Bachelet ya es la primera presidenta y pondrá el foco en lo social

Ayer sucedió a Ricardo Lagos y es la cuarta gobernante de la Concertación.

VALPARAISO.- La pediatra socialista Michelle Bachelet, una ex presa política de la dictadura e hija de un general asesinado por los militares golpistas, asumió ayer como la primera Presidenta de Chile.

Bachelet no juró sobre una Biblia porque es agnóstica, razón por la cual 'prometió' desempeñar sus nuevas altas funciones.

La nueva mandataria es una pediatra de 54 años, separada y madre de tres hijos de dos padres distintos. Además, fue ministra de Salud y de Defensa del saliente presidente Ricardo Lagos.

«Prometéis desempeñar fielmente el cargo de Presidente de la República, conservar la independencia de la nación y guardar la constitución y las leyes», preguntó el presidente del Senado, el ex mandatario Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a lo que Bachelet respondió con un alto y claro «Sí, prometo», levantando su mano derecha.

Bachelet sucedió al presidente Lagos, un socialista como ella, que concluyó su mandato con una popularidad del 70% y que hasta último momento fue vitoreado por miles de personas que se apostaron en las calles de Santiago, 120 kilómetros al sureste de este puerto.

Lagos, a su entrada al salón plenario del Congreso, fue aplaudido por largos minutos por todos los asistentes a la ceremonia y se vio emocionado y con los ojos brillantes. Minutos antes del inicio de la solemne ceremonia, un «Olé, olé, olé, Michelle, Michelle», se escuchó en el salón, ante lo cual Bachelet, que vestía un traje dos piezas, de color blanco perlado, con una chaqueta de estilo oriental y cuello Mao, levantó su mano derecha para saludar.

Tras el juramento, Frei le cruzó la banda presidencial y Lagos le impuso la piocha del libertador Bernardo O'Higgins, en un costado de la banda. Bachelet miró al público e hizo una venia con las dos manos en su corazón.

Después de que Lagos se retiró del salón, en medio de más vítores y aplausos, Bachelet tomó juramento a sus 20 ministros, la mitad hombres y la otra mujeres.

El salón plenario estuvo colmado por invitados extranjeros, entre ellos, los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Argentina, Néstor Kirchner; de Venezuela, Hugo Chávez; de Uruguay, Tabaré Vázquez; de Bolivia, Evo Morales; de Paraguay, Nicanor Duarte; y la secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice.

A su salida del congreso, Bachelet saludó uno a uno de beso en la mejilla a todos los mandatarios que estaban en primera fila.

Se alejó del Congreso a bordo de un automóvil descapotado en dirección al palacio de Cerro Castillo, donde ofreció un almuerzo a los invitados extranjeros.

Bachelet gobernará a los 15

millones de chilenos con un Congreso en que el oficialismo es mayoría por primera vez desde el restablecimiento de la democracia, en 1990.

Ella inicia el cuarto gobierno de la coalición oficialista de centro-izquierda, conformada por los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, Por la Democracia y la pequeña colectividad de Radicales Socialdemócratas.

Bachelet, que fue elegida en segunda vuelta con un 53%, tiene por delante un mandato de cuatro años, durante los cuales ha prometido crear más empleos dignos, ampliar los beneficios de salud y educación y desarrollar un «gobierno ciudadano» .

Son 36 las medidas que se comprometió alcanzar dentro de los primeros 100 días de su gobierno.

La Presidenta ha dicho que su política exterior estará centrada en América Latina, y entre sus tareas figura profundizar los recién recompuestos lazos con Bolivia -ante la ausencia de relaciones diplomáticas- y solucionar los graves problemas energéticos que tiene Chile, que carece de petróleo y gas natural.

Entre sus primeras actividades como presidenta, Bachelet se reunió en privado con su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el peruano, Alejandro Toledo, tras el almuerzo celebrado en honor a los altos dignatarios que asistieron a su investidura como primera jefe de Estado chilena. Lula se retiró del palacio presidencial de Cerro Castillo, en Viña del Mar, minutos después de las 16.00 (19.00 GMT), tras un encuentro de unos 25 minutos, informaron medios locales.

Después de esto, la presidenta Michelle Bachelet celebró otra reunión algo más corta con el mandatario peruano, Alejandro Toledo. (AP)

Una ceremonia distinta

La ceremonia de investidura en Chile es solemne, muy calculada y tiene una larga tradición. Sin embargo, ayer se rompieron todos los moldes y protocolos cuando una sonriente Michelle Bachelet asumió como la primera mujer presidente en la historia del país.

«Oe, oe, oe, oe, Michelle, Michelle», gritaban desde las gradas mientras Bachelet ingresaba en el Salón de Honor del Congreso de Valparaíso, mientras su predecesor, Ricardo Lagos, la esperaba al fondo de la sala encabezando los entusiastas aplausos de los más de mil invitados, entre ellos una treintena de jefes de Estado y de gobierno y altos delegados internacionales.

Sonriente, vestida con un traje de falda y chaqueta color perla -según la prensa, había «órdenes» para que sus ministras no usaran ese color en la ceremonia– Bachelet se sentó en la testera, la gran mesa que preside la sala, entre Lagos y el flamante presidente del Senado, el democristiano Eduardo Frei, quien también fue jefe de Estado. A las 12.15 hora local, con algo de retraso frente al horario establecido, Frei tomaba juramento a Bachelet. Esta respondía «sí, prometo» –conforme a su postura agnóstica- ante un Salón de Honor abarrotado y entre llamados al silencio por los fuertes murmullos de una audiencia un tanto «agitada».

Con todo, nadie pudo frenar a un espontáneo que gritó «te amamos, Michelle» en medio de la ceremonia, provocando un cariñoso gesto de la presidenta. No fue ésta la única vez que se rompió la rigidez de la tradicional ceremonia de investidura, durante la cual Bachelet saludó muy sonriente en varias ocasiones a los asistentes, realizando un gesto ya característico en ella de llevarse las manos al corazón como muestra de agradecimiento, y conversó animadamente con Lagos, quien por su parte apenas podía contener la emoción.

Tras la firma del acta de investidura, Frei colocó la banda presidencial tricolor a Bachelet -una distinta a la de Lagos y confeccionada especialmente para la nueva mandataria-, mientras que su predecesor le colgaba la «piocha», un broche dorado con forma de estrella de cinco puntas que junto con la banda simboliza el poder presidencial en Chile.

Ambos se fundieron en un abrazo revelador de la amistad que une al ya ex mandatario con quien fuera su ministra de Defensa -también la primera mujer en esta cartera- antes de que Lagos saliera de la sala acompañado de su esposa, Luisa Durán, y sus ministros, en medio de una fuerte ovación. La primera acción de Bachelet como jefa de Estado fue la toma de juramento o promesa de su nuevo gabinete, un equipo paritario de diez hombres y el mismo número de mujeres que la acompañará durante los próximos cuatro años. Su salida del Congreso también se hizo entre aplausos, ovaciones y felicitaciones de los políticos locales y los mandatarios extranjeros invitados, que se levantaron a saludarla y besarla a su paso. (DPA)

Maternal y control férreo del poder

La doctora Michelle Bachelet, una ex presa política que ayer asumió como la primera Presidenta de Chile, agregó a su estilo maternal y cálido una actitud fuerte en el mando hasta ahora desconocida para la mayoría de los chilenos.

Bachelet, de 54 años, separada, tres hijos de dos padres distintos, agnóstica, socialista, políglota, estudió estrategia militar con los propios uniformados y fue ministra de Salud y de Defensa del presidente Ricardo Lagos.

Semanas después de su elección el 15 de enero, con un 53%, Bachelet empezó a exhibir una actitud autoritaria y un don de mando que escuchó durante años en las bases militares en las que fue destinado su padre, el general de la fuerza aérea Alberto Bachelet. Bachelet «ejerce autoridad poniéndose en el lugar del otro. Por eso cae bien en la derecha y en la izquierda, aunque no todos finalmente la apoyen'', opina el psicólogo Giorgio Agostini en la biografía de la electa mandataria «La hija del tigre''.

La ahora gobernanta, que vivió exiliada en Australia y Alemania entre 1975 y 1979, ha dicho que «desde el punto de vista emocional, he tenido procesos a lo largo de la vida, que me han permitido reencontrarme con los militares''. Bachelet llegó al poder apoyada por una coalición de cuatro partidos de centro izquierda –Partido Demócrata Cristiano, Socialista, Por la Democracia y Radical Socialdemócrata– pero al momento de nombrar a sus 20 ministros no los consultó, algo inédito entre los tres mandatarios democráticos que la antecedieron.

Repitió el esquema al nombrar a sus 31 viceministros, y ante los reclamos de la oposición derechista por la nominación de un ex militar encarcelado durante la dictadura, respondió que hizo uso «de mis atribuciones''.

Reunión entre Rice y Evo Morales

El presidente boliviano Evo Morales le regaló ayer un charango a la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, tras una reunión bilateral realizada en el Congreso, en Valparaíso, donde asumió el cargo de presidenta Michelle Bachelet.

Aunque no ahondó mayormente en los temas abordados, afirmó que se trató de un saludo protocolar y destacó que su gobierno está dispuesto a fortalecer las relaciones con Washington.

«Evo puede hablar con (George W.) Bush como también con el compañero Fidel (Castro). Esperamos que la autodeterminación de los pueblos sea respetada por el gobierno de Estados Unidos», comentó. «Estamos impulsando la unidad, la hermandad entre pueblos y eso no solamente el sentimiento de algunos presidentes sino es el sentimiento de los pueblos», agregó. De acuerdo con trascendidos, ambas autoridades tocaron el retiro de la ayuda militar a Bolivia y las discrepancias en torno al cultivo de la coca, además de temas de cooperación, comerciales y arancelarios.

Rice también concretó una breve reunión con el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez. Aunque el mandatario no se refirió a las materias abordadas, se estima que le habló del diferendo entre su país y Argentina por dos plantas de celulosa en la frontera común, lo que se ha traducido en bloqueos que han perjudicado a Uruguay. Sin embargo, los presidentes Vázquez y Néstor Kirchner afirmaron ayer en conferencia de prensa conjunta en Santiago de Chile que pedirán a las empresas Botnia y Ence que detengan por 90 días los trabajos y que se hará lo mismo con los promotores de los bloqueos, como gesto de buena voluntad mutuo mientras se avanza en una solución de fondo. (Ver más información en páginas 2, 3 y 4)

Notas asociadas: Lagos: una larga sombra sobre la nueva mandataria chilena  

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