Aun furioso, no cortará el diálogo

BUENOS AIRES (ABA).- Después de ver durante todo un día las imágenes de los noticieros mostrando los enfrentamientos entre policías y manifestantes en Santa Cruz, Kirchner estalló furioso: «Mantengo convicciones y principios. Dije que no iba a reprimir manifestaciones y eso corre también para mi provincia».

A esa altura Carlos Sancho estaba sentenciado: debía irse a su casa. Pero la calentura del Presidente también tenía otro destinatario, el jefe comunal radical de Río Gallegos.

«(Héctor) Roquel no se la llevará de arriba dijo, fue intendente del proceso y obedecía a los militares…y ahora no es capaz de contener al gremio de los municipales que le está pidiendo aumentos a él».

Kirchner, se le señaló a «Río Negro», cree que Roquel actuó en tándem con el obispo Juan Carlos Romanín, alentando a los que protestaban en lugar de llevar la moderación.

Anoche, en un lugar de la Capital Federal, los docentes santacruceños, seguían negociando con las autoridades del Ministerio de Trabajo para alcanzar una solución al conflicto, mientras el legislador Daniel Peralta se hacía cargo del Poder Ejecutivo de esa provincia, en representación de Kirchner. Los maestros prácticamente habían aceptado que se les suba el básico a 310 pesos.

La dificultad estaba en que también querían que se dejen sin efecto las quitas por los días de paro. En ese punto, Carlos Tomada se mantenía intransigente.


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