Boca fue más y ahora está a 90 minutos de la
Con dos goles de Delgado derrotó a Santos en la primera final de la Libertadores.
Fue un 2 a 0 empapado, de transpiración y de lluvia. Costó, pero Boca se va a San Pablo con la Copa en la punta de los dedos Cuarenta años después otra vez frente a frente en una final continental. De nuevo, son los mejores de América y lo resuelven en ciento ochenta minutos de fútbol.
La primera incógnita pasó por entender a cuál de los dos beneficiaba la cancha tan pesada. Si al buen juego, ágil y veloz de los brasileños. Si a la potencia que salen de los físicos livianos de los delanteros «locales».
Y así los primeros minutos fueron de estudio. Con un juego plagado de cortes, con dos e
quipos muy concentrados, pero escasamente precisos.
Después de los diez empezó a controlar la pelota por más tiempo el equipo visitante. Incluso dispuso de un par de tiros libres. Pero Boca retrocedía con mucha gente y armaba bien la estructura defensiva y, además, la primera situación que levantó a la gente fue una réplica que empezó Burdisso, quien la alargó para Guillermo Barros Schelotto. El cruce del «melli» demoró un segundo de más y encontró apenas adelantado a Delgado que enfrentó sólo al arquero, con la jugada cortada por el línea.
Fue el despertar de Boca. Cascini y Cagna tomaron mejor las posiciones centrales. Los laterales aprovecharon los espacios que disponía cerca de las rayas y sus centros empezaron a molestar. El «Melli», intermitente, cada vez se asociaba más al juego Delgado también, por momentos, pudo escapar de las marcas férreas que le oponían los brasileños. Pero faltaba Tévez… Y sin el fútbol del «Apache», desconectado, enojado, impreciso, Boca sufría en los últimos metros, dónde debía desnivelar.
Recién en un desborde de Schiavi, pasada la media hora, el equipo de Bianchi tuvo la ocasión de desnivelar, pero el tiro a quemarropa fue desviado por Fabio Costa Pero un minuto después, Delgado tuvo el desquite cuando le pasaron la pelota por izquierda y después de una diagonal típica de él para buscar el agujero, le dio de derecha y la puso contra un poste.
Boca, sin mucho, se ponía en ventaja. Pegó primero en la final de la Copa, con todo lo que eso implica.
Hasta el final del primer tiempo el local fue más que su rival y justificó la ventaja con la que se fue al descanso.
La historia en el segundo cambió bastante. Boca se pareció al equipo del comienzo, con dificultades para generar juego, cediendo buena parte del mediocampo. Crecieron Diego y Robinho, hasta inquietar a Boca que, por algún instante, debió refugiarse para defender su arco.
Abbondanzieri, justamente, rechazó una lluvia de centros durante varios minutos. El clima era tenso. «Fue una noche muy complicada. Arriba la peleamos todas», explicó Tévez apenas terminó el partido. Era verdad: cada vez que él o Delgado -la gran figura- tomaban la pelota debían cuerpear como titanes para conseguir desequilibrar.
Cuando el partido languidecía y el Santos se había quedado con uno menos por expulsión de Gaucho, llegó la desatención de la defensa y el segundo gol del «Chelo», el que le da más alivio a Boca para la revancha. Fue una explosión justificada.
Dos goles de vantaja son un buen hándicap para visitar a un equipo que está a la altura de las circunstancias. Un equipo duro, difícil de horadar, bien plantado, que no deslumbra pero que seguramente en San Pablo potenciará sus virtudes Pero Boca tiene su carta: durante el torneo siempre jugó mejor de visitante. La alegría no es sólo brasileña. Boca está a 90 minutos de la felicidad.
Fue un 2 a 0 empapado, de transpiración y de lluvia. Costó, pero Boca se va a San Pablo con la Copa en la punta de los dedos Cuarenta años después otra vez frente a frente en una final continental. De nuevo, son los mejores de América y lo resuelven en ciento ochenta minutos de fútbol.
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