Opinión: Ganarle al futuro

La semana en Bariloche por Daniel Marzal.

Datos

La obra del colector cloacal costanero estaba licitada y lista para comenzar, pero quedó trunca por defección de la contratista CPC. Ahora su futuro es incierto.
El proyecto de modernización de la calle Mitre añejó durante más de una década, hasta que el BID aprobó el crédito y se comenzó a ejecutar, hasta que la empresa Planobra dejó los trabajos inconclusos.
La nueva terminal de ómnibus, según anunció la provincia, debe ser construida por la concesionaria del casino, en una creativa operación canje por la prórroga del contrato. Los plazos de inicio ya están vencidos y no hay noticias.
Parecidas dilaciones postergan el alumbramiento de la segunda línea de alta tensión desde Alicurá para completar el anillado eléctrico, la ampliación de la planta de saneamiento y especialmente las obras para “repotenciar” el gasoducto cordillerano, que arrastra un sinfín de compromisos incumplidos.
A ese tortuoso recuento podrían añadirse el atraso de la infraestructura vial (sin obras importantes a la vista), las agudas carencias de la red de agua y los planes de vivienda, que la ciudad recibe en cuentagotas y nunca alcanzan.
La conclusión obvia es que la obra pública en el último tiempo (porque nunca fue así en la corta historia de la ciudad) corre siempre desde atrás. Conceptos como la planificación, la proyección de demanda futura y la previsión presupuestaria parecen haber sido extirpados del diccionario de los funcionarios.
Claro que la responsabilidad excede al municipio, ya que muchos de los proyectos frustrados o postergados corresponden al ámbito provincial o nacional.
“Carpetas” mediante, uno tras otro los gobiernos locales han tratado de romper esa inercia, con muy escasa respuesta. En los últimos días la imprevisión que dejaría a Bariloche sin parque de generación térmica y el negro panorama para la obra del colector sumaron nuevos ladrillos en la pared.
Buscar soluciones desde la política fue la receta varias veces invocada. Hubo gestiones de algún senador y expectativas de que las afinidades partidarias agilizaran las cosas.
Pero está visto que los alineamientos no han dado resultado. Y los desalineamientos tampoco.

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