Aymama, tres mujeres para el folclore

La roquense Mora Martínez, Florencia Giammarche y Paula Suárez forman este trío que acaba de ganar el premio Atahualpa 2009 en su categoría.

Este trío femenino de folclore, Aymama, anda por los escenarios presentando el cedé que lleva el nombre de la formación que integran la roquense Mora Martínez, Florencia Giammarche y Paula Suárez, grabado en Buenos Aires en el invierno 2007.

Cuarenta y cuatro minutos de un material finamente seleccionado, clara, nítida carta de presentación en sociedad. Casi a fines del 2005, tras transitar caminos separados, las tres encaran un nuevo proyecto con la idea de lograr una música con características renovadoras que no pierda su esencia argentina.

En el 2006, Aymama se presenta en el Gran Buenos Aires, Río Negro y Neuquén; en el ciclo «La música que viene», del Fondo Nacional de las Artes; en el Centro Cultural Gral. San Martín; en La Peña del Colorado, el C.C. del Sur y el bar-librería «Clásica y Moderna». En septiembre del 2007 actúa en el teatro IFT junto a la cantante venezolana Cecilia Todd. El Festival de Cosquín, dos años seguidos, también disfrutó de sus sonidos. Lo último, en noviembre recibieron el premio Atahualpa 2009, «Nueva Hornada», en la categoría conjunto vocal e instrumental. «La tradición en grupos da par, hay dúos, cuartetos. En trío hay una discordia provechosa.» Mora define de movida, serena, firmemente. «Paula es pianista y Florencia, guitarrista, son instrumentistas que cantan cada vez más. Empezaron a hacerlo un poco a raíz de esta formación.»

Paula: «Ante la insistencia y presión de algunas personas. (Sonríe). Por más que seamos más dúctiles nosotras en los instrumentos y ella en la voz, no se trata desde la técnica o desde lo intelectual el armado de las voces ni de los sonidos que logramos. Es una dinámica de trabajo y de escuchar cuál es el resultado».

Mora, de nuevo: «Va surgiendo todo bastante naturalmente. No hay un planteo elaborado a la hora de arreglar.»

Paula: «No nos etiquetamos en registro alguno, lo que nos permite jugar y arriesgarnos a hacer cosas. A veces nos sale, a veces, no. Pero corremos el riesgo.»

Mora: «Hay muchos arreglos que están pensados, pero también improvisamos.»

Paula: «Yo tengo muy claro cuáles son las notas que toco, las puedo escribir en cualquier momento, pero no es mi intención. Ni repetir lo mismo cada vez que hacemos un mismo tema, ni insistirle a Florencia que toque algo en guitarra? Por supuesto nos pasamos material escrito, un tema entero, por ejemplo, pero eso no es un obstáculo para después ser espontáneas.»

Mora: «Ya estaba todo súper arreglado, ya sabíamos qué iba y cómo iba. Cuando nos pusimos en contacto con la gente del estudio (Producktion) y con quien después resultó el productor musical (Norberto Villagra), el pidió que le lleváramos algo escrito para seguirnos y trabajar la grabación. Ahí recién se bajaron al papel».

-¿Quién conduce el juego?

Paula: Ahí aparece uno de los beneficios del trío. Lo impar produce que la líder sea una persona diferente siempre. Nuestro propósito, en todos los órdenes, en los arreglos, en quién lidera la cosa, se basa en no imponer. Entonces, el liderazgo se va trocando. El trabajo es compartido.

Mora: Tenemos como objetivo lo que nos pide la música. Ponemos el trabajo sobre la mesa, lo tocamos, lo vamos pasando y en función de cómo nos va sonando, incorporamos elementos que cada una tiene. Pero nadie viene a imponer una idea. Todo se negocia.

Paula: Hay que entender cuándo te toca ceder y cuándo no. Si me traen un arreglo no puedo decir de una, no va a funcionar, no me gusta sin lo práctico, sin haber pasado por la música. No nos interesa encararlo desde la teoría.

Mora: Todo se prueba.

-Ensayo, error.

-Sí. Nos ayuda mucho que grabamos los ensayos y los errores sirven como disparador de otra idea. Nos es muy útil escucharnos. Por ahí nos sorprendemos por cuestiones que en el momento pasaron de largo y cuando volvemos a escucharlas, las tomamos. (Mora Martínez)

 

Influencias

 

«La experiencia personal de cada una muestra más o menos, según el caso, que hemos transitado por un montón de música. El tiempo nos ha pasado a todas y lo que vamos aprendiendo, también lo maduramos. Las influencias de otras músicas, de otros géneros, si las aplicamos al folclore que hacemos, procuramos que sean producto de la maduración, en pos del resultado buscado, que no deja de ser folclore. Por eso hay que reconocer sus elementos básicos, el ritmo, la forma, las letras? Si fraseás de una manera pop es muy ajeno al folclore, para mí. Por más que te acompañes con guitarras criollas, estás metiendo algo que para nosotras, todas, aleja de lo necesario. Yo toco también jazz y lo meto a veces, pero trato de que eso no destruya la esencia.

Mora, otra vez: «Esto que a nosotras se nos va colando se relaciona con que nos nutrimos mucho de aquellos que rompieron, propusieron cambios en su momento. (Eduardo) Lagos, Manolo Juárez, el Chango Farías Gómez desde los arreglos vocales, la rítmica, la armonía? Vendríamos a estar como pegando la vuelta, después de todo ese enorme desarrollo del folclore que por suerte existió. Nosotras, más que andar buscando, nos vamos encontrando. Siento eso. Hay algo que nos sale naturalmente y es lo que queremos escuchar. Así surgió Aymama. Cuando nos juntamos, empezamos a hacer música, ni siquiera hablamos demasiado sobre qué queríamos.»

Paula: «Mori y yo teníamos más cercanía musical que geográfica. Ella es de Roca, yo de Ituzaingó. Yo la había invitado por un proyecto que fue como una excusa. Me interesaba que alguien cantara mis temas? Así empezó la historia en mi casa, por la primavera del 2005, ensayábamos a la mañana y al mediodía salíamos al sol, charlábamos, comíamos. Hacíamos terribles ensaladas de espinaca cruda y nos comprábamos unas milanesas tipo alpargata. Era todo muy placentero, muy fluido.»

Mora: «Es una construcción muy natural. Hoy nos identificamos plenamente con lo que hacemos. Y reconocemos errores, faltas, fallas, cosas a mejorar.»

A la hora justa de charla y mate con «Río Negro», llega Florencia Giammarche -guitarra enfundada en mano- disculpándose por haber llegado tarde. Llena de buen humor. «Seguimos presentando nuestro primer disco, haciendo que la gente nos conozca. Nos movimos bastante, viajamos por el país, estuvimos hace poco en Venezuela. Claro que Buenos Aires es una vidriera? Si bien reconocemos que tenemos un pequeño público que ya es nuestro, nos falta todavía mucho. Tenemos familia numerosa?»

 

Las tres, de a una

 

Mora Martínez (30) -voz y percusión- nació en General Roca -de donde emigró a los 17 recién terminado el secundario- y comenzó a estudiar música y danza en Instituto Universitario Provincial de Artes. Terminó Musicoterapia en la Universidad de Buenos Aires cuando descubrió que la música tenía en su vida, una función cien por ciento estética. Como cantante trabajó con Jorge Marziali, los grupos «Iyamba», «Oduduwa» de danza y percusión afroamericana, «Contumancia», y «Fábulas del monte» de música infantil. Tomó clases de canto con Inés Cabrera y Magdalena León, y se desempeña como docente.

 

Florencia Giammarche (28) -guitarra y voz- comenzó sus estudios de guitarra en el Conservatorio Provincial de Música «Alberto Ginastera» de Morón con Fernando Maglia. Además, tomó clases con Diego Rolón, Juán Falú, Juan Quintero en guitarra y composición, Nora Sarmoria en ensamble de música Latinoamérica y arreglos, y con Edgardo Cardozo en composición. Participó en proyectos de música folclórica como «Kamisaraki» y «Yerba Buena», y es docente.

 

Paula Suárez (33) -piano y voz- empezó a estudiar piano de niña y tuvo reconocidos profesores como Claudio Méndez, Edgardo Beilin y Nicolás Ledesma. Asistió al Conservatorio Provincial de Música de Morón e integró «Contumancia» y «Fábulas del monte». Colaboró en proyectos musicales con Beto Satragni y Marziali. En el 2003 editó de manera independiente el disco «Otra cosa es con guitarra» con el dúo de batería y piano «Araca gurí». También es docente en la escuela de arte Leopoldo Marechal.

 

EDUARDO ROUILLET

 


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