Barretearon las puertas y saquearon la capilla

Robaron una hormigonera, una amoladora y otras herramientas. Ya habían hurtado alimentos, hostias, el cáliz y ropa del cura.

NEUQUEN (AN).- En la capilla Santísima Trinidad perdieron la capacidad de asombro el día que les robaron las hostias, el cáliz y la ropa del cura. Pero los amigos de los ajeno se esmeran por superarse: el viernes por la noche 'barretearon' dos puertas, rompieron vidrios y candados y se llevaron máquinas y herramientas de un grupo de obreros que solidariamente trabajan en la construcción de una salón comunitario.

Hace apenas dos semanas, tal vez los mismos sujetos rompieron puertas y cerraduras de un depósitos de Cáritas y se llevaron alimentos y ropas destinados a los más necesitados.

«También hay una huerta (del programa Proda) que es visitada cada vez que la producción está a punto de ser cosechada. Se llevan lo que pueden y lo que no pueden lo destruyen», cuenta una vecina que trabaja y suma para la comunidad de la Santísima Trinidad.

La capilla de los martirios está en la esquina de Pérez Novella y Río Gallegos, en el corazón del barrio Gran Neuquén Norte. Allí se mezclan barrios de clase media con tomas que escalan el sector de bardas e incluso sectores que lindan con la zona de la meseta, donde hay casas y donde se ubica en el basural. La comunidad de jóvenes menores de 18 años se estima en 20.000.

«¿Sabe qué, acá no tenemos ningún centro comunitario, ningún espacio real de contención más allá de las canchas de fútbol. El salón que estamos haciendo a puro esfuerzo y 'mangazo' es para atender a esos chicos y la gente que aporta lo hace con mucho esfuerzo», explica el gasista Miguel Angel Molinari, uno de los hombres que trabaja allí ad honórem.

Los delincuentes, que trabajaron con toda la paz del mundo, se llevaron una hormigonera, una amoladora, una soldadora y varias herramientas más que ahora tendrán que ser repuestas por la capilla. El valor alcanza a los 3.000 pesos.

El del viernes o de ayer a la madrugada fue el octavo robo que la capilla ha sufrido en los últimos tiempos.

«Tres veces entraron a la capilla y cinco al depósito de Cáritas», explica Molinari mientras Eduardo Rossomano muestra cómo una barreta torció la gruesa puerta de hierro.

Desde allí se metieron a las aulas donde se dictan cursos de capacitación y que los sábados son usadas para catequesis. Siempre hay gente allí, salvo por la noche.

«Hemos pedido al gobierno que disponga de una guardia para que controle, no podemos pagar por seguridad privada, no sé, hasta hemos llegado a pensar en el cierre del depósito de Cáritas pero es muy necesario. Si la gente que ha saqueado ese lugar hubiera venido a pedir mercadería, se la dábamos, es para ayudar a la gente», se lamentó Molinari.


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