Blues del billete verde
El segundo aniversario del cepo cambiario también tuvo una celebración a tono con el relato oficial, aunque mucho más módica que el sobreactuado “festejo” de la derrota electoral sufrida por el Frente para la Victoria en los principales centros urbanos del país. Ese mismo domingo 27 de octubre, en una nota publicada por el diario La Nación, el diputado oficialista y exviceministro de Economía, Roberto Feletti, ponderó los resultados de los controles cambiarios aplicados desde noviembre de 2011 y hasta aventuró que este año “la economía exhibe signos de una evolución mucho más favorable, apoyada en la confianza que genera un gobierno que no está dispuesto a permitir que la escasez de divisas rompa el robusto mercado interno existente” (sic). Aunque cada uno es libre de opinar lo que le parezca sobre la economía argentina, se necesita un verdadero esfuerzo intelectual para suponer que Feletti cree verdaderamente en lo que dice, por más que no se corresponda con la realidad. Máxime cuando, fuera y dentro del gobierno, es unánime la preocupación por la pérdida de reservas del Banco Central, la escasez de divisas y la futura evolución del sector externo de la economía. Por lo pronto, el exviceministro razona como si la gestión de Cristina Kirchner hubiera arrancado a fin de 2011 y no de 2007. “Prácticamente con la jura de su nuevo mandato –recuerda– la presidenta debió afrontar un déficit externo que rondaba los u$s 18.000 millones: 6.000 millones de déficit energético; 6.000 millones de desequilibrio en el intercambio con Brasil y 6.000 millones de vencimientos contantes y sonantes de la deuda pública”. Omitió reconocer en cambio que, salvo el último ítem, los restantes fueron el resultado de las erróneas políticas de CFK en materia energética (impulsar el consumo subsidiado y desalentar la producción de hidrocarburos) y cambiaria (deteriorar el tipo de cambio real ignorando la inflación). No es el único olvido de Feletti. Tampoco admite que, desde que se implantó el cepo cambiario, las reservas del BCRA sufrieron una caída de 14.000 millones de dólares (de 47.500 a 33.500 millones), ya que los controles prácticamente frenaron el ingreso de dólares financieros. Ni que el superávit comercial de 2013 (estimado en unos 8.500 millones, con una baja de 33% respecto de 2012) será el más bajo de toda la era K. Entre otras razones, porque el déficit energético proyectado para este año ascendería a unos 7.500 millones de dólares, casi lo mismo que el déficit del sector turístico. A su vez, el déficit con Brasil ascendió a 2.200 millones en los primeros nueve meses y resulta 17% más alto que el del mismo período de 2012. Para el actual diputado y exfuncionario económico, “se estableció un orden de prioridades para la asignación de divisas que ingresaban genuinamente al país (por exportaciones), conforme a las necesidades de importación de insumos y maquinarias”: Pero esas prioridades no son explícitas y dependen de permisos previos (DJAI), que la secretaría de Comercio autoriza o deniega según el flujo de divisas, lo cual complica la actividad de numerosos sectores industriales y comerciales. De ahí que, en lo que va de este año, el mayor aumento de las importaciones corresponde a combustibles (29%), seguido de vehículos (18%), mientras las de bienes de capital subieron 12% y las de bienes intermedios (insumos) retrocedieron 1% con respecto 2012. Deliberadamente o no, Feletti tampoco se refiere la evolución del dólar oficial ni del blue, salvo una mención en la que destaca que “la forma de superar el desbalance externo no fue una abrupta corrección del tipo de cambio que impactara negativamente en las importaciones y los niveles de actividad y empleo”. Sin embargo, el desequilibrio externo no está en vías de superarse, sino más bien lo contrario. Y la cotización del dólar oficial, que en el momento de implantarse el cepo era de 4,27 pesos, se ubica ahora en 5,92, o sea que resulta 38,6% más alta en términos nominales, pero por debajo de la verdadera inflación (45/50%) registrada en estos dos últimos años. Por lo tanto, no ha habido una recuperación del tipo de cambio real y a lo sumo sólo se frenó en los últimos meses la caída previa del peso frente al dólar. A su vez, esta estrategia del BCRA de acelerar el ritmo de devaluación (a un 20/25% anualizado) hizo que los productores retuvieran soja, ya que reciben (descontadas las retenciones) un tipo de cambio efectivo de 3.48 pesos. Más preocupante es la trepada del dólar paralelo, que ahora volvió a cruzar la barrera de los 10 pesos cuando en noviembre de 2011 cotizaba a $4,62. Esto significa un aumento de 118% en 24 meses. Si se toma el último año, la suba alcanza a 55,4%. A su vez, la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el blue, que era de apenas 8% en noviembre de 2011 y de 35% en el mismo mes de 2012, trepó ahora a 70%. Una brecha de esta magnitud alienta maniobras de subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones. También que los turistas extranjeros vendan sus billetes en el mercado paralelo para aprovechar la diferencia a favor y eviten pagos con tarjeta de crédito al tipo de cambio oficial. Esas divisas no ingresan a las reservas del BCRA. De ahí que sea inminente alguna medida del gobierno para encarecer el dólar turista o bien desdoblar el mercado oficial para establecer una cotización más alta cuando Cristina Kirchner retome sus funciones. Si no hubiera escasez de billetes verdes en el mercado, como pretende hacer creer el relato oficial, no se explicaría por qué el gobierno de CFK recurrió al más generoso blanqueo de dólares no declarados de la última década, ni que lo hubiera prorrogado hasta fin de año a pesar de su fracaso (hasta ahora sólo se suscribieron Cedin por unos 400 millones de dólares, de los cuales 130 millones fueron canjeados por billetes). Tampoco que el polémico Guillermo Moreno persiga a grandes empresas para que suscriban Baade, otro título público surgido del blanqueo que el próximo gobierno deberá cancelar a su vencimiento en 2016 con un interés de 4% anual, aunque no tengan dólares en negro. La promesa oficial es que podrán negociar esos títulos a un tipo de cambio más alto (del orden de $7/7.50) en un mercado secundario que aún no tiene masa crítica. Como contrapartida, el gobierno podrá hacerse de recursos para financiar inversiones en energía. Otro tanto ocurre con la decisión de pagarles en bonos a las empresas extranjeras que ganaron juicios en el Ciadi, para reabrir líneas de crédito del Banco Mundial y evitar un saldo negativo con el organismo multilateral. Aún así, con una perdida de reservas del BCRA que promedia los 1.000 millones de dólares mensuales, no hay economista que no haga cálculos sobre cuál será el stock a fin de 2014 y de 2015. También sobre cuál será la emisión de pesos para cubrir el creciente bache fiscal, para vislumbrar qué ocurrirá con la brecha cambiaria. Todos saben que no se sale de los controles cambiarios sin un cambio de política económica y nadie prevé que ello vaya a producirse en lo que resta de la gestión de CFK. Ni aún cuando desde el oficialismo se trate de negar la realidad y reivindicar el cepo, que en su segundo aniversario no aporta ningún motivo para celebrar.
Néstor O. Scibona
La semana económica
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