mujeres de entre 20 y 34 años.
39
Procedimientos se realizaron este año, entre ellos una aspiración manual endouterina.

Contención y acompañamiento

El acompañamiento se brinda desde el primer momento en que una mujer manifiesta su deseo de interrumpir un embarazo. Este pedido puede llegar a través del servicio hospitalario, por demanda espontánea, o por el grupo de “socorristas”.

“Siempre se hace una entrevista psicosocial para que la persona plantee sus dudas o temores”, detalló Gastón Vera, trabajador social del equipo interdisciplinario de ILE Bariloche.

Señaló que muchas veces, se detectan situaciones de violencia o bien ese embarazo no entra dentro del proyecto de vida de la mujer.

Vera planteó que los registros permitieron desterrar varios mitos. El más fuerte: que son las adolescentes quienes más optan por interrumpir sus embarazos. La mayoría de las mujeres que requieren la práctica son mayores de 25 años.

“En este hospital de Bariloche, los datos muestran otra realidad. Las que menos se acercan son las adolescentes. El número más alto corresponde a personas mayores de edad que ya tienen un grupo familiar constituido”, acotó Vera.

Siempre se les consulta si usan métodos anticonceptivos y si bien la mayoría los emplea, registró alguna falla.

Los especialistas admiten que se desconoce la ley que garantiza la interrupción legal del embarazo en Río Negro y por lo tanto, que Bariloche cuenta con un protocolo.

“Por eso, señaló Vera, muchas derivaciones nos llegan de las socorristas. Ellas tienen un número de teléfono y asesoran sobre la ley. Luego, se comunican con nosotros. Trabajamos muy articuladamente con ellas”.

El sector privado no garantiza el 100% de la práctica ILE y acá hay una ley provincial. Si hacemos entrar a una mujer en un circuito burocrático, se pasan las semanas”.

Gastón Vera, trabajador social

Práctica ambulatoria

Hasta la semana 12 del embarazo, el procedimiento es ambulatorio ya sea en el hospital o los centros de salud. A partir de las 12 semanas hasta la 21.6, se requiere internación. Pero en estos casos, el porcentaje es muy bajo. Y, según aclaran, no necesariamente se trata de cuadros graves por complicaciones.

“Puede ser que la mujer tenga un poco más de riesgo de hemorragia o necesitar más medicación. A veces, la interrupción resulta incompleta porque la pastilla no le hizo efecto. O se necesita resolver en quirófano porque hubo infección y el tratamiento es endovenoso”, señaló Pasquali.

El Comité de ILE del hospital está conformado por profesionales de diversas disciplinas, incluso abogados. El minucioso trabajo que realizan les valió varios pedidos de diversos hospitales de otras localidades para capacitar e incluso colaborar en el armado de los equipos.

“Todo esto es un derecho, las personas deben poder acceder. Muchas veces, la barrera para este acceso somos los mismos trabajadores de la salud. Por eso, el esfuerzo se centró en la capacitación del personal”, señaló la médica.

Reconoció que hay muchos “objetores de conciencia”. En el servicio de Ginecología, hay 10 médicos de los cuales la mitad es “objetor”. “De todos modos, deben intervenir en los pasos previos y posteriores a la intervención. Del procedimiento en sí mismo, no”.

Un trabajo minucioso

“Fue un trabajo de hormiga”, reconocen los profesionales que conforman el equipo barilochense.

Si bien la ley es provincial, el hospital de cada ciudad elabora su protocolo local. El trabajo en Bariloche arrancó allá por 2015 cuando se conformó el comité ILE que es interdisciplinario y se reúne todos los meses.

“Aparecieron trabas y el protocolo se fue modificando en la práctica misma con la idea de la accesibilidad. Hubo que hacer mucha docencia entre nosotros. Aparecieron prejuicios”, señaló Vera.

Insistió en que “hay muchos objetores de conciencia que, por ley, deben canalizar la demanda a un médico no objetor. Hoy, en todos los centros de salud, hay médicos no objetores”.


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