Ay, España

Redacción

Por Redacción

JORGE GADANO jagadano@yahoo.com.ar

QUÉ QUIERE que le diga

El Partido Socialista Obrero Español, el PSOE, marxista en su origen y más que centenario, nació en 1879 bajo el liderazgo del obrero gráfico Pablo Iglesias, quien fue 30 años después el primer diputado socialista en las Cortes, el Parlamento español (cinco años antes, en la Argentina, Alfredo Palacios había ganado una banca en la Cámara de Diputados). Iglesias, también fundador de la Unión General de Trabajadores (UGT), fue reelecto tres veces, la última cuando se hallaba en prisión. Fallecido en 1925, fue sucedido en el liderazgo del PSOE por Francisco Largo Caballero, quien a partir de la restauración monárquica apoyó en la década de los veinte, con la adhesión de la UGT, a la dictadura populista de Primo de Rivera, quien retribuyó con la sanción de un “Código del Trabajo” que favorecía algunas reivindicaciones sindicales. El anarquismo, entonces popular en la península, se opuso a esa alianza. La caída de la dictadura y el restablecimiento de la República, ya en los treinta, encontró al PSOE convertido en el partido más importante de España, mayoritario en las Cortes. Pero esa hegemonía duró poco. En 1933, después de que Hitler asumiera la jefatura del gobierno en Alemania, la mayoría fue de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), que podría ser tenida como la raíz histórica del Partido Popular liderado hoy por Mariano Rajoy. La política de frente popular con los socialistas, alentada desde Moscú después del enfrentamiento que facilitó el ascenso de Hitler, dio como resultado una alianza que se impuso por escaso margen en las elecciones de 1936. Pero fue una victoria de corta vida. En julio de ese mismo año el alzamiento militar de Francisco Franco, apoyado por el eje nazifascista, pasó como una aplanadora sobre la república española. La democracia sólo pudo volver con la muerte del dictador, al cabo de cuatro décadas y con cien mil desaparecidos, fusilados y sepultados en fosas comunes. García Lorca es uno de ellos. A la muerte del generalísimo, en 1975, España volvió a ser una monarquía, bien que constitucional, y el PSOE regresó al poder, que mantuvo desde 1982 hasta 1996, bajo la jefatura de Felipe González. El izquierdismo del “socialismo obrero” español cedió en 1979 cuando, en un Congreso realizado ese año y en medio de enconados debates, el partido conducido por González renunció al marxismo y, consiguientemente, a las tesis relacionadas con la dictadura del proletariado y la socialización de los medios de producción. Dejó de ser un partido obrero, aunque el nombre sobrevivió. La holgada mayoría obtenida por el PSOE trajo consigo una etapa de bienestar y progreso, junto al “destape” de la pesada loza política y cultural del franquismo. Pero un despliegue creciente de casos de corrupción, los escándalos desatados por la sospechada actividad de grupos paraestatales antiterroristas y cierto amesetamiento del crecimiento económico hicieron que el Partido Popular de José María Aznar infligiera al PSOE una contundente derrota. Desde entonces la opinión pública española se ha movido como un péndulo. Aznar duró apenas cuatro años. En el 2004 quedó expuesto ante el electorado con una torpe mentira, consistente en atribuir a ETA el cruento atentado de Atocha, cometido por Al Qaeda. Le sucedió en la presidencia del gobierno el nuevo líder socialdemócrata José Luis Rodríguez Zapatero. Pero ahora, con su clamoroso regreso al triunfo en las recientes elecciones regionales y municipales, es casi fatal que los populares repitan en las generales del año próximo. Es que el vendaval de la crisis económica que recorre el planeta, en la Europa continental ha caído con más fuerza sobre las economías más débiles: mientras la Italia de Silvio Berlusconi espera su turno para ganar la tapa de los diarios, son víctimas las de Portugal, Grecia y también España, donde el chivo expiatorio es el régimen de Rodríguez Zapatero. El testimonio más vívido de la crisis es la movilización de los miles de jóvenes, víctimas del desempleo, que ocupan la Puerta del Sol en Madrid. El movimiento se ha extendido a otras ciudades españolas y ha obtenido pronunciamiento de solidaridad y simpatía en todo el mundo. Antes, en países vecinos de enfrente, protestas parecidas pero más radicalizadas derribaron gobiernos (como los de Túnez y Egipto) que, bajo disfraz republicano, eran virtuales dictaduras. No es el caso de España. En ese país las elecciones contaron con la participación popular de siempre y la vida continúa. Lo previsible es que la muchachada de la Puerta del Sol deje la marca de su protesta y se encamine hacia otras latitudes en pos de una vida mejor.


JORGE GADANO jagadano@yahoo.com.ar

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios